Enrique Lafuente Ferrari: "Tambi¨¦n hay que comprometerse y pensar sobre lo moderno"
Enrique Lafuente Ferrari (Madrid, 1898) ha sido, a un tiempo, testigo y protagonista de excepci¨®n del desarrollo y consolidaci¨®n de los estudios de historia del arte en Espa?a, una disciplina que no tuvo rango acad¨¦mico hasta 1911, con la creaci¨®n en Madrid de una c¨¢tedra espec¨ªficamente dedicada al tema, y de la que fue titular El¨ªas Tormo. "Tambi¨¦n hay que comprometerse y pensar sobre lo moderno", dice quien ya en 1936 escribi¨® sobre Pablo Picasso.
"Fui disc¨ªpulo de El¨ªas Tormo y de G¨®mez Moreno, dos maestros cuyo enorme esfuerzo abri¨® en este pa¨ªs la puerta al estudio de la historia del arte, que en aquel entonces estaba a¨²n en mantillas. El arte espa?ol hab¨ªa sido muy poco estudiado y, de hecho, no se le aborda cient¨ªficamente hasta el presente siglo, a lo largo del cual hemos asistido a un enorme progreso", dice Lafuente Ferrari. Sus primeros estudios universitarios se centraron en la filosof¨ªa pura, que completar¨ªa con los de historia. "Fue mi encuentro, durante los estudios de doctorado, con Tormo y G¨®mez Moreno lo que despertar¨ªa esa vocaci¨®n hacia la historia del arte que determin¨® mi vida profesional frente a los consejos de S¨¢nchez Albornoz, que quer¨ªa que me dedicase a la Edad Media, y de Antonio Ballesteros,que deseaba que me inclinase hacia la historia de Am¨¦rica".Destaca, en la trayectoria de Lafuente Ferrari, su inter¨¦s por los aspectos te¨®ricos relativos al arte y a su disciplina hist¨®rica. "Es cierto que los aspectos te¨®ricos y metodol¨®gicos relacionados con la historia del arte me han atra¨ªdo siempre, posiblemente por mi formaci¨®n filos¨®fica. Fue tambi¨¦n de gran influencia mi relaci¨®n -y la atracci¨®n que en m¨ª despert¨®- con Ortega y Gasset, de quien no puede decirse que fuera disc¨ªpulo asiduo; pero s¨ª lo he sido, a lo largo -de la vida, a trav¨¦s de la amistad y de las lecturas. El pensamiento de Ortega fue fundamental para mi generaci¨®n y, m¨¢s all¨¢ de los estudios que escrib¨ª sobre su obra,ha sido determinante para mi propio trabajo", a?ade: el histo riador. As¨ª, en estas coordenadas, a las que debe a?adirse su atracci¨®n por la obra de historiadores alemanes, como Weisbach o Panofsky, la concepci¨®n de la tarea del historiador que Lafuente Ferrari ha mantenido y practicado se aparta de esa corriente centrada en la acumulaci¨®n de datos, en el estudio minucioso y erudito. "En mi caso, he sentido una atracci¨®n especial por los estudios de car¨¢cter general, por las ideas y conceptos que nos permiten construir a partir de los datos".
Adem¨¢s de sus estudios cl¨¢sicos sobre Vel¨¢zquez o Goya, su atracci¨®n por los aspectos metodol¨®gicos y su inter¨¦s por nuestra pintura del siglo XVII, Lafuente Ferrari trabaj¨® en otros temas que reflejan una sensibilidad despierta al arte de su propio tiempo. Surgen as¨ª monografias como las dedicadas a Zuloaga, a Evaristo Valle, a V¨¢zquez D¨ªaz o a la pintura asturiana contempor¨¢nea; aparecen tambi¨¦n numerosos art¨ªculos, como el que, ya en 1936, dedicara a Picasso. "He hecho cr¨ªtica de arte, aunque de manera espor¨¢dica, porque me atra¨ªa el arte del presente. No he tenido exclusivismos, pues me han interesado por igual cosas como la pintura pr¨ªmitiva de la Edad Media o las realizaciones m¨¢s recientes. Los historiadores tienen a veces una cierta fijaci¨®n por el arte del pasado, por aquel que contemplamos con una cierta perspectiva temporal; yo pienso que hay que comprometerse tambi¨¦n y opinar sobre lo moderno".
Su larga vida profesional, al filo ya de los 87 a?os, est¨¢ marcada, junto a sus tareas de investigaci¨®n y sus publicaciones, por su vinculaci¨®n a entidades como el Museo del Prado -que se inicia en 1928 con su ingreso en la secci¨®n de catalogaci¨®n y contin¨²a a¨²n hoy con su presidencia de la Asociaci¨®n de Amigos del Museo-, el gabinete de estampas de la Biblioteca Nacional o su posterior c¨¢tedra de San Fernando.
Mucho se ha hecho durante este siglo en dicho terreno, pero quedan a¨²n numerosas lagunas. "El problema radica en que no se dedica a ello ni suficiente tiempo ni suficiente dinero. La investigaci¨®n es una tarea que necesita cada vez mayores medios y mayor presupuesto; es preciso v¨ªajar, pues el arte espa?ol est¨¢ disperso por museos de todo el mundo. Mi maestro Tormo dec¨ªa, ya en su tiempo, que el mejor instrumento para el historiador de arte era un billete kilom¨¦trico. Hoy hay que pensar en t¨¦rminos de aviones".
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