Deseos
El final del segundo milenio se caracteriza por este principio fundamental: hoy los deseos m¨ªnimos generan los m¨¢ximos resultados. Por ejemplo, un tipo an¨®nimo se levanta de la cama mascando chicle en un lugar de Oklahoma con la necesidad perentoria de darse un ba?o en las playas de Copacabana. ?Pasa algo? Nada en absoluto. Se trata de un capricho normal y la gente lo comprende. L¨®gicamente, esta clase de h¨¦roe encuentra muchos medios a su disposici¨®n para realizar su haza?a. Un sonriente tendero le vende una escopeta de ca?ones recortados, en el control del aeropuerto la polic¨ªa hace la vista gorda, el piloto se deja acariciar amablemente la nuca con el arma y a rengl¨®n seguido el avi¨®n con 250 pasajeros a bordo, que deb¨ªa volar a Estocolmo, es obligado a partir hacia R¨ªo de Janeiro. Todo el mundo desea que la aventura termine bien, y cuando la noticia llega a los peri¨®dicos hasta los primos carnales de la tripulaci¨®n est¨¢n ya rezando para que el muchacho logre realizar su prop¨®sito. ?Qui¨¦n es capaz de impedir hoy que un genio ignorado decida ba?arse en una cala del tr¨®pico? Al final del segundo milenio no existen otras leyes que los sue?os.Pero a veces las cosas se tuercen, puesto que la vida todav¨ªa no es perfecta. Puede ser que algunos seres administrativos se interpongan en el camino de este ba?ista heroico. Entonces ¨¦l amenaza con hacer saltar el avi¨®n en pedazos. Tiradores de elite rodean el aparato en la cabecera de la pista. Llegan las c¨¢maras de televisi¨®n. El jefe de los gendarmes dialoga con el secuestrador a trav¨¦s del meg¨¢fono. Alguien se pone nervioso y de pronto suena un disparo que desencadena la cat¨¢strofe. El chico no pretend¨ªa causar ning¨²n da?o. S¨®lo trataba de darse un ba?o inocente en Copacabana.
Ante la espantosa visi¨®n de 250 cad¨¢veres calcinados, los habitantes de este final de milenio se interrogan llenos de dudas: ?qui¨¦n ha sido la v¨ªctima? El h¨¦roe ten¨ªa derecho a conseguir su sue?o. A partir de ahora, el que se oponga a un m¨ªnimo deseo debe atenerse a las consecuencias. Los deseos forman una red de hex¨¢gonos como una alambrada que separa el terreno de nadie.
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