Espa?a y la m¨²sica
EL A?O Europeo de la M¨²sica llega a Espa?a en un momento en el que hay por lo menos una voluntad de mejora, que est¨¢ dentro de un cierto impulso cultural, en el que es primordial una presi¨®n p¨²blica que comienza a notarse. Los objetivos anunciados en esta ocasi¨®n por el Ministerio de Cultura parecen bastante realistas y se ajustan a las necesidades urgentes.El panorama general de la m¨²sica en Espa?a es, como en tantas otras cosas, irregular e inconexo: tenemos cumbres y abismos. Espa?a presta al mundo int¨¦rpretes que son los mejores de sus instrumentos, algunas de las mejores voces de ¨®pera, un grupo de compositores no tradicionales -en lo que se llama m¨²sica contempor¨¢nea- de excepci¨®n; simult¨¢neamente, tiene la peor ense?anza musical de Europa, necesita importar la cuerda para sus orquestas, carece de una labor continuada en el mantenimiento de la afici¨®n, est¨¢ desprovista de salas de concierto y de amparo para las formaciones peque?as, y las ediciones musicales brillan pr¨¢cticamente por su ausencia: suele basarse en el acontecimiento, en el suceso de excepci¨®n. Podr¨ªa verse una relaci¨®n de la m¨²sica con un supuesto car¨¢cter nacional por el cual se producen grandes individualidades aisladas y hay faflos en lo colectivo. Con otra jerga, la composici¨®n de la sociedad y de su reflejo, el Estado, afina y reduce las minor¨ªas y descuida las infraestructuras.
Si se aceptan estos datos, se puede pensar cu¨¢l ser¨ªa el esfuerzo b¨¢sico que Espa?a tendr¨ªa que hacer en este A?o Europeo (y los dem¨¢s: a largo plazo), adem¨¢s de la producci¨®n de acontecimientos (loables) como los que ya han comenzado y se van a desarrollar, y para que no se quede todo otra vez en el camino del espect¨¢culo y, por tanto, de la superficie. Uno es fomentar la educaci¨®n, para la que hay una demanda creciente -incluso gigantesca-; no s¨®lo actualizar, ampliar y modernizar los conservatorios y las escuelas locales, sino introducir seriamente el estudio de la m¨²sica en todos los niveles de ense?anza, desde la primaria a la universitaria, atendiendo tambi¨¦n a su car¨¢cter formativo general, pensando que hay una educaci¨®n que se sostiene con la celebraci¨®n de conciertos.
El otro es cuidar aquellos puntos en los que Espa?a es excepcional, desde la producci¨®n de voces hasta el aliento a los compositores contempor¨¢neos y la escuela que perpet¨²an; desde una base tan simple como la de darles medios elementales de vida para evitar que se malgasten en la pura comercialidad hasta proporcionarles los suficientes medios t¨¦cnicos de investigaci¨®n, estudio y producci¨®n, que ahora tienen que buscar en otros pa¨ªses; pero sobre todo ayud¨¢ndoles a que el p¨²blico se familiarice con su m¨²sica. Se les considera dif¨ªciles, y lo son en la medida de su diferencia con la m¨²sica tradicional: el o¨ªdo no est¨¢ hecho a ellos. Esa dificultad terminar¨¢ por desaparecer con la escucha reiterada, con su programaci¨®n insistente.
Los puntos a los que aludi¨® el ministro Solana en su declaraci¨®n de objetivos son, precisamente, el esfuerzo educativo, en colaboraci¨®n con el ministerio del ramo -cuyo descuido por la m¨²sica y las ense?anzas art¨ªsticas es tradicional y bastante culpable-, la construcci¨®n de auditorios, los encargos a compositores y la tendencia a la propaganda de la m¨²sica espa?ola en el extranjero. Es decir, el inicio de la creaci¨®n de esas infraestructuras que se han de llevar mucho m¨¢s tiempo que el del A?o Europeo, y que necesitan de mucha intensidad para recuperar el terreno perdido.
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