El pacto del Pa¨ªs Vasco
LOS COMPROMISOS suscritos por Jos¨¦ Antonio Ardanza y el grupo socialista del Parlamento de Vitoria alcanzar¨¢n plena vigencia cuando el candidato a lendakari sea formalmente elegido y designe su Gobierno. Las conversaciones para ese pacto de legislatura se iniciaron antes de que la crisis del Partido Nacionalista Vasco (PNV) obligara a Garaikoetxea a dimitir. Por eso, las declaraciones del delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, afirmando que el acuerdo hubiera sido imposible con aqu¨¦l en Ajuria Enea, constituyen un arriesgado proceso de intenciones y un argumento favorable a la hip¨®tesis de que los socialistas conspiraron para la defenestraci¨®n del lendakari.
En cualquier caso, Jos¨¦ Antonio Ardanza ha logrado superar los obst¨¢culos inherentes a una negociaci¨®n marcada por los resquemores dejados por los enfrentamientos de los ¨²ltimos a?os entre nacionalistas y socialistas. El futuro lendakari ha dado una primera prueba de capacidad pol¨ªtica, m¨¢s all¨¢ de sus condiciones de gestor eficaz y de militante disciplinado. La identidad de los firmantes del pacto plantea, sin embargo, interrogantes. No se trata tan s¨®lo de que el PNV y el PSE-PSOE no figuren, en tanto que tales, en el documento. Hay tambi¨¦n una curiosa asimetr¨ªa entre las partes que rubrican el acuerdo. Porque el interlocutor del grupo parlamentario del PSE-PSOE no es el grupo parlamentario del PNV -como parecer¨ªa l¨®gico-, sino el poder ejecutivo, representado por su futuro presidente.
Una maliciosa manera de explicar esa distribuci¨®n de papeles ser¨ªa atribuirla a una ambig¨¹edad calculada, que permitir¨ªa al PNV, llegado el momento, considerarse liberado del cumplimiento del acuerdo. Sin embargo, el futuro lendakari se halla vinculado por la disciplina de partido, y Michel Unzueta -miembro de la ejecutiva del PNV- ha intervenido en las negociaciones. Aunque el PNV no haya firmado formalmente el pacto, Ardanza ha tenido el apoyo y el respaldo del grupo parlamentario nacionalista en la C¨¢mara auton¨®mica.
Tampoco es seguro que el empat¨® de esca?os en el Parlamento de Vitoria entre el PNV y el resto de los grupos sea la raz¨®n decisiva de que los nacionalistas firmaran un pacto precisamente con los socialistas. Si ese hubiese sido el ¨²nico motivo, el PNV habr¨ªa podido buscar acuerdos con Euskadiko Ezkerra -sobre la base del nacionalismo compartido- o con Coalici¨®n Popular -en funci¨®n de sus coincidencias de pol¨ªtica econ¨®mica o educativa-. La decisi¨®n de los nacionalistas de elegir al PSOE como socio se basa tambi¨¦n en sus deseos de romper el bloqueo de las negociaciones con el Gobierno del Estado y de pactar las leyes org¨¢nicas con la mayor¨ªa socialista en las Cortes Generales.
Los acuerdos -importantes- sobre el desarrollo estatutario, la actividad legislativa, la crisis econ¨®mica y la estabilidad institucional se sit¨²an en el marco de unos principios generales de gran alcance. Tanto la aceptaci¨®n expresa de las reglas de juego establecidas por la Constituci¨®n y el Estatuto de Guernica como la voluntad manifiesta de cumplir las leyes vigentes y las sentencias de los tribunales permitir¨¢n al nacionalismo vasco tranquilizar a quienes dudan todav¨ªa de la sinceridad de sus compromisos con la democracia espa?ola. Aunque la ambig¨¹edad doctrinal y determinados comportamientos del PNV hayan alimentado esas sospechas, es injusto menospreciar la decisiva contribuci¨®n del nacionalismo vasco moderado al restablecimiento de las libertades en Espa?a. El documento tambi¨¦n formula, de manera expl¨ªcita, las posiciones comunes de nacionalistas y socialistas sobre la violencia: la salvaguarda de los derechos humanos, la necesidad de luchar contra el terrorismo mediante los procedimientos de un Estado de derecho, el compromiso de combatir las causas que originan la violencia, el objetivo de crear las condiciones de respeto y tolerancia en el seno de la sociedad vasca, la defensa de las libertades y de la democracia representativa.
Nacionalistas y socialistas ratifican que la autonom¨ªa constituye el camino aceptado por el pueblo vasco y reiteran que el desarrollo del Estatuto de Guernica deber¨¢ ser la v¨ªa para resolver los conflictos pendientes. La declaraci¨®n de que "no existe ning¨²n tipo de justificaci¨®n para la utilizaci¨®n de la violencia" en un sistema de libertades "en el que todas las ideolog¨ªas pueden ser defendidas democr¨¢ticamente" elimina las coartadas para disculpar los cr¨ªmenes de ETA y los obt¨¢culos para la legalizaci¨®n de los partidos que sostengan pac¨ªficamente cualquier credo. La afirmaci¨®n de que "los problemas pol¨ªticos del Pa¨ªs Vasco solamente deben ser negociados entre las fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n parlamentaria, el Gobierno vasco y, en su caso, el, del Estado" excluye a ETA Militar como interlocutor de las ¨ªnstituciones y de los partidos vascos y abre la posibilidad de la incorporaci¨®n de Herri Batasuna al juego pol¨ªtico. El recordatorio de que "las relaciones internacionales son una materia de competencia del Gobierno del Estado" evitar¨¢ ¨ªnterferencias del Gobierno de Vitoria en el asunto de las extradiciones. Y el respaldo a las medidas de reinserci¨®n social para quienes abandonen el uso de la violencia confirma el prop¨®sito de proseguir la senda iniciada por Juan Jos¨¦ Ros¨®n y Mario Onaind¨ªa.
En definitiva, el pacto entre nacionalistas y socialistas abre nuevas perspectivas para la paz y para la consolidaci¨®n de las instituciones vascas.
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