Nicaragua y las causas perdidas
Entiendo muy bien el exacerbado sentido de culpabilidad que en estos d¨ªas experimenta Manuel Vicent. ?Qui¨¦n, como ¨¦l, no siente su pizca de remordimiento ante la miseria en que viven millones y millones de nuestros hermanos sobre este planeta, cada vez m¨¢s peque?o y amenazado? Se ha dicho que este a?o, s¨®lo en ?frica, morir¨¢n 35 millones de seres humanos -?ser¨¢ posible? - de hambre. Millones de latinoamericanos, de origen ind¨ªgena y mestizo, sufren una pobreza degradante, embrutecedora. En la India, la muerte acecha desde cualquier rinc¨®n: hambre, peste, violencia. Y en Estados Unidos, millones de negros, chicanos y blancos viven marginados, olvidados, tant¨¢licamente rodeados de riquezas y privilegios de que acaso nunca lleguen a gozar.Si el se?or Vicent fuera "un joven de coraz¨®n limpio y rom¨¢ntico", y no "un se?or demasiado fino... y totalmente corrompido" (ver EL PAIS de 13 de noviembre pasado), se ir¨ªa a Nicaragua. Pues yo he conocido a individuos de 50 y hasta 60 a?os que han ido a Nicaragua a participar en su revoluci¨®n contra la injusticia, el analfabetismo, el dolor. Y todos han sido ciudadanos de Estados Unidos de Norte am¨¦rica. A diferencia de Manuel Vicent, no se acercaron nunca "a la piscina del Hilton", a menos que fuera para participar en alguna manifestaci¨®n antiimperialista. En cambio, conocieron las chabolas desde dentro, no como ¨¦l, desde una lejan¨ªa romanticoide y segura.
"Si yo fuera un joven de coraz¨®n limpio", repite el se?or Vicent, "aunque hubiera nacido en California, me alistar¨ªa en defensa de Nicaragua". Conozco a tal joven que hace dos a?os pas¨® 10 meses en Nicaragua trabajando de maestra con ni?os refugiados de El Salvador. Comparti¨® todo lo que ten¨ªa con ellos y sufri¨® las privaciones y penas que all¨ª pululaban, porque supo sentir lo que sent¨ªa el pueblo nicarag¨¹ense. Cuando volvi¨® a Estados Unidos, sigui¨® trabajando por una organizaci¨®n que ha recogido miles de d¨®lares, ropa, muebles, juguetes, medicamentos, libros, etc¨¦tera, para el Centro Juvenil Luz Dili¨¢n Arr¨¦valo, que ella ayud¨® a fundar en Managua. Como ella hay un n¨²mero impresionante de norteamericanos. Conviene no olvidarlos, ni a los muchos millones que votaron por Mondale o, por lo menos, contra la pol¨ªtica de Reagan.
S¨¦ mucho de la vida de esta admirable joven, porque adem¨¢s de ser norteamericana, y precisamente de California, es mi hija. Hace una semana volvi¨® a Nicaragua para poder dedicarse otra vez de cerca a una de esas "causas perdidas" que desde Madrid tanto admira Manuel Vicent.- .
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.