La cuna de la m¨²sica
Si la sinfon¨ªa naci¨® en la corte y pas¨® luego al pueblo, lo contrario sucedi¨® con el cuarteto. De origen popular, se refugi¨® m¨¢s tarde en los palacios, donde experiment¨® un sofisticado desarrollo. Ahora, en nuestros d¨ªas, los grandes programas sinf¨®nicos atraen una gran cantidad de p¨²blico y en ocasiones hasta se forma en torno a ellos todo un espect¨¢culo social de la nueva burgues¨ªa. Recordemos si no los recientes conciertos de la Filarm¨®nica de Viena o la Sinf¨®nica de Chicago, rodeados de gran publicidad y a los que asistieron unos espectadores-part¨ªcipes poco habituales de la m¨²sica. Por eso resulta emocionante el contraste de escuchar la m¨¢s pura m¨²sica en el reducido recinto de una sala palaciega. Las tradiciones a veces son bellas, y estos conciertos en el impresionante marco de la sala de Columnas del Palacio Real, bajo la presidencia de miembros de la familia real -ante cuya entrada el p¨²blico se levant¨® respetuosamente-, enmarcados por columnas, estatuas, frescos, tapices y l¨¢mparas de ara?a, conservan un aire renacentista que cautiva f¨¢cilmente a los asistentes.S¨®lo as¨ª puede explicarse que 200 estudiantes de BUP sean capaces de aguantar m¨¢s de hora y media en pie escuchando sin descanso y en profundo silencio una m¨²sica, sin duda no f¨¢cil, a la que muy probablemente no est¨¦n acostumbrados. Ellos constitu¨ªan mayoritariamente el p¨²blico invitado por ¨¢ Patrimonio Nacional y el departamento de M¨²sica de la universidad Aut¨®noma de Madrid, los organizadores de estos preciosos ciclos que deber¨ªan prodigarse m¨¢s en ¨¦ste o en marcos semejantes, al estilo de lo que se hace en va¨ªses centroeuropeos.
Cuarteto de Varsovia
Cuarteto n¨²mero 1, opus 20, de Haydn. Cuarteto, KV 387, de Mozart. Cuarteto n¨²mero 3, opus 59, de Beethoven. Sal¨®n de Columnas del Palacio Real. Mi¨¦rcoles 30 de enero. Madrid
El Palacio Real posee un grupo de cuerda de Stradivarius, adquirido por Felipe V, que normalmente se utiliza para estos conciertos y para su repetici¨®n posterior en el marco m¨¢s amplio del Teatro Real.
Se trata de unos valios¨ªsimos instrumentos, tanto por su sonoridad como por su construcci¨®n, ornamentaci¨®n e historia, que siempre dejan admirados a los int¨¦rpretes que los tocan. As¨ª ha sucedido una vez m¨¢s con el Cuarteto de Varsovia, que ha ofrecido una cuidada y matizada versi¨®n del precioso programa escogido para la ocasi¨®n.
Si el Cuarteto n¨²mero 1 de Haydn mostraba ya un nuevo camino para la m¨²sica de c¨¢mara, Mozart, en sus seis cuartetos precisamente dedicados a aquel compositor, profundiza mucho m¨¢s. Se trata de piezas compuestas en el mismo brillante per¨ªodo en que escribi¨® El rapto, Las bodas de F¨ªgaro y varios de sus mejores conciertos para piano. El arte de elaborar temas heredado de Haydn, asimilado a su personal elegancia y gracia mel¨®dica, sobresale en el segundo motivo del Cuarteto, KV 387, que adem¨¢s posee un bell¨ªsimo tiempo lento y una trabajada fuga en su final. El dominio del Cuarteto de Varsovia volvi¨® a quedar patente en el tercero de los tres cuartetos rusos de Beethoven, y muy especialmente en el delicado andante y en la poderosa fuga final, muestra de la aut¨¦ntica m¨²sica.
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