Clima de crisis en Filipinas ante el juicio por el asesinato de Benigno Aquino
Filipinas se encuentra en plena efervescencia pol¨ªtica. As¨ª lo indica el inicio del procesamiento de 25 militares y un civil acusados del asesinato del l¨ªder de la oposici¨®n Benigno Aquino, el pasado 21 de agosto de 1983, que coincide con una agudizaci¨®n de la crisis econ¨®mica -60% de inflaci¨®n y 25.000 millones de d¨®lares (unos 4,W billones de pesetas) de deuda exterior-, adem¨¢s de huelgas peri¨®dicas, prolongaci¨®n de las guerrillas isl¨¢mica y comunista en Mindanao y Luz¨®n, y rumores pesimistas sobre la salud del presidente, Ferdinand Marcos.
En el marco del cambio pol¨ªtico -con una oposici¨®n que ya se muestra p¨²blicamente-, el poder militar se sit¨²a como la clave en la evoluci¨®n de los pr¨®ximos meses. Per¨ªodo en el que no se excluye un avance para una elecci¨®n presidencial -inicialmente prevista para 1987-, mientras el proceso hist¨®rico contra los presuntos asesinos de Benigno Aquino y de R 9lando Galman se anuncia como complejo y largo.El preproceso de los acusados por los asesinatos de Aquino y Galman -que comenz¨® el pasado viernes en Manila con la declaraci¨®n de no culpables de los 26 inculpados- continuar¨¢ el pr¨®ximo jueves 7 de febrero. A partir de entonces, de lunes a viernes, el tribunal, que preside el juez Manuel Param¨¢n, llamar¨¢ a declarar a los dem¨¢s testigos y a los 26 acusados.
Ante un proceso cuya duraci¨®n se estima en casi un a?o, con l¨ªderes militares claves en el banquillo, como el general Fabi¨¢n Ver, ex jefe del Alto Estado Mayor, la atenci¨®n pol¨ªtica se centra en cu¨¢l ser¨¢ la reacci¨®n de los militares filipinos.
Cuando el general Ver, de 65 a?os de edad, fue acusado por la comisi¨®n Agrava, en oto?o de 1984, por su "complicidad" en la conspiraci¨®n que acab¨® con Aquino, el presidente Marcos orden¨® su retiro temporal. Sin embargo, 68 generales y coroneles publicaron en la Prensa una carta abierta en defensa del general Ver, primo lejano del presidente Marcos; fue ch¨®fer y guardaespaldas del joven senador Marcos; en los a?os cincuenta lleg¨® al grado de comandante del batall¨®n de la guardia presidencial; despu¨¦s, jefe de los servicios de espionaje -durante la ley marcial de 1972-; responsable luego del mando de la seguridad presidencial, y finalmente, en 1981, a instancias del presidente Marcos, fue promovido al rango de comandante en jefe del Alto Estado Mayor.
La inc¨®gnita del futuro pasa por saber si los mandos militares se plegar¨¢n a las decisiones de la justicia o acabar¨¢n dividi¨¦ndose. Por el momento, el general Ver ha sido sustituido por el general Fidel Ramos, un militar formado en la prestigiosa academia castrense norteamericana de West Point y que contar¨ªa con el visto bueno de Estados Unidos para intentar controlar la reforma moderada de la Rep¨²blica filipina, que ha entrado ya en el proceso de relevo de la dinast¨ªa Marcos, con 19 a?os de poder absoluto.
El general Ramos pasa por ser un hombre m¨¢s orientado a las reformas que lo fue el general Ver. Cuenta con el apoyo de la nueva generaci¨®n de oficiales. Pero nadie se atreve a predecir en Filipinas cu¨¢l podr¨ªa ser la reacci¨®n de los militares si un l¨ªder de la oposici¨®n gana la pr¨®xima elecci¨®n presidencial o si, por razones de salud o de cambio pol¨ªtico radical -en un pa¨ªs con dos importantes guerrillas armadas, el Frente Moro de Liberaci¨®n Nacional, pro isl¨¢mico, y el nuevo Ej¨¦rcito Popular, promao¨ªsta-, desapareciera el presidente Marcos.
Un tanto desde la barrera, la Administraci¨®n norteamericana del presidente Ronald Reagan sigue ,con gran atenci¨®n la evoluci¨®n de filipinas. A primeros de este mes se entrevistaron por separado con el presidente Marcos el subsecrerio adjunto de Defensa, Richard Ermitage, y el subsecretario de Estado, Paul Wolfowitz.
Ambos eran portadores de un mismo mensaje: estimular una reforma militar moderada, capaz de ganar la confianza popular y garantizar una transici¨®n que no ponga en peligro los enormes intereses militares y estrat¨¦gicos de EE UU en la zona, en un pa¨ªs donde muchos analistas pol¨ªticos estadounidenses consideran que se dan condiciones casi id¨¦nticas a aquellas en las que surgi¨® la revoluci¨®n de Jomeini en Ir¨¢n.
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