Cuatro personalidades y una sola 'casta' para los acusados del asesinato de Popielusko
El juicio por el asesinato del sacerdote polaco Jerzy Popieluszko concluir¨¢ hoy con la sentencia que va a dictar el tribunal de Torun. Desde que el pasado 27 de diciembre comenz¨® el proceso se ha podido ver en el banquillo a cuatro acusados de personalidades muy diferentes, entre los que ha destacado el capit¨¢n Grzegorz Piotrowski, autor confeso del asesinato y ¨²nica persona para la que se ha pedido la pena capital.
Los cuatro acusados del asesinato del sacerdote Jerzy Popieluszko, que hoy esperan el fallo del tribunal de Torun, eran oficiales del Ministerio del Interior polaco, y por sus decl'araciones y comportamiento a lo largo del proceso, se advierte su esp¨ªritu de casta dentro de la sociedad, aunque se trata de personalidades diferentes: desde el bur¨®crata gris socialmente promocionado, como el coronel Adam Pietrusz al inteligente y fan¨¢tico capitan Grzegorz Piotrowski.El aut¨¦ntico l¨ªder, la personalidad m¨¢s fuerte de los cuatro acusados de Torun es sin duda Piotrowski, de 33 a?os, casado y con dos hijos de 8 y 6 a?os, para quien el fiscal pidi¨® la pena de muerte. Matem¨¢tico de carrera, 1,92 de altura y 102 kilos de peso, y antiguo baloncestista, Piotrowski compareci¨® ante el tribunal siempre culidadosamente vestido, con un toque deportivo en el estilo.
Para una joven de Varsovia, que lo vio en televisi¨®n, "es un hombre hermoso y con una cara interesante, a pesas de lo que hizo. A su lado, el resto de los acusados parecen gente sin importancia". La mirada de Piotrowski da sensaci¨®n de dureza, frialdad y fanatismo. Un destacado jurista coment¨® a este corresponsal en Varsovia: "Yo no soy un partidario de las tesis de Lombroso, pero este Piotrowski podr¨ªa servir como confirmaci¨®n de ellas". El penalista italiano Cesare Lombroso defendi¨® el siglo pasado sus tesis sobre el delincuente nato.
Seguro de s¨ª mismo
Piotrowski hizo uso de la palabra el ¨²ltimo d¨ªa del proceso, durante una media hora, y aprovech¨® para presentarse como un hombre seguro de s¨ª mismo, que se niega a pedir clemencia y que, al mismo tiempo, trata de crear una leyenda sobre sui. persona en un discurso claramente orientado hacia su gente, al aparato del Ministerio del Interior, en el que, sin duda, sus palabras no dejar¨¢n de producir efecto.
Sobre el origen social de Piotrowski circula en Polonia la versi¨®n de que es hijo de un coronel de los servicios secretos, lo que no est¨¢ confirmado oficialmente. En Torun sali¨® a relucir que su mujer trabaja como secretaria de un alto cargo en la jerarqu¨ªa del Ministerio del Interior. Esto se supo por las declaraciones de su secretaria, a quien Piotrowski pidi¨® que llamase a su mujer para preguntarle d¨®nde estaba su pistola, porque ¨¦l estaba vestido con pantalones vaqueros y no le parec¨ªa indumentaria adecuada para presentarse en el despacho donde trabaja su esposa.
La carrera de Piotrowski fue mete¨®rica. Desde su ingreso en la polic¨ªa en 1975, en Lodz, hasta llegar a la importante jefatura de secci¨®n en el Ministerio del Interior pasaron menos de nueve a?os. Su superior y compa?ero de banquillo, el ex coronel Adam Pietruszka, tard¨® casi 20 a?os en llegar al mismo nivel. Fan¨¢tico del trabajo, que le hace abandonar incluso sus obligaciones familiares, declar¨® ante el tribunal: "Dediqu¨¦ al servicio del Ministerio del Interior toda mi vida adulta, sacrifiqu¨¦ a mi familia. Ese trabajo era toda mi vida y mi droga".
En un momento de su vida, Piotrowski tuvo que internarse en la unidad de vigilancia intensiva de un hospital de Lodz y cuenta que, tras la reanimaci¨®n, escribi¨® una nota a su mujer y le pidi¨® que educase a sus hijos "como buenos polacos y buenos comunistas". Sobre esta base argumenta Piotrowski que ¨¦l nunca pretendi¨® una provocaci¨®n contra el Estado y el r¨¦gimen con el que se siente identificado. A la hora de explicar la muerte de Popieluszko, Piotrowski exculp¨® en sus palabras finales a su jefe Pietruszka y pidi¨® benevolencia para sus subordinados, los ex tenientes Leszek Pekala y Waldemar Chrnielewski. Para ¨¦l mismo se neg¨® a pedir clemencia: "Estoy cara a una sentencia que tal vez sea de muerte. La decisi¨®n est¨¢ en manos del tribunal, pero mi car¨¢cter es de una forma que, sencillamente, no sabe pedir clemencia".
Piotrowski da muestras de formaci¨®n y cultura en su discurso, le¨ªdo con tono sereno, correcto, monocorde y sin vacilaciones. En un determinado pasaje deja entrever lo que realmente parece haber sido su motivaci¨®n para el crimen: la impotencia y frustraci¨®n del polic¨ªa ante el que considera su enemigo. "Nuestro sistema legal tiene ciertos huecos que imposibilitan limitar las actividades de algunos obispos y sacerdotes que se orientan en la pr¨¢ctica a la confrontaci¨®n con el Estado", dijo, para a?adir seguidamente, "hay que sentir como se siente en el frente pol¨ªtico el soldado a quien han quitado las armas y cuenta solamente con sus buenos deseos".
El acusado de m¨¢s rango en Torun es el ex coronel Adam Pietruszka, de 46 a?os, que era subdirector del departamento encargado del seguimiento de la Iglesia en el Ministerio del Interior. El fiscal pidi¨® para ¨¦l 25 a?os de c¨¢rcel por instigaci¨®n al asesinato. Pietruszka es hombre de una generaci¨®n anterior a Piotrowski, procede de la llamada promoci¨®n social y sus estudios fueron de t¨¦cnico ferroviario en Poznan antes de comenzar, en el a?o 1961, a trabajar en la polic¨ªa de Szczecin. En el proceso dijo que su formaci¨®n. acad¨¦mica era la de jurista, aunque un periodista polaco coment¨® ir¨®nicamente: "Ser¨ªa uno de esos estudiantes de Derecho que de cuando en cuando llaman al rector de la, universidad para enterarse en qu¨¦ curso est¨¢n ya y le ri?en si se enteran de que han progresado poco".
Un personaje odioso
Los testigos que declararon en Torun hablan de Pietruszka como un personaje odioso. La secretaria de Piotrowski dijo que le ten¨ªa miedo y otros le describen como desp¨®tico. El fiscal atribuy¨® a Pietruszka la sugerencia de proceder contra Popieluszko.
Seg¨²n las primeras declaraciones, el ex coronel discuti¨® con Piotrowski la necesidad de dar un escarmiento al cura y se habl¨® de la posibilidad de que se cayese del tiren o le diese un infarto si ten¨ªa un coraz¨®n d¨¦bil.
Ante el tribunal de Torun, en sus palabras finales, Pietruszka pidi¨® que se cumpla la legalidad y se adhiri¨® a su abogada, que reclam¨® para su defendido la libre absoluci¨®n.
El ex teniente Waldemar Chmielewsksi, de 29 a?os, entr¨® en el ministerio gracias al apoyo de Pietruszka, un amigo de su padre, que tarribi¨¦n era coronel del Ministerio del Interior. Casado y con un hijo de a?o y medio, su mujer apareci¨® los primeros d¨ªas del proceso en Torun con un embarazo muy avanzado.
Ante el tribunal, Chmielewski apareci¨® completamente destrozado: su cara se contrajo cont¨ªnuamente y produjo unas muecas pavorosas, habl¨® entrecortadamente y tartamudeando. En varias ocasiones se vino abajo y oblig¨® a interrumpir el proceso. El ¨²ltimo d¨ªa, al final de sus palabras, cay¨® al suelo entre gritos.
Hijo de un coronel del Ministerio del Interior, Chmielewski trabaj¨® en un banco de Varsovia, hasta que empez¨® su servicio militar en las unidades especiales de polic¨ªas antidisturbios, los zomo. Despu¨¦s estudi¨® en una escuela de polic¨ªa y a las seis semanas de terminar, ingres¨® en el Ministerio del Interior por recomendaci¨®n de Pietruszka. En sus palabras finales, Chmielewski dijo a duras penas: "Es para m¨ª la mayor tragedia personal" y habl¨® del resentimiento hacia sus superiores, "se aprovecharon de mi fe y la confianza que ten¨ªa de positada en ellos". Luego mencion¨® un relato de un jorobado, que lleva su carga hasta despu¨¦s de la muerte y no puede desprenderse de ella. "Este estigma recae tambi¨¦n sobre mi familia. Me resulta dif¨ªcil mirarles a los ojos y no se si podr¨¦ volver a presentar me como padre ante mis hijos. S¨®lo quiero pedir al tribunal es peranza. Sin esperanza, nada tiene sentido, s¨®lo quiero pedir una pena moderada", dijo.
El cuarto acusado, Leszek Pekala, 32 a?os, es el ¨²nico soltero. Estudi¨® electr¨®nica y luego ingres¨® en la polic¨ªa. Lleg¨® a teniente en el Ministerio del Interior, adonde fue destinado despu¨¦s de trabajar en algunas comisar¨ªas de provincias. Se sabe que su madre se encuentra en un delicado estado de salud. En varias ocasiones durante su declaraci¨®n ante el tribunal, solloz¨®.
Balbuceante y entre suspiros, a duras penas articul¨® sus palabras finales el pasado martes: "Quiero expresar mi profundo sentimiento de culpabilidad. Veo y comprendo mi enorme error, las inmensas desgracias a que contribuye. Demasiado tarde comprend¨ª mi error al confiar enormemente y sin vacilaciones en mi superior". Al final pidi¨® al tribunal la m¨ªnima condena posible, "que me permita esperar mi reintegraci¨®n en la sociedad".
La sentencia en Torun se pronunciar¨¢ hoy a las dos de la tarde.
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