Guinea Ecuatorial, suma y sigue
La integraci¨®n de Guinea Ecuator¨ªal en la zona econ¨®mica del franco, en vigor desde el pasado 1 de enero, zanjar¨¢ la relaci¨®n especial entre Espa?a y su ex colonia. El dise?o completo de la cooperaci¨®n espa?ola, centrado sobre la educaci¨®n y la sanidad, ser¨¢ modificado. El monto total de lo invertido por Espa?a se cifra en 15.000 millones de pesetas desde 1979. La deuda exterior guineana con Espa?a asciende a 6.500 millones de pesetas.La opini¨®n espa?ola ha sido muy sensible a las relaciones entre Madrid y Malabo. Nadie consigui¨® despejar la sospecha de que Espa?a malgast¨® sus esfuerzos all¨ª.
Teodoro Obiang Nguema derroc¨® a su t¨ªo, el dictador Francisco Mac¨ªas, en agosto de 1979. Espa?a adopt¨® entonces el compromiso moral y pol¨ªtico de apoyar el desarrollo de Guinea Ecuatorial. El pa¨ªs se hallaba en una postraci¨®n econ¨®mica y social sin precedentes.
Miles de personas hab¨ªan sido ejecutadas por el dictador Mac¨ªas. Unas 125.000 personas hab¨ªan huido al extranjero. Las enfermedades end¨¦micas azotaban a la poblaci¨®n, de unos 300.000 habitantes, sumida en una miseria dificilmente compatible con la subsistencia. El consumo de pan y el de vitaminas, entre otros, estaba prohibido por Mac¨ªas. Guinea Ecuatorial era el ¨²nico pa¨ªs del mundo que carec¨ªa de fluido el¨¦ctrico.
Con la llegada de la democracia a Espa?a y con el derrocamiento de Mac¨ªas luego, Madrid comenz¨® a valorar la alta renta de situaci¨®n de la ex colonia, enclavada en el Golfo de Biafra, y sus potencialidades agrarias y petroleras como motores del futuro.
Los ricos crudos hallados en su plataforma continental auguraban un horizonte esperanzador, despu¨¦s de numerosas prospecciones al Norte de la isla de Bioko. Las perspectivas de explotaci¨®n de uranio y, de las sales de titanio, en la zona continental de R¨ªo Muni, eran valoradas de modo halag¨¹e?o.
Un pa¨ªs descoyuntado
Pero las cosas se desarrollaron de otra forma. El Estado guineano, no exist¨ªa. Tampoco exist¨ªa sector p¨²blico ni privado en la econom¨ªa del pa¨ªs, descoyuntada por Mac¨ªas. Ni siquiera hab¨ªa un m¨ªnimo bastidor administrativo sobre el que soportar aquel desarrollo previsto.
Unos 2.500 espa?oles viven en Guinea Ecuatorial. 300 de ellos son cooperantes adscritos a 8 ministerios. Numerosos acuerdos de cooperaci¨®n se firmaron desde entonces, para el desarrollo global del pa¨ªs africano, desde los relativos a materias pesqueras, hasta los de hidrocarburos, los telef¨®nicos, o la formaci¨®n profesional.
Los esfuerzos de la cooperaci¨®n espa?ola para ayudar a poner en marcha un aparato estatal guineano no prosperaron. Fracasaron por la desidia, la corrupci¨®n o la desconfianza guineana hacia la ex metr¨®poli. Nadie quer¨ªa trabajar las otrora riqu¨ªsimas plantaciones de cacao, de caf¨¦, banano y otros cultivos tropicales. Obiang no fue capaz de seducir a su pueblo con un proyecto pol¨ªtico. Carece de ¨¦l.
Numerosos incidentes y percances de protocolo, junto con hechos de arrogancia probada de funcionarios guineanos en Espa?a e irregularidades de particulares espa?oles en Guinea Ecuato
Guinea Ecuatorial, suma y sigue
rial, arruinaron la confianza necesaria para cooperar.El deterioro de las relaciones culmin¨® en 1983 con la exigencia guineana de que Espa?a retirara a sus cooperantes del ¨¢rea de Seguridad y Defensa y con el asilo, en la embajada espa?ola en Malabo, del sargento Venancio Mic¨®, involucrado en un intento de golpe contra Obiang.
Pese a la estabilidad conseguida en los nexos Madrid-Malabo despu¨¦s del asilo de Mic¨® (primero preso de los marroqu¨ªes en el llamado Corral de Frapejo, en Malabo, y hoy presumiblemente en la prisi¨®n de Black Beach) la situaci¨®n ha empeorado mucho.
Medios solventes creen que Teodoro Obiang Nguema considera desproporcionada la influencia de Gab¨®n en el ¨¢rea y que desea desprenderse de la presencia militar marroqu¨ª en Malabo. Unos 500 soldados marroqu¨ªes nutren su guardia que le fue brindada por Rabat a petici¨®n del poderoso Omar Bongo de Gab¨®n, en 1979. Malabo mantiene con Libreville contenciosos abiertos como el de la ocupaci¨®n militar gabonesa de las islas petroleras de M'Ba?¨¦.
Obiang desea mantener la cooperaci¨®n espa?ola. Pero dentro de la estructura del clan, modo de organizaci¨®n del poder pol¨ªtico en numerosos pa¨ªses africanos, Teodoro Obiang carece del poder de legado de los ancianos, un manojo de arcanos y de saberes tradicionales. No se trata de algo esot¨¦rico. Es m¨¢s bien un c¨²mulo de conocimientos basados en la experiencia comunal y tribal, donde medicina, cirug¨ªa, alimentaci¨®n, indumentaria y magia, las artes para subsistir, devienen un poder paralelo al pol¨ªtico.
El poder de Obiang Nguema es pues limitado. Otros, con otras preferencias y otros aliados, disfrutan de poderes a su alrededor. De ellos proceden las conductas que han zancadilleado las relaciones de Guinea con Espa?a. El episodio del aeropuerto de Malabo ha sido el ¨²ltimo ejemplo.
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