El poeta y la gente

CON ESPRIU no muere tan s¨®lo un gran poeta, uno de los mayores poetas que ha dado la cultura hisp¨¢nica de este siglo. En los a?os de la dictadura, la labor silenciosa y retirada del escritor, del artesano de la lengua catalana, se proyect¨® en forma de mensaje civil y democr¨¢tico desde el recogimiento de quien viv¨ªa "para salvar las palabras, para devolver el nombre a cada cosa". En aquellos a?os ¨¢ridos, la obra de Espriu fue el fulgor de una cultura que se manten¨ªa en las catacumbas de la represi¨®n, que demostraba la grandeza de la literatura catalana y la pluralidad que lat¨ªa bajo la bota del uniformismo y de la censura. Fue tambi¨¦n expresi¨®n de un pensa miento po¨¦tico de honda vocaci¨®n hisp¨¢nica, que hizo donaci¨®n de no pocas ideas y sentimientos al caudal ideol¨®gico del antifranquismo y de la transici¨®n hacia la democracia. Fue un testimonio ¨¦tico y una voz solitaria y ¨²nica, como la de todos los poetas, pero a la vez llena de resonancias y proyecciones colectivas, fruto de una irreductible actitud de compromiso con las palabras y con su pueblo.Obras como La pell de brau y Primera historia d'Esther, o montajes teatrales sobre sus textos, como Ronda de mort a Sinera, forman parte ya de la memoria colectiva de este pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ incluso de su propio significado literario. El poeta que ahora desaparece era algo m¨¢s que un mero ingeniero del verso. La esperanza de una comunidad de pueblos democr¨¢tica, libre, rica y feliz, para decirlo en par¨¢frasis de sus poemas, donde las diferencias de lengua y de cultura sean riquezas aportadas a un acervo com¨²n, donde los paisajes y los sentimientos de la petita p¨¤tria sean tambi¨¦n aportaci¨®n civil a la convivencia de todos los pueblos de Espa?a, fue la idea central que Salvador Espriu aport¨® a todos sus conciudadanos.