Leer en domingo
"Odio los domingos...". No ser¨¢n pocos los que recuerden la ronca, dram¨¢tica voz de Edith Piaf cantando sus razones para odiar los domingos. Las admito y las comprendo, pero no las comparto. El domingo es para m¨ª el d¨ªa en que, si nada me agobia o me requiere, puedo comprobar la gran verdad que sobre la acci¨®n de los libros egregiamente enunci¨® Quevedo: "Si no siempre entendidos, siempre abiertos, / o enmiendan o secundan mis asuntos, / y en m¨²sicos callados contrapuntos / al sue?o de la vida hablan despiertos".Al sue?o de la vida hablan despiertos. Cierto. ?Acaso la vida no es, solapada o sucesivamente, pensar y so?ar, hablar e imaginar, hacer y desear? ?Y no son todas estas actividades las que la lectura pone en juego? Muy claramente lo percibo esta tarde, porque tanto por su tema como por su contenido pocos libros cumplir¨¢n esa funci¨®n de hablar al sue?o de la vida tan literalmente como el que hace unas horas tom¨¦ en mis manos: I linguaggi del sogno, volumen en el cual dos docenas de autores calificados estudian la rica gama de los lenguajes con que el ensue?o (s¨®lo diciendo el ensue?o o los sue?os podemos nosotros distinguir entre el acto de so?ar y el acto de dormir) habla hoy a la mente humana.
Recoge este libro las lecciones pronunciadas hace un par de a?os en el 24? curso internacional de la veneciana Fondazione Giorgio Cini, y s¨®lo con su portada me ha tra¨ªdo el grat¨ªsimo recuerdo de las dos ocasiones en que he sido hu¨¦sped de ella. Grat¨ªsimo fue para m¨ª, en efecto, el gozo de contemplar una y otra vez los dos portentosos claustros del viejo monasterio de San Giorgio Maggiore, donde la Fondazione tiene su sede, y la elegante arquitectura paladiana de su templo; y m¨¢s a¨²n el ocasional pasmo est¨¦tico de ver, en el curso de una ma?ana de niebla, c¨®mo de la densa y uniforme grisura del horizonte nac¨ªa y poco a poco se configuraba la maravilla de las construcciones que se extienden desde la Chiesa della Salute a la Riva degli Schiavoni. Como remontando tiempo arriba la historia de la pintura, Z¨®bel se hac¨ªa Turner y Turner se transformaba en Guardi o en Canaletto. Inolvidable experiencia visiva.
Pero vengamos a I linguaggi del sogno. Todos saben que la interpretaci¨®n de los sue?os, cuyo origen se pierde en la prehistoria, empez¨® a cobrar cariz cient¨ªfico con uno de los m¨¢s famosos y geniales libros de Freud, el titulado Traumdeutung. El ensue?o ser¨ªa un mecanismo del inconsciente para realizar simb¨®licamente deseos reprimidos en el curso de la vida vigil. R¨ªos de tinta han corrido desde entonces para glosar, ampliar, corregir o contradecir la onirolog¨ªa freudiana, pero algo realmente s¨®lido debe de haber en ella cuando todos la consideran ineludible punto de partida para cualquier acercamiento cient¨ªfico al tema del ensue?o.
Freud elabor¨® su doctrina interrogando a sus pacientes, oyendo sus relatos y pensando psicoanal¨ªticamente acerca de lo o¨ªdo. Todo en su pensamiento y en su m¨¦todo fue pura psicolog¨ªa. ?Por qu¨¦? ?Porque a Freud no le importaba gran cosa, en tanto que onir¨®logo, el esencial car¨¢cter org¨¢nico de la vida del hombre? En modo alguno. Con toda claridad afirm¨® en una ocasi¨®n que sus interpretaciones eran psicol¨®gicas y s¨®lo psicol¨®gicas, porque la ciencia de su tiempo no permit¨ªa establecer con rigor suficiente la correlaci¨®n entre los procesos ps¨ªquicos y la actividad del cerebro. No es ?l¨ªcito suponer, pues, que el creador del psicoan¨¢lisis, tan competente neur¨®logo y experimentador en los primeros a?os de su carrera, habr¨ªa acogido con el m¨¢s vivo inter¨¦s tanto el inicial hallazgo neurofisiol¨®gico de Aserinsky y Kleitman (1953) (el hecho de que el ensue?o se produzca precisamente en una determinada fase del sue?o, la llamada fase parad¨®jica, en la cual se hace muy viva la actividad el¨¦ctrica y qu¨ªmica del cerebro y oscilan con rapidez los globos oculares) como la abundante investigaci¨®n experimental a que ha dado lugar.
Baste mencionar el curios¨ªsimo hecho que la experimentaci¨®n en el gato ha puesto en evidencia. Es parad¨®jica la fase del sue?o antes mencionada porque en ella, siendo pr¨¢cticamente nula la informaci¨®n sensorial relativa al mundo exterior -el sujeto dormido no oye, no ve, etc¨¦tera-, es tan activa como en la vigilia la din¨¢mica intracerebral. Cualesquiera que sean la configuraci¨®n esc¨¦nica y la interpretaci¨®n psicol¨®gica de los sue?os, ¨¦stos son visiones susceptibles de ser recordadas al despertar. ?De d¨®nde proceden, pues, los est¨ªmulos que las determinan? Experimentos de Jouvet y Delorme han determinado cu¨¢les son los circuitos neurol¨®gicos que ponen en relaci¨®n las zonas de la corteza cerebral correspondientes a la actividad visiva con las m¨¢s arcaicas e instintivas formaciones nerviosas que regulan la fase parad¨®jica del sue?o. Lo cual, trasladado a lo que tambi¨¦n acontece en el cerebro humano durmiente, nos permite asomarnos neurofisiol¨®gicamente al abismo psicol¨®gico entrevisto por Freud: que en el acto de so?ar entran en juego y se hacen drama inconsciente los m¨¢s profundos demonios interiores de nuestra existencia. Un paso m¨¢s en el proceso de interconexi¨®n entre la neurofisiolog¨ªa y el psicoan¨¢lisis, tan certera y documentadamente estudiado por Rof Carballo en sus libros Biolog¨ªa y psicoan¨¢lisis y Teor¨ªa y pr¨¢ctica psicosom¨¢tica.
Dos lenguajes del ensue?o nos hablan as¨ª. Por un lado, el descubierto por la psicolog¨ªa profunda, cualquiera que sea la escuela
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(freudiana ortodoxa, adleriana, junguiana o ecl¨¦ctica) a que pertenezca el analista de las profundidades de la psique. A trav¨¦s de ¨¦l los sue?os nos dicen algo acerca de la vida personal del so?ante. Por otra parte, el neurofisiol¨®gico, que ha comenzado a mostrarnos c¨®mo la psique y el organismo son tambi¨¦n en el so?ar dos aspectos operativos de una misma realidad unitaria; si se quiere, la cara y la cruz de una misma moneda. Sue?an ciertos animales y sue?a el hombre, y aunque el so?ar humano sea distinto del so?ar animal, la analog¨ªa en el proceso neurofisiol¨®gico de uno y otro nos hace ver que nuestro so?ar es un fen¨®meno a la vez ur¨¢nico y tel¨²rico; ur¨¢nico, porque en ¨¦l, bien que por modo inconsciente, interviene la actividad en que nuestra existencia tiene su cielo: la imaginaci¨®n; y tel¨²rico porque en la din¨¢mica de la tierra viviente que somos -ll¨¢mese a ello intracuerpo, soma o proceso org¨¢nico- tiene su cuerpo la vida on¨ªrica. El lenguaje psicol¨®gico y el lenguaje neurofisiol¨®gico del ensue?o no son sino expresiones distintas de un mismo proceso: el de la vida humana realizada en un hombre singular.
?S¨®lo psicol¨®gico y neurofisiol¨®gico es el lenguaje de los sue?os? Y puesto que el decir de ¨¦stos no es absurdo, puesto que posee un sentido interpretable, ?cu¨¢l ser¨¢ la l¨®gica propia del lenguaje on¨ªrico?
Vuelvo al libro que ha llenado mi ocio dominical. Uno de sus autores, el sutil y diserto ensayista ginebrino Jean Starobinsky, estudia el papel del ensue?o en la poes¨ªa de Baudelaire y pone ante nosotros otro lenguaje del so?ar: el que cobra forma en la obra de arte cuando ¨¦sta consiste en la elaboraci¨®n de un sue?o de su autor. Baudelaire, que con toda probabilidad hab¨ªa le¨ªdo a Artemidoro de Daldis, el gran cl¨¢sico de la onirolog¨ªa antigua, dedic¨® muy especial atenci¨®n al tema del ensue?o; tanta, que lleg¨® a proyectar la composici¨®n de una On¨¦irocritie en la cual ser¨ªan recogidos e interpretados sus propios sue?os al lado de ficciones cuyo personaje central fuera un hombre so?ante. Pues bien, reduciendo a sumar¨ªsimo esquema este sugestivo costado del pensamiento bodeleriano, dos parecen ser para el genial poeta los motivos centrales de la significaci¨®n del ensue?o: uno positivo o po¨¦tico (el ensue?o como fuente de inspiraci¨®n, la funci¨®n prospectiva del ensue?o de que hablar¨¢ Jung) y otro negativo o f¨®bico (el ensue?o como trance vital que angustiosamente nos pone ante el abismo de la muerte). El Freud de la madurez, el que complet¨® el eros y el principio del placer con la contrapuesta realidad del th¨¢natos o instinto de la muerte, ?qu¨¦ hubiese dicho en el caso de qu¨¦ haber meditado sobre la incipiente onirolog¨ªa del autor de Las flores del mal?
Por su parte, Ignacio Mate Blanco, fino y profundo conocedor de la obra, freudiana y de la l¨®gica moderna, se propone mostrar c¨®mo las cinco caracter¨ªsticas formales que Freud distingui¨® en el pensamiento on¨ªrico -ausencia de incompatibilidad entre lo contradictorio, desplazamiento, condensaci¨®n, fusi¨®n de la realidad exterior con la realidad ps¨ªquica, atemporalidad- son reducibles a una estructura bil¨®gica y multidimensional del pensamiento, cuyos principios, reglas y posibilidades expone con singular lucidez. Atentamente considerado, el hecho de so?ar no es un ejercicio de la mente ca¨®tico y absurdo. Mas para advertirlo es preciso instalarse en un plano del pensar en el cual, como dir¨ªa Baudelaire, nuestra actividad mental "ha logrado salir de los N¨²meros y, los Seres".
M¨²ltiples son, pues, los lenguajes del sue?o, y en la faena de descubrirlos y conocerlos tiene uno de sus m¨¢s fascinantes campos la antropolog¨ªa actual. M¨¢s all¨¢ de la sentencia calderoniana, la vida es y no es sue?o. Es sue?o en cuanto que de alg¨²n modo concede realidad biogr¨¢fica a lo que so?amos. No es sue?o en cuanto que su realidad da fundamento tanto al ensue?o como a la sensaci¨®n y la inteligencia. En cualquier caso, el sue?o es vida. Confirmando a Quevedo, as¨ª me lo ha hecho ver, esta tarde de domingo, el vario y rico contenido de I linguaggi del sogno.
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