'Docudrama' de lujo
Habitualmente, las cr¨ªticas de las pel¨ªculas acostumbran a atribuir la paternidad de las mismas al director, personaje al que se imagina coordinando el trabajo de otros muchos profesionales y ¨²nico entre ellos que tiene en su cabeza la totalidad de la pel¨ªcula. Es un convencionalismo que olvida a guionistas y, sobre todo, a productores. A menudo, son estos ¨²ltimos quienes han decidido realmente el tipo de pel¨ªcula que debe surgir de la inversi¨®n de tanto dinero y esfuerzo. Los gritos del silencio es un filme de productor, de David Puttnam, el hombre de Carros de fuego y Local hero, y es una cinta bien acabada, en la que los decorados son fruto de una meticulosa labor de reproducci¨®n t¨ªpica en el cine brit¨¢nico.Los gritos del silencio parte de la aventura personal de dos periodistas reales -S. Schanberg y D. Pran, colaboradores de The New York Times- para explicar, a trav¨¦s de la cr¨®nica de sus peripecias, la historia, reciente de Camboya, desde los ¨²ltimos d¨ªas del Gobierno pronorteamericano de Lon Nol hasta el momento en que el r¨¦gimen prochino de Pol Pot entra en guerra de nuevo, ahora con sus vecinos vietnamitas.
Los gritos del silencio
Director: Roland Joff¨¦. Int¨¦rpretes: Sam Waterston, Haing S. Ngor, John Malkovich, Julian Sands, Craig T. Nelson, Spalding Gray. Gui¨®n: Bruce Robinson, basado en la experiencia personal y los escritos de Sydney Schailberg y Dith Pran. Fotograf¨ªa: Chris Menges. M¨²sica: Mike Oldfield. Productor: David Puttnam. Inglesa, 1984. T¨ªtulo original: The killing fields.Estreno en cine Avenida. Madrid.
Si Puttnam ha decidido emplear tantos medios no es tan s¨®lo para contribuir al prestigio positivista de la imaginer¨ªa cinematogr¨¢fica brit¨¢nica, sino para conseguir que el inter¨¦s del espectador se desplace y hable del filme y de la realidad como si fueran una misma cosa. Los gritos del silencio quiere que la Camboya que vemos en la pantalla sustituya a la que hemos ido fabric¨¢ndonos a partir de retazos de informaci¨®n period¨ªstica, de manera que los incomprensibles fragmentos que ten¨ªamos en la cabeza se integren en este relato de amistad.
Claro que la pel¨ªcula choca frontalmente, en su intento por constituirse en documento objetivo, con la necesidad de dar una m¨ªnima estructura dram¨¢tica a lo que se pretende mera descripci¨®n. De esta manera, las desventuras de los dos amigos, separados por la dogm¨¢tica utop¨ªa agraria de Pol Pot, pasan a un primer plano y ocultan cualquier explicaci¨®n coherente sobre las razones de tanto fanatismo, que una vez m¨¢s, y tal como acostumbra a suceder cuando el cine occidental se ocupa de Oriente, acaba por no ser comprensible si no es recurriendo al t¨®pico.
La filmograf¨ªa estadounidense sobre Vietnam est¨¢ repleta de t¨ªtulos en los que el ¨²nico drama es la muerte de soldados de Ohio, como si los de Hanoi o Saig¨®n fueran meros insectos. Y eso en el mejor de los casos, es decir, cuando no se proclama abiertamente la necesidad de fumigarlos. En Los gritos del silencio las cosas no son tan simples, aunque tambi¨¦n aqu¨ª, tal y como explica R. S¨¢nchez Ferlosio, la noticia pesa mucho m¨¢s que lo notificado", y el destino de los dos periodistas es much¨ªsimo m¨¢s importante que el del mill¨®n de camboyanos muertos.
Para lograr fundir ambiciones documentales e intensidad en la ficci¨®n, la pel¨ªcula no duda en forzar un montaje paralelo de la lucha por la supervivencia del protagonista camboyano con la batalla de concienciaci¨®n desempe?ada por el periodista norteamericano, montaje que no llega a ensamblar realmente las dos historias. Docudrama de lujo, honesto y meticuloso, Los gritos del silencio es una versi¨®n modernizada de aquel cine bautizado como de tesis en el que la trascendencia del tema y su poder de denuncia hac¨ªan innecesario un deseo real de filmaci¨®n.
Babelia
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