Contactos catalanes. Sagarra y Riba
19 de febrero de 1952Comida con Aleixandre, el poeta catal¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa de Sagarra y Carlos Bouso?o. Es Vicente quien invita, siguiendo su pol¨ªtica literaria de acercamiento a los escritores catalanes. Quiere que se rompa en lo posible el aislamiento en que se encuentran, y que nos ocupemos de ellos en la revista ?nsula, proyecto en el que coincidimos. Sagarra es hombre simp¨¢tico, charlador y ameno. Nos cuenta mil cosas de su vida pasada y presente, y de sus trabajos como traductor durante la guerra civil. "He podido vivir esos tres a?os traduciendo La divina comedia al catal¨¢n", nos dice. Y alaba a Camb¨®, su mecenas durante a?os. Despu¨¦s ha traducido todo Shakespeare, y a¨²n le ha quedado tiempo para escribir libros de poes¨ªa y estrenar varias obras dram¨¢ticas. Hablamos de Paulina Crusat, la traductora de Jean Moreas en Adonais, que actualmente prepara una antolog¨ªa de poetas catalanes contempor¨¢neos tambi¨¦n para esa colecci¨®n. Vicente elogia el talento de Paulina, por los art¨ªculos suyos en ?nsula, y le pregunta a Sagarra si la conoce. "No s¨®lo la conozco", contesta, "sino que estuve enamorado de ella cuando era joven y bonita". Por el relato que nos hace Sagarra deducimos que Paulina le dej¨® para casarse con otro. Y ya no se vieron m¨¢s hasta que hace un a?o, a 30 de distancia de aquel impulso amoroso de juventud, aparece Paulina por Barcelona y le pide una entrevista, una cita un tanto misteriosa en un bar de la ciudad. Acude el poeta, pero no Paulina. A los pocos d¨ªas ella le escribe desde Mallorca reproch¨¢ndole que faltase a la cita,y ¨¦l le contesta que fue ella quien no acudi¨®. Por fin, tras nuevas cartas y explicaciones, todo se aclara, y Paulina le env¨ªa unas versiones castellanas de poemas suyos, con lo que Sagarra qued¨® satisfecho y agradecido.
La comida con Sagarra fue en el mes¨®n de San Javier, pr¨®ximo a la plaza de la Villa, restaurante no muy exquisito que debi¨® defraudar un tanto al consumado gourmet que es el poeta catal¨¢n. Rechaz¨® por dos veces su raci¨®n de cochinillo. Justificadamente, desde luego. En la animada charla se habl¨®, naturalmente, de poes¨ªa catalana, y no tardamos en darnos cuenta de la rivalidad que existe entre Carles Riba, el ¨ªdolo de los j¨®venes, y S agarra. A los pocos d¨ªas, la misma Paulina me lo confirm¨® en una carta: Sagarra ha escogido el ¨¦xito popular; Riba, la poes¨ªa pura. Son dos caminos muy distantes y es muy dif¨ªcil que se encuentren. Cuando Sagarra nos confiesa que con varias ediciones de bibli¨®filo de algunos libros suyos ha ganado m¨¢s de un mill¨®n de pesetas nos quedamos at¨®nitos. Terminada la comida, nos acercamos al caf¨¦ de Levante, en la Puerta del Sol, cuyo p¨²blico a esas horas lo forman tratantes, gitanos y prostitutas. Era divertido ver a Vicente y a Sagarra, ambos impecables en su elegante atuendo, entre la variopinta picaresca del caf¨¦. Sagarra dedic¨® un rato a contarnos la leyenda de Montserrat y el argumento de su extenso poema -unos 15.000 versos- inspirado en la famosa leyenda. Dan las seis. Hora sagrada para el reposo de Vicente. Pero hacemos todav¨ªa una r¨¢pida visita a la tertulia de ¨ªnsula, en la calle del Carmen, y nos despedimos. Sagarra: un poeta y un humanista que sabe vivir bien y gozar sabrosamente de la vida.
18 de mayo
En Velintonia. Me cuenta Vicente que ha estado a verle Rafael Santos Torroella para hablarle del proyectado congreso de poes¨ªa, del que es secretario, y que patrocina Joaqu¨ªn P¨¦rez Villanueva, director de Ense?anza Universitaria y uno de los hombres m¨¢s abiertos del r¨¦gimen. La visita ten¨ªa por objeto pedirle a Vicente que formara parte del comit¨¦ organizador y participara en las tareas del congreso, que va a tener lugar en Segovia, en la vieja iglesia rom¨¢nica de San Quirce, hoy vac¨ªa y abandonada y en otro tiempo sede de la universidad popular donde Antonio Machado daba clases gratuitas de franc¨¦s. Vicente ha pedido un plazo para decidirse, pero me confiesa que no tiene ninguna gana de que su nombre figure en ese comit¨¦ organizador al lado de Pem¨¢n, Fox¨¢ y otros falangistas. "No creo mucho", me dice, "en la utilidad de tales congresos, que no sirven m¨¢s que para utilizarlos como propaganda en el exterior y para que mangoneen unos cuantos y se luzcan otros. Le he propuesto a Torroella que sustituya a Fox¨¢ por Carles Riba. Si asisten los catalanes -Riba, Foix, M. Manent-, asistir¨ªa yo, porque me parece importante que por primera vez los poetas catalanes abandonen su aislamiento y se re¨²nan con los poetas del resto de Espa?a. Me ha dicho Torroella que la convocatoria la firmar¨¢n tambi¨¦n D¨¢maso, Gerardo, Panero, Ridruejo y Rosales. Quiz¨¢, si hay una atm¨®sfera de libertad, puedan decirse cosas que no podemos decir en Madrid".
30 de junio
Asisti¨® por fin al congreso de Segovia, que ha sido un ¨¦xito. Presidi¨® incluso una de las sesiones, dando pruebas de unas dotes diplom¨¢ticas que no le conoc¨ªamos. Cuando Eugenio Montes, adicto al r¨¦gimen, present¨® una proposici¨®n para que el congreso enviara un telegrama de adhesi¨®n y acatamiento a Franco, Carles Riba, que estaba en la mesa a su lado, le dijo en voz baja: "Vicente, ahora le toca a usted torear ese toro". Pero, afortunadamente, no hubo necesidad de torear nada, porque Vicente decidi¨®, con gran tranquilidad, prestar o¨ªdos sordos a la propuesta de Montes, y lo mismo hicieron el medio centenar de poetas que se hallaban reunidos.
Ante ese silencio un¨¢nime, que parec¨ªa resonar entre los viejos muros de San Quirce como una respuesta solidaria, Montes debi¨® pensar que era mejor no insistir en su propuesta. Quiz¨¢ se daba cuenta de que esa adhesi¨®n telegr¨¢fica al general¨ªsimo hubiera podido provocar un conflicto grave en el congreso, seguramente la retirada de los poetas catalanes y de la izquierda antifranquista que estaba presente en Segovia (recuerdo, entre otros, a Caballero Bonald, Hierro, L. de Luis, Garciasol, Ory). En el acto de clausura, los discursos m¨¢s ovacionados fueron el de Riba y el de Ridruejo. Riba, despu¨¦s de aludir con emoci¨®n a la convivencia de los poetas (adem¨¢s de catalanes asistieron portugueses, belgas, suizos, ingleses y latinoamericanos), dijo que cada poeta deb¨ªa buscar el sentido y la trascendencia del congreso en lo m¨¢s hondo de su ser, all¨ª donde, a pesar de dificultades y sombras, mana la fuente pura de la poes¨ªa. En cuanto a Dionisio, hizo un canto a la hermandad de los poetas y a su libertad e independencia: "All¨ª donde empieza la propaganda", dijo valientemente Ridruejo, "termina la poes¨ªa. Queremos una poes¨ªa libre, no una poes¨ªa dirigida". Se aplaudi¨® con entusiasmo este canto a la libertad que por primera vez se escuchaba en un recinto p¨²blico en la Espa?a de Franco sin que fuera suspendido por la polic¨ªa.
6 de julio
En Velintonia. Con motivo del congreso de poes¨ªa en Segovia, comentamos el asunto de las relaciones con los poetas catala- Pasa a la p¨¢gina 12 Viene de la p¨¢gina 11 nes, que volvieron muy satisfechos del encuentro po¨¦tico. Me confiesa Vicente que aunque ¨¦l seguir¨¢ ayudando para que se mantenga y se intensifique esa atm¨®sfera de comprensi¨®n y acercamiento que ahora existe, sostenida en buena parte por ?nsula y el grupo liberal de Ridruejo, en el fondo es pesimista, "porque los catalanes no se contentar¨¢n con que puedan publicar sus libros en catal¨¢n, lo que es enteramente justo, sino que en una nueva etapa, cuando llegue, si es que llega, la democracia, querr¨¢n que toda la ense?anza en Catalu?a se d¨¦ en catal¨¢n, y el castellano quede completamente desplazado y se estudie s¨®lo como un idioma m¨¢s, como el franc¨¦s. A esa desmembraci¨®n ling¨¹¨ªstica me opondr¨¦ siempre, como se opusieron Unamuno y Ortega en el Parlamento de la Rep¨²blica".
14 de julio
Visita de Carles Riba. Ha venido a Madrid para hablar con el ministro de Informaci¨®n y conseguir que los j¨®venes poetas catalanes puedan publicar en Barcelona una revista de poes¨ªa en catal¨¢n, cosa que hasta ahora les han negado sistem¨¢ticamente. Pero la impresi¨®n de este nuevo intento parece favorable. Riba ir¨¢ acompa?ado en la visita al ministro por P¨¦rez Villanueva -el patrocinador de los congresos de poes¨ªa-, quien apoyar¨¢ su petici¨®n. Si se consigue la ansiada autorizaci¨®n, los poetas catalanes acudir¨¢n al segundo congreso, que ha de celebrarse en Salamanca, pero si tropiezan con una nueva negativa renunciar¨¢n a ir. En nuestra charla, Riba me habl¨® mal, como siempre, de Sagarra, y muy bien de Joan Teixidor y de Paulina Crusat, que ahora lleva con ¨¦xito la secci¨®n de 'Letras catalanas' en ?nsula.
16 de setiembre
En Velintonia. Encuentro a Vicente indignado con Florentino P¨¦rez Embid -Floropus, como le solemos llamar en nuestras charlas-, director general de Informaci¨®n, de quien depende la censura de libros. El motivo no es otro que la prohibici¨®n de reeditar dos libros de Unamuno -La agon¨ªa del cristianismo y El sentimiento tr¨¢gico de la vida- y la expurgaci¨®n de algunas obras de Valle-Incl¨¢n. Me dice que esta nueva agravaci¨®n de la censura se debe a la decisi¨®n personal de P¨¦rez Embid, y arremete contra la influencia clerical, y especialmente del Opus, en la vida cultural espa?ola. Le sugiero que enviemos un escrito de protesta dirigido al ministro y le parece bien siempre que el texto sea comedido y que a la cabeza de los firmantes vayan algunos acad¨¦micos: D¨¢maso, Gerardo, Garc¨ªa G¨®mez, el duque de Maura -que firmar¨¢, porque no puede ver a Franco-, Lapesa, Fern¨¢ndez Almagro -que comparte con Maura el odio al general¨ªsimo- y, por supuesto, Pem¨¢n, el ¨²nico escritor al que estima el espad¨®n de El Pardo. As¨ª compensamos la presencia de D¨¢maso como firmante, de quien Franco suele decir que es un masonazo, lo que es, por supuesto, una total falsedad. La especie la ha lanzado, al parecer, el general Vig¨®n, que lo tiene fichado como peligroso por haber publicado durante la guerra en Hora de Espa?a y haber figurado en el consejo de colaboraci¨®n de esa revista republicana -la ¨²nica de calidad que se public¨® durante la guerra civil-, en la que figuraban la flor y nata de la intelectualidad republicana, con Machado, Alberti y Bergam¨ªn a la cabeza. Vig¨®n se dedica -es su deporte favorito- a enviar a El Pardo fotocopias de art¨ªculos peligrosos seg¨²n ¨¦l, para que sepa Franco la cantidad de escritores rojos que hay en este pa¨ªs. Claro es que, para Vig¨®n, todos los liberales -incluido D¨¢maso- son unos rojos desatados.
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