Mar¨ªa Carbonero
Una cabeza femenina, muy Picasso, en negro, rojo y gris. Nadie dir¨ªa que esto es la tan cantada y decantada "pintura femenina". "Odio esa palabra: quiero hacer una pintura fuerte, aunque cada vez m¨¢s sencilla". Tiene 28 a?os y naci¨® en Mallorca. Habla y se mueve siempre bajo un cielo de ¨¢cidos. Es casi infantil su aspecto, casi muda de voz. Mar¨ªa Carbonero Barcel¨® es una solitaria chica de provincias a la que el tiempo del arte, que no es exactamente el tiempo de la Historia, ha cogido de lleno, y va a matarla. Mar¨ªa Carbonero Barcel¨® es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona. Mar¨ªa Carbonero Barcel¨® hizo su primera exposici¨®n individual en 1982, en la galer¨ªa "Joaquim Mir", de Palma. Gasta el pelo liso, mellita entre los dientes, ropa de pobre y maneras t¨ªmidas. Luego ha hecho m¨¢s exposiciones individuales y colectivas. El mar entra en su estudio y quema cuadros.-Mar¨ªa Carbonero Barcel¨®, tienes ojeras.
-S¨ª, son de familia. Aparte de que estoy muy cansada.
Madrid la ha matado como Madrid mata a los forasteros.
Pero, por debajo de las ojeras naturales, familiares, heredadas, yo veo otras ojeras m¨¢s d¨¦biles y m¨¢s profundas a la vez, m¨¢s adivinadas, que son las ojeras del trabajo, el cansancio, el est¨ªmulo, la falta de est¨ªmulo o los estimulantes. Esta chica vive manoteando d¨¦bilmente, fijamente, entre todas las corrientes art¨ªsticas del siglo.
-Mar¨ªa Carbonero Barcel¨®, ?cu¨¢ntas horas pintas al d¨ªa?
-Ocho.
-Eres una solitaria y una angustiada. ?La pintura ayuda o agrava?
-A m¨ª me agrava, me crea neurosis, inseguridad, todo eso.
-?Cu¨¢nto vale un cuadro tuyo de los grandes?
-Unas ciento y pico mil pesetas, me parece.
(Lo que s¨ª ha aprendido ya es a manifestar su art¨ªstico desinter¨¦s por las tarifas.)
Mujeres de melena en tri¨¢ngulo. Copas de bar cubista. Escotes de barco. Esta ni?a, m¨¢s que pintar el mundo, me parece a m¨ª que est¨¢ todav¨ªa (aunque con muy buen pulso) pintando la pintura. He visto un cuadro suyo que pudiera ser "Las se?oritas de Avi?¨®n", de Picasso, pero en grises y negros. De modo que le hago la pregunta:
-?Pintas el mundo o pintas la pintura?
-Yo pinto lo que veo, pinto el mundo.
Hay que entenderlo exactamente al contrario. Est¨¢ haciendo el bachillerato de los grandes. Picasso y Dal¨ª tambi¨¦n han pintado siempre la pintura, m¨¢s que la vida, como los escritores del siglo han escrito la escritura. Es una huida de la Historia que se da en todas las artes. A fuerza de no creer en la realidad, se acaba pintando la incredulidad. Mar¨ªa Carbonero, aislada en su isla, isle?a en su aislamiento, pinta con la violencia de los d¨¦biles, con la seguridad de los inseguros. El mar, s¨ª, entra por la ventana de su estudio y le incendia los colores. 0 le trae un estilo cada d¨ªa
-Ahora est¨¢s en Picasso.
-Van saliendo todos. Eso no importa. A trav¨¦s de todos, acaba saliendo una.
-Uno entre todos.
-Mir¨®.
-Dice Dal¨ª que Mir¨® se repite siempre.
-No es verdad. No se repite.
-?Metes alg¨²n secreto en cada cuadro?
-S¨ª. No hay que dar la emoci¨®n directamente. Hay que darla en una luz que pasa por un rostro, en una copa abocetada al fondo.
-Mar¨ªa Carbonero Barcel¨® perteneces a una generaci¨®n irracionalista. Pero no parece que tu pintura lleve camino de perder la raz¨®n.
-No, no la pierdo. Tengo poco que ver con mi generaci¨®n. Ya s¨¦ que lo m¨ªo no es exactamente lo que se lleva. Pero quiero pintar cada d¨ªa m¨¢s sencillo, m¨¢s construido, m¨¢s firme. Ya hemos quedado antes en que soy una solitaria.
Hay una gran tristeza sobre ella. Hay una provinciana muy perdida en Madrid. Hay una ni?a a quien el mar le trae hallazgos, noticia de pintores, de escuelas, de pa¨ªses. Pienso que su Mediterr¨¢neo es la Gaceta del Arte que ella abre todos los d¨ªas para saber en qu¨¦ playa vac¨ªa encontraba Joan Mir¨® sus residuos de m¨¢scara y de sangre, en qu¨¦ bosque de pinos, en qu¨¦ bar Saint Tropez encontraba Picasso sus mujeres a solas, c¨²bicas, color pernod.
Pasa el cabello negro, como habitual p¨¢jaro, por el rostro de la modelo nunca vista. Hay un naranja vivo que viene de otras tardes. Esa luz en un rostro, que a ella, a Mar¨ªa Carbonero, le fascina como incendio parado de su pintura sobria. Hay un gris que es azul junto a lo negro. Y la pupila gorda del pre/llanto. Hay un fino amarillo que dibuja indudable la nariz.
-?Por d¨®nde va hoy el arte?
-Por donde quiere. Hay mucho hacer de todo. Casi nada me gusta.
-?T¨² ves una tendencia clara, Mar¨ªa Carbonero? Yo no la veo.
-Hoy puede hacerse todo, ya te digo. Pero casi nadie lo hace bien.
-T¨² nunca vas a delirar, Mar¨ªa.
-Me parece que no. Yo me defiendo haci¨¦ndolo cada d¨ªa m¨¢s sencillo.
Hay grises como verdes, como azules, s¨ª, la sutil complicaci¨®n de los colores m¨¢s sencillos, todos los incendios que caben en un blanco de Zurbar¨¢n, todos los rubores que atraviesan, no vistos, la palidez de un rostro femenino. Mar¨ªa Carbonero, aunque no lo sepa o no lo diga, est¨¢ pintando la pintura. ?Es esto malo? No lo creo. Los cl¨¢sicos pintaban la escultura. Los renacentistas pintaron la mitolog¨ªa. Los rom¨¢nticos, la escenograf¨ªa. Y ya los modernos, desde Braque, han pintado o despintado la pintura. Lo que no se ha pintado casi nunca es la vida, salvo algunos venerables acad¨¦micos de Bellas Artes. Pero, entonces, a la vida se le ha llamado "costumbrismo", "naturalismo" y otras procaces cosas. La vida est¨¢ bastante desacreditada. De modo que hace bien, Mar¨ªa Carbonero, ni?a herm¨¦tica y aislada, ni?a isle?a, en pintar lo que el mar le trae directamente desde el taller vac¨ªo de Picasso, desde el jard¨ªn con astros de Mir¨®.
-Tienes las manos d¨¦biles, Mar¨ªa. ?No es mucho palo eso de la pintura?
-No lo creas. Me canso, pero sigo.
En la romer¨ªa ya apagada de Arco/85, entre la multitud de los colores y el conflicto continuo de las formas, un poco al margen de la hoguera central donde ard¨ªa la fama, los cuadros grises de Mar¨ªa Carbonero, su ascetismo, ' el cubismo aprendido, el Juan Gris soterrado, todo eso era un espejismo de paz, serenidad, sobriedad, que nos ven¨ªa, impensadamente, del mar por donde pasan las culturas, y si hay suerte, al mirar por la ventana, puede verse una nave fenicia que se acerca. Drogada de s¨ª misma, ojerosa por debajo de las ojeras, infantilizada por la mellita de los dientes, Mar¨ªa Carbonero no tiene mucho que decir. Es callada y casi obcecada, como los pintores de vocaci¨®n interior.
-?Por qu¨¦ te han llamado de la Sala Mord¨®?
-Porque les gusta.
-?Haces pol¨ªtica art¨ªstica?
-No s¨¦.
-Triunfar¨ªas m¨¢s pronto en Madrid o Barcelona.
-S¨ª, pero no quiero.
(Necesita su mar, ya digo, su gaceta del arte, su ventana, esa noticia que corre por el Mediterr¨¢neo cada d¨ªa.)
-Me parece, Mar¨ªa, que nunca vas a delirar, a soltarte de ti misma, a ser libre y loca pintando. Y creo que eso responde a alguna clase de represiones interiores.
-Nunca enloquecer¨¦, es cierto. Tambi¨¦n es cierto, quiz¨¢, que estoy atada a m¨ª misma. Pero prefiero esta seguridad, esta fijeza.
-No volar¨¢s con tu generaci¨®n.
-Me parece que no. No volar¨¦.
Ella dice que s¨ª, que pinta lo que ve. Pero ella ve pintura, no la vida. Est¨¢ presa en la ra¨ªz cuadrada del arte como espejo del arte. Ya queda dicho que eso es siempre as¨ª, o ha sido en muchos. Y m¨¢s ahora, cuando la realidad est¨¢ desprestigiada. S¨®lo que estas c¨¢rceles interiores, en Mar¨ªa Carbonero, no son solamente art¨ªsticas. Corresponden a un sistema de laberintos conc¨¦ntricos en los que su personalidad insular y casi adolescente, pese a todo, se defiende, se esconde, se asegura. No es f¨¢cil conseguir que ella se confiese, pero tampoco hace de masiada falta, porque su hermetismo es transparente. Ha entra do en la pintura como pod¨ªa ha ber entrado en religi¨®n: buscando cosas ¨²ltimas, muy simples, y no s¨¦ qu¨¦ rigor o disciplina. La mano le responde, el oficio le res ponde, y la retina, y aqu¨ª hay una pintora que seguir¨¢ pintando la pintura, la suya y la de los otros, mas cada d¨ªa mejor, con m¨¢s pureza, como una nieta ap¨®crifa y seriecita de Juan Gris.
-Tambi¨¦n he pintado toros. La fiesta de los toros. Un d¨ªa lo vi por televisi¨®n. El toro era la mancha negra y el capote era la mancha roja. Yo estaba en un bar y precisamente le ven¨ªa dando vueltas a esas manchas, en la cabeza. Me interesan las corridas de toros como mancha. Desde entonces he pintado mucho ese tema.
No hab¨ªa cuadros de toros en su muestra, pero estamos persuadidos de que ella los ha reducido a tintas planas, sin ning¨²n do minguismo. "Tambi¨¦n hago obra gr¨¢fica, tenemos un taller all¨ª en Mallorca. Vendemos suficiente, yo vendo de todo, vendo bien". Ni?a a solas con el mar, en el taller del mar, perdida aqu¨ª en Madrid. El padre/mar/ amante le dice su palabra cada d¨ªa. Y entonces pinta.
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