En favor de Oteiza
?Por qu¨¦ ser¨¢ tan dif¨ªcil hablar de Euskadi, querer a Euskadi, sin perder los estribos, sin bajarse del cerebro, sin dejarse arrebatar por la pasi¨®n de v¨ªsceras y gl¨¢ndulas? Mientras que la sociedad vasca no desarrolle y acepte en su seno la posibilidad san¨ªsima de la autocr¨ªtica, hasta que no arranque de su entra?a el manique¨ªsmo no saldr¨¢ del agujero en que se halla sumida.Cuando se escriba la historia del arte vasco de los ¨²ltimos 40 a?os ser¨¢ ingenuo pretender hurtarle o escamotear sus sillares: el papel b¨¢sico de Jorge Oteiza en ¨¦l es absoluto, Oteiza es la ¨²nica roca subterr¨¢nea que constituye su cimiento. Su aportaci¨®n no s¨®lo ha sido vital para la cultura pl¨¢stica de Euskadi, sino que el quehacer intelectual del pueblo vasco ser¨ªa distinto sin la polim¨®rfica presencia de este hombre. Si la obra de Oteiza, como piedra basa?, como magisterio, como levadura, como fermento, como purga, como semilla, como vomitivo, como texto absoluto no es una continua expresi¨®n de amor a Euskadi, que baje Cristo y lo diga.
Tantos otros, como yo, que hemos, an¨®nimamente casi, luchado por la apertura cultural del Pa¨ªs Vasco, tuvimos a Oteiza como arranque de nuestro trabajo, y no admito que nadie se atribuya poder ni representatividad hoy, para sembrar dudas ni arrojar basura sobre su figura llena de dignidad.
Oteiza es un ser generoso; todos los segundones del arte vasco han regateado siempre los elogios o el simple reconocimiento al hombre que, sin su existencia, ser¨ªa impensable que ellos existieran. Yo, que fui un meteco, un maketo, un no vasco en un Pa¨ªs Vasco, cuyos artistas de segunda fila, tan celosos en guardar las esencias, me cubrieron a mi escultura y a m¨ª con un significativo silencio, tuve el honor de ser reconocido y aceptado por el ¨²nico interesante, por el ¨²nico que me interesaba: Jorge Oteiza.
En mi caso, la gratitud a sus antiguas palabras de ¨¢nimo ser¨¢ siempre m¨¢s fuerte que el temor que pueda hoy tener a hablar claro y con objetividad. Ser¨ªa un cobarde si, inhibi¨¦ndome, no saliera en su defensa. Oteiza ha sido un maestro, maestro de escultores, de artistas, de intelectuales, y modelo, adem¨¢s, de compromiso y de actitudes enteras. Hoy sigue siendo lo que siempre fue. No ha cambiado, porque dif¨ªcilmente puede degenerar un roble sano por viejo que sea.
Es el Pa¨ªs Vasco el que est¨¢ haciendo crisis, convaleciendo, cur¨¢ndose, poniendo en cuesti¨®n actitudes, acciones y argumentos que hace bien poco nadie se atrev¨ªa a considerar dudosos, por miedo y por miedo al miedo. Pero el (deseo de salir adelante se impondr¨¢ otra vez en ese Euskadi que tanto y tan duramente aprend¨ª a amar- . Escultor.
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