Haul Jones
Representante de los grupos de mujeres que apoyan a los mineros a britamicos, asegura: "Nunca m¨¢s volveremos a ser como antes"
Cuando observadores pol¨ªticos y sindicales de todo el mundo se preguntan ahora qui¨¦n ha perdido m¨¢s en el largo conflicto protagonizado por los mineros brit¨¢nicos, Hazel Jones, una peque?a mujer de Gales del Sur, representante de The Women's Grotips Support Miners (Grupos de Mujeres que Apoyan a los Mineros), sonr¨ªe y asegura: "Las mujeres no hemos perdido, porque nunca m¨¢s volveremos a ser como antes". Sin embargo, ni siquiera un ramo de tulipanes negros, transportado en agosto por 25.000 mujeres inglesas hasta la residencia de Margaret Thatcher, consigui¨® convencer a los at¨®nitos mineros brit¨¢nicos -que entonces ya llevaban cinco meses en huelga- de que algo definitivo hab¨ªa cambiado en sus propias casas.
De ser ama de casa en un diminuto pueblo, rural y puritano, del valle Eynon, en Gales del Sur, a formar piquetes, hablar en p¨²blico y recorrer Europa tratando de explicar qu¨¦ significa "defender la dignidad" hay, m¨¢s que un camino, un salto. Para Hazel Jones, a sus 39 a?os, el conflicto en las minas ha sido, parad¨®jicamente, el primer per¨ªodo de su vida en el que cont¨® con una jornada de trabajo colectiva."La formaci¨®n de los Women's Groups cambi¨® nuestras vidas", dice. "Los mineros se acostumbraron a volver a casa. para cuidar de los ni?os, despu¨¦s de su turno en el piquete, para que nosotras pudi¨¦ramos empezar el trabajo de solidaridad". Su experiencia no difiere de la de otras mujeres, cuyo protagonismo en el conflicto, reconocido por todos, no ha sido f¨¢cil.
Hazel Jones creci¨® en Cefripennar, uno de los peque?os pueblos del valle Eynon. Hasta marzo de 1984 se ocup¨® exclusivamente de la casa, de su marido, Steven, picador de la Empresa 'Nacional del Carb¨®n, con el que se cas¨® a los 18 a?os, y de sus tres hijos. Nunca se afili¨® a un partido pol¨ªtico y, hasta ahora, "ten¨ªa muy mala opini¨®n de los irlandeses nacionalistas, de las comunidades de color y de las mujeres pacifistas de Greenham Common". Ahora quiere organizarse en los grupos de mujeres del ala izquierda del Partido Laborista "porque", dice, "estoy convencida de la necesidad de una organizaci¨®n feminista propia".
La vida de Hazel Jones empez¨® a cambiar cuando los mineros declararon la huelga. "Al principio fue s¨®lo una red de solidaridad". Explica que los Women's Groups nacieron por una cuesti¨®n de pura supervivencia "cuando empezaron a acabarse las reservas". En Gales del Sur llegaron a formar 105 grupos, cada uno de ellos integrado por unas 20 mujeres.
Las cosas cambiaron gradualmente. "En julio", dice, "la presencia de mujeres en los piquetes ya era masiva, porque entendimos que el problema era tambi¨¦n nuestro, de nuestra propia dignidad". Y a?ade: "Esto cambi¨® la relaci¨®n con los compa?eros, que aceptaban la solidaridad, pero no la participaci¨®n de las mujeres en los piquetes, e intentaban hacernos vol ver a los pueblos".
Recuerda la ayuda de las mujeres pacifistas de la base de Greenham Common. "Empezamos a formar piquetes propios cuando ellas nos ense?aron t¨¢cticas de guerrilla femenina". Una de ¨¦stas paraliz¨® una planta de energ¨ªa. "Nos extendimos en la carretera unas 300 mujeres", explica. "La polic¨ªa no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Nos tiraba a la cuneta y nosotras volv¨ªamos al mismo sitio".
Hazel Jones visit¨® Barcelona la semana pasada invitada por CC OO, segura de que su marido la espera en casa, casi conformado ya con la actividad sindical de su mujer y despu¨¦s de haber vivido una profunda crisis matrimonial. Ahora, Hazel Jones cree que los mineros no han ganado, pero que tampoco Margaret Thatcher obtuve, la victoria, mientras que ella misma y sus compa?eras han aprendido lo suficiente como para no volver a ser como antes.
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