La fiesta no mejora por dentro
A la plaza de la calle X¨¢tiva le han lavado la cara, nada menos que al chorro de arena, y est¨¢ resplandeciente. La f¨®rmula de la gesti¨®n p¨²blica permite ciertas alegr¨ªas presupuestarias, para regalo de los estamentos taurinos. Hay en el mundillo ciertos aires de modernidad que permiten concebir esperanzas de me jora. Pero donde importa, que es por dentro, la fiesta no mejora.La fiesta est¨¢, seg¨²n pudimos apreciar ayer en Valencia, tan alica¨ªda como siempre. Traigan gesti¨®n p¨²blica o traigan quiniela, la promoci¨®n es imposible si el espect¨¢culo contin¨²a siendo tan premioso, falto de inter¨¦s y desigual como se produjo ayer en la primera corrida fallera.
Premioso, porque la lidia se desarrollaba con una lentitud desesperante, a interminables tramos en los que nada suced¨ªa excepto la propia curiosidad del espectador -el que la tuviera-por lo que pudiese ocurrir despu¨¦s. Falto de inter¨¦s porque lo que suced¨ªa era mon¨®tono, estaba ya muy visto e incluso se pod¨ªa cantar antes de producirse. Desigual, p¨®rque no ten¨ªa sentido, y hasta produc¨ªa verg¨¹enza ajena, que el toro saltara a la arena del combate sin fuerzas para combatir, y encima le pusieran delante un caballo percher¨®n, forrado de mil guatas, con un b¨¢rbaro carnicero encima que lo trituraba a lanzazos por el espinazo atr¨¢s.
Plaza de valencia
13 de marzo. primera corrida fallera.Cuatro de toros de Celestino Cuadri, quinto y sexto, de N¨²?ez Cubillo. Bien presentados, muy flojos y aplomados. Ortega Cano. Aplausos y saludos. Aviso y dos vueltas al ruedo. Espartaco. Vuelta. Aplausos y saludos). Curro Valencia. Oreja. Silencio.
Est¨¢n los m¨¦ritos de los toreros -y ayer los tuvieron-, pero esa es averiguaci¨®n dif¨ªcil, s¨®lo al alcance de los muy iniciados, y a¨²n estos deben hacer un serio ejercicio intelectual para destacarla. El espect¨¢culo debe ser, y es, un acontecimiento distinto. La corrida podr¨¢ resultar buena o mala, pero los toros han de transmitir la emoci¨®n de su casta; les deber¨ªa faltar ruedo para sus ansias de embestida, y si preciso fuera, bueno ser¨ªa que se salieran a pegarse unas carreras por la estaci¨®n de ferrocarril, para que su emoci¨®n alcanzara a los viajantes.
Lo que en cambio no puede ser jamas una corrida de toros es aburrida, y ayer lo era de muerte, con perd¨®n. El mejor acontecimiento de la corrida fallera de ayer fue que se termin¨®, bien es verdad que a las tantas y de noche cerrada, pues el festejo dur¨® m¨¢s de dos horas y media, que ya es durar. Despu¨¦s, en los nientideros del mundillo, los iniciados tuvieron ocasi¨®n de valorar c¨®mo se merece el momento espl¨¦ndido en que se encuentra Ortega Cano, un diestro recuperado al final de la temporada ¨²ltima, triunfador este invierno en Am¨¦rica, que ha adquirido un aplomo y una t¨¦cnica propias de figura veterana del toreo. A sus reservones enemigos los oblig¨® y consinti¨®, y lo hac¨ªa con una serenidad impresionante. En el cuarto de la tarde lig¨® naturales -cierto que los lig¨®-, y algunos de ellos eran de factura bell¨ªsima.
El alarde de lidiador experimentado que exhibi¨® Ortega Cano contrastaba con la inseguridad de Curro Valencia, y era l¨®gico que fuese as¨ª pues este espada torea muy poco. Estaba hecho un manojo de nervios y por ello se cay¨® varias veces en la cara del toro. Pero la nobleza del primero de ellos y la voluntad de superaci¨®n del espada convirtieron en triunfo una faena que pareci¨® destinada al fracaso. Curro Valencia, poquito a poco, consigui¨® construir un trasteo progresivo, en el que dibuj¨® un redondo de exquisita factura entre numerosas suertes de suficiente ligaz¨®n. En el sexto, m¨¢s flojo y m¨¢s ¨¢spero, no pas¨® de voluntarioso. Bastante fue, para lo poco placeado que estaba para la feria, y adem¨¢s sellev¨® una oreja.
Espartaco ftie ayer el de siempre, un diestro bullidor y animoso, que lo misrno se ajetrea en el natural que se hinca de rodillas. Si no alcanz¨® m¨¢s brillantes resultados, ¨¦sa es culpa de los toros, que embest¨ªan poco, y el que le correspondi¨® en segundo lugar, nada en absoluto. De manera que los tres matadores tuvieron m¨¦rito. Es un consuelo. Aunque a ver quien consuela a quienes se aburrieron de muerte ayer en la plaza de Valencia. Ver corno limpiaban la plaza con el chorro de arena debi¨® ser m¨¢s entretenido.
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