El Real Madrid, finalista tras una jornada radiof¨®nica

Esper¨® hasta las 21.47 horas de a noche de ayer el Real Madrid para saber si era finalista o no, porque el partido contra el Banco di Roma hab¨ªa alcanzado una intrascendencia realmente sorprendente. Les hubiera gustado a los jugadores madridistas jugar con unos cascos especialmente adaptados. Tremenda injusticia, porque quedaron privados del espect¨¢culo. Ellos, los protagonistas miraban al p¨²blico. Total inversi¨®n de valores: los actores mirando al p¨²blico y el p¨²blico escuchando la radio. Los actores de espectadores, esperando una palabra, una se?al. ?Granarolo!, ?Granarolo!, ?campeones!, icampeones!. Minutos de indecisi¨®n, de angustia. Lolo S¨¢inz pide un tiempo muerto oportuno, justo cuando el Real Madrid se proclama finalista. Paralelamente, se jugaba un partido sin importancia con un marcador en contra despreocupado. Bonito d¨ªa para la radio.Todos los jugadores del Real Madrid comenzaron a jugar a las cinco de la tarde, hora taurina, cuando recibieron la noticia de que la Cadena SER daba secuencias de resultados del lejano partido TSSKA-Cibor¨ªa. Fue una lenta retah¨ªla de cifras, 29-33, 47-48, 53-54, 64-68, 66-71. El Cibona hab¨ªa ganado en Mosc¨² y era finalista. El partido Real Madrid-Banco di Roma no serv¨ªa para nada. El Real Madrid jugaba en Bolonia, ataviado con la blanca camisola del Granarolo. S¨®lo serv¨ªa que el Maccabi perdiera y esas eran las primeras noticias que llegaron cuando los jugadores madridistas saltaron a la cancha, 37-30, 39-35, 45-43, 71-61... Era una partido para la radio. El pabell¨®n estaba conectado en directo con Bolonia y los jugadores se ve¨ªan obligados a jugar y a desconectarse. Fue imposible.
Por eso, el Real Madrid ofreci¨® un juego destartalado por desconcentrado. Mart¨ªn y Jackson apenas prestaban atenci¨®n y Lolo S¨¢inz comenz¨® a dar entrada a jugadores m¨¢s que nada para encontrar hombres capaces de estar serenos en la cancha. S¨®lo Robinson luc¨ªa una motivaci¨®n agresiva, s¨®lo ¨¦l quer¨ªa deleitarse con el espect¨¢culo de unas entradas a canasta y actuar convencido de la victoria. Como Clyfford Luyk, el ¨²nico realmente convencido de que alguna vez llegar¨ªa un resultado favorable del exterior. Llegar al descanso con 41-52 en contra no era una desgracia porque, entonces, los jugadores volvieron a conectar con la radio y sab¨ªan que el Granarolo ganaba de 10 a falta de 10 minutos. Hab¨ªa que esperar a las diez de la noche.
Y se adelant¨® la noticia en ocho minutos, coincididente con un tiempo muerto, a las 21.47 horas. Era un tiempo muerto solicitado, m¨¢s que nada, para que los jugadores volvieran a conectar con la radio. Por ¨²ltima vez.
Salieron sonrientes. Los doctores Corbal¨¢n y del Corral charlaron brevemente con satisfacci¨®n. El Real. Madrid no ten¨ªa que demostrar que era finalista, ni tampoco que tiene esp¨ªritu de campe¨®n. Pero lo hizo.
Corbal¨¢n dio la orden. Apret¨® el interruptor del juego madridista y el Banco di Roma se apag¨®, porque hizo el papel de sparring el actual poseedor del t¨ªtulo europeo. El acierto del norteamericano Townsend como alero anotador qued¨® en dato superficial. El Real Madrid manej¨® el partido y al rival a su antojo, al que dispuso la cada vez m¨¢s doctoral direcci¨®n de juego de Corbal¨¢n. Alguien dijo una vez que con Corbal¨¢n, el Real Madrid puede llegar a jugar como una computadora. Corbal¨¢n programa y los dem¨¢s ejecutan. Si siguen su juego todo va a la perfecci¨®n, como la que recupero en su juego el Fernando Mart¨ªn en su mejor temporada. Nadie se acord¨® del Banco di Roma. El baloncesto espa?ol celebra dos finales, Copa de Europa y Recopa, con Real Madrid y Barcelona. Pedir m¨¢s, casi imposible.
Lolo S¨¢inz seguro que se fum¨® en la noche de ayer su habitual puro de cada jornada victoriosa. Ha cumplido su objetivo y quiere disfrutarlo. Tiene derecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.