La muerte de Elisenda Portabella
Perm¨ªtame que utilice este medio para contestar a la carta de Carmen Balagu¨¦, publicada el d¨ªa 8 de marzo, y que pon¨ªa en cuesti¨®n, entre otras cosas, el comportamiento del embajador de Espa?a en Honduras, Germ¨¢n de Caso Ridaura (que en paz descanse), en relaci¨®n con la tr¨¢gica muerte de Elisenda Portabella Esquefa. Dado que Germ¨¢n de Caso falleci¨® a finales del a?o pasado, v¨ªctima de una cruel enfermedad, tomo la palabra, pues yo serv¨ª a sus ¨®rdenes como secretario de embajada en aquellos tr¨¢gicos momentos.La doctora Elisenda Portabella, tras un breve per¨ªodo de trabajo en el campamento de refugiados salvadore?os situado en Mesa Grande (Honduras), habr¨ªa pasado, al parecer, a trabajar como m¨¦dico en la zona del territorio salvadore?o en manos de la guerrilla. Quiero destacar que nunca el embajador De Caso tuvo dudas sobre que la se?orita Portabella habr¨ªa tomado esta decisi¨®n llevada de su celo profesional y sus m¨¢s profundas convicciones ¨¦ticas, y que nunca la calific¨® de "guerrillera", en contra de lo que afirma la se?orita Balagu¨¦, como lo prueban los comunicados de la embajada y de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica en aquellos d¨ªas, que estaban dirigidos a se?alar el car¨¢cter humanitario del trabajo de la doctora Portabella antes y despu¨¦s de su breve estancia en Honduras. Un a?o despu¨¦s de abandonar Honduras, Elisenda Portabella regresaba a Mesa Grande junto a un grupo de refugiados salvadore?os, cuando fueron sorprendidos por una patrulla del Ej¨¦rcito hondure?o en el paso del cerro Suyate. Tras un confuso tiroteo aparecieron tendidos en la milpa tres cuerpos de mujer. Elisenda Portabella fue identificada por los documentos que yo mismo hab¨ªa expedido en Tegucigalpa como encargado de los asuntos consulares de la embajada. Cinco d¨ªas despu¨¦s, la canciller¨ªa hondure?a notific¨® al embajador lo sucedido.
Desde ese momento, Germ¨¢n de Caso dedic¨® todo su esfuerzo y enorme sentido profesional y del deber a la tarea de recuperar los restos de Elisenda Portabella y de proteger a los dem¨¢s espa?oles que trabajaban (y que trabajan) en los distintos campos de refugiados. Germ¨¢n de Caso realiz¨® todo tipo de gestiones ante las autoridades civiles y militares de Honduras y logr¨® neutralizar una incipiente campa?a de Prensa que amenazaba con convertir a los citados espa?oles en los chivos expiatorios de la opini¨®n p¨²blica, hondure?a, informando al mismo tiempo de todo ello al Gobierno espa?ol y manteniendo estrecho contacto con los representantes de ACNUR en Tegucigalpa.
Adem¨¢s, Germ¨¢n de Caso se desplaz¨® al campamento de Mesa Grande para tranquilizar a los m¨¦dicos y voluntarios espa?oles, y demostrar el inter¨¦s de la embajada y del Gobierno espa?ol por su situaci¨®n. Y cuando la familia Portabella decidi¨® no repatriar los restos de Elisenda volvi¨® el embajador De Caso a desplazarse a la zona, llegando, con sus casi 70 a?os, y tras una agotadora caminata, al lugar de la muerte de Elisenda Portabella. En plena zona de combates, donde s¨®lo dos d¨ªas antes hab¨ªan muerto varias personas m¨¢s, presenci¨® la exhumaci¨®n del cad¨¢ver y dispuso su traslado al cementerio de San Marcos, de Ocotepeque. Elisenda Portabella recibi¨® all¨ª una sepultura digna, y Germ¨¢n de Caso deposit¨®, en signo de reconocimiento a la difunta, un ramillete de flores atado con cintas rojas y amarillas sobre su f¨¦retro.
Por todo este celo profesional, Germ¨¢n de Caso soport¨®, en sus ¨²ltimos d¨ªas como embajador, el recelo y la sospecha que a veces son inherentes al cumplimiento del deber en pa¨ªses conflictivos. Antes de jubilarse fue felicitado oficialmente por su conducta y ascendido al rango vitalicio de embajador de Espa?a, dejando en la colonia espa?ola de Honduras y en todos los que servimos a sus ¨®rdenes el recuerdo de un hombre bueno, tolerante y recto. La hipocres¨ªa y el cinismo no cab¨ªan en Germ¨¢n de Caso, y su conducta despu¨¦s de la muerte de Elisenda Portabella as¨ª lo demuestra.- Secretario de embajada.
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