M¨²sicos de otra clase

El breve festival de jazz que se ha celebrado en el colegio mayor San Juan Evangelista, de Madrid, con motivo de su 15? aniversario finaliz¨® el pasado lunes con la actuaci¨®n de Joe Farrell y Woody Shaw, en sucesivas sesiones de tarde y de noche.En la sesi¨®n nocturna, bast¨® con escucharles el primer tema para comprobar que son unos int¨¦rpretes de otra clase. El asombroso ajuste que estos m¨²sicos logran en los conjuntos, la exactitud de sus entradas en los cambios de compases, vienen a decirnos que estos artistas dan por descontadas las cosas que en otros se tienen por m¨¦rito.

No es que luego todo result¨¦ perfecto, pues se les puede reprochar que las composiciones que tocan, salvo los temas cl¨¢sicos, son en general anodinas, o que Farrell, el tenor, suele caer en ciertos lugares comunes que repite con bastante frecuencia.

Pero, a cambio, causan admiraci¨®n la claridad de fraseo y la depuraci¨®n de escuela de Shaw a la trompeta, as¨ª como el bello sonido que Farrell logra extraer de un instrumento tan antip¨¢tico como es el saxo soprano, o su perfecci¨®n t¨¦cnica como flautista.

El saxo tenor Farrell es un hurac¨¢n de verbosidad coltraniana, lo que no es mala disculpa para sus incursiones en el t¨®pico. El vigor y la elocuencia que despliga hacen buenas migas con el refinamiento que exhibe Shaw a la trompeta, el fiscorno e incluso cuando no toca y se dedica a sus ejercicios de tai chi, especie de gimnasia or¨ªental que dicen que ayuda a vivir la m¨²sica, y que por lo menos sirve para que Shaw permanezca en el escenario mientras tocan los dem¨¢s, norma de educaci¨®n que bastantes m¨²sicos no cumplen.

Con ojos cerrados

De todo el grupo, el mejor fue Neil Swainson, un bajista displicente y con gafitas, que resulta bastante desigual en su interpretaci¨®n de los solos, pero que a la hora de acompa?ar lo hace con un empuje y con una sobriedad poco frecuentes.Por su parte, Jean Adler, al piano, ni se prodiga mucho ni tampoco dice demasiadas cosas. Ronnie Burrage es un bater¨ªa magn¨ªfico, pero sus a?os con McCoy Tyner le llevan a tocar a un volumen desconsiderado, como si estuviera exaltando de la m¨²sica su facilidad descort¨¦s por invadir la intimidad del pr¨®jimo. Encogido detr¨¢s del contrabajo, Swainson le miraba como si estuviera asustado por t¨¢nto estr¨¦pito.

Woody Shaw y Joe Farrell ya han estado antes por aqu¨ª y lo ¨²nico que hay que decir de esta su nueva visita es que siguen en f¨®rma. En forma musical, pues en el aspecto fisico -que algunos valoran- manifiestan una decadencia alarmante. Quiero decir que Shaw est¨¢ todav¨ªa m¨¢s flaco y Farrell todav¨ªa m¨¢s gordo. Pero son cosas que tienen f¨¢cil consuelo, porque la m¨²sica que estos hombres hacen puede seguirse con los ojos cerrados.