El pa¨ªs que no pod¨ªa ser
Hussein lbn Talal es soberano de un pa¨ªs evidentemente inveros¨ªmil. Pero los hechos evidentes acaban ah¨ª. El resto es intangible, hasta el punto de que el viajero puede creer que se halla ante un enorme decorado, ante un escaparate que oculta no se sabe exactamente qu¨¦. ?De qu¨¦ vive Jordania? Y lo cierto es que el pa¨ªs se arregla razonablemente bien. Se poseen algunos datos. Arabia Saud¨ª facilita una ayuda considerable, en la zona de los cientos de millones de d¨®lares, que se inscribe anualmente en el presupuesto como si de una fuente natural de riqueza se tratara. Los emigrantes que pueblan el Golfo remiten una suma anual mucho mayor. Existen yacimientos de f¨®sfatos y potasas, pero la cotizaci¨®n de aquel mineral ha conocido d¨ªas mejores. Y, as¨ª con todo, se construye sin cesar. Es fama que los emigrantes remiten su dinero para convertirlo en casas. Si quiebra el extranjero no se acaba la casa.Amman se ha especializado en bienes invisibles. Multinacionales, servicios, redes comerciales, creciente centro de reuni¨®n en la h¨¦gira mundial de ejecutivos. Buena red telef¨®nica, infraestructura suficiente, precios de Nueva York. Cada bomba que cae sobre Beirut es un voto a favor de Amman en el refer¨¦ndum diario por el que se rigen las finanzas internacionales.
Y, sin embargo, esa prospetidad ordenada y afanosa descansa sobre una fr¨¢gil teor¨ªa. ?Existe Jordania? Trazadas sus fronteras a comp¨¢s tras la gran revuelta de 1916, que seg¨²n Inglaterra dirigi¨® un tal coronel Lawrence, cuyo nombre resuena con eco indiferente en el desierto, el pa¨ªs se fragu¨® en Londres para compensar a la familia real hachem¨ª, que aspiraba a una ciudad santa, con lo que entonces era un alejado villorrio capital de ningun sitio. La geometr¨ªa caprichosa del tiral¨ªneas brit¨¢nico circund¨® una buena mano de arenales y la ribera este de un trozo del Jord¨¢n.
En esa geografla de terrazo y pe?asco el rey Hussein ha tejido un entramado de justificaciones para una existencia nacional, equilibrando a una variedad de fuerzas nativas o adquiridas: el Ej¨¦rcito, los grandes se?ores del desierto, los jefes de las tribus beduinas, una nueva clase de empresarios ¨¢rabes, muchos de ellos palestinos. Hoy el rey tiene en su mano, con diplomacia, encanto y energ¨ªa, los haces en los que converge todo ese mundo de intereses que llamamos Jordania. Mas hay quien se pregunta si a su desaparici¨®n inevitable la herencia no habr¨¢ de ser un tanto abrupta para los presuntos herederos. Su hermano, el pr¨ªncipe Hassan, de 38 a?os, designado para la sucesi¨®n, no es un animal pol¨ªtico como el soberano, sino un intelectual afectuoso y apenas inmediato, tan poco tangible como el propio pa¨ªs. En cambio, la inasible Jordania ha podido medrar con el tir¨®n s¨®lido y sutil de una mano terrena. La mano del monarca, Hussein Ibn Talal, que pronto va a cumplir 32 a?os de reinado.
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