Chipre, un pa¨ªs mediterr¨¢neo al que el odio parti¨® en dos
La l¨ªnea verde de Nicosia, como el muro de Berl¨ªn, es el s¨ªmbolo de un pa¨ªs partido en dos, de dos comunidades que no pueden convivir, ni si quiera coexistir, porque no quieren o no saben olvidar. Casi 11 a?os despu¨¦s de la invasi¨®n turca de la isla y de que ¨¦sta fuera dividida, turco chipriotas y grecochipriotas -los primeros, al Norte; los segundos, al Sur- tienen casi intactas sus reservas de odio. Muchos esperan la revancha. Una fuerza de paz de la ONU est¨¢ en medio, en una zona tamp¨®n de 217 kil¨®metros de largo y hasta siete de ancho. Pero en algunas calles de la capital de Chipre la frontera del odio apenas mide 10 metros.
NicosiaEl Ledra Palace fue el m¨¢s se?orial de los hoteles de Nicosia. Hoy se ha convertido en el cuartel general de los cascos azules canadienses que patrullan por la l¨ªnea de separaci¨®n de las dos comunidades en la capital chipriota. Junto a sus balcones de arcos ojivales pueden verse todav¨ªa los impactos de los disparos producidos en 1974, cuando 40.000 soldados turcos llevaron a cabo su invasi¨®n, a la que calificaron de operaci¨®n de paz, a los pocos d¨ªas de un golpe de Estado fascista provocado por la Junta Militar griega.En el Ledra Palace se encuentra el ¨²nico punto de paso entre las dos zonas de Nicosia. A un lado est¨¢ el puesto grecochipriota, una barrera de cemento y varios barracones pintados con los colores azul y blanco de la bandera griega, que ondea a la misma altura que la chipriota (un mapa de la isla con dos ramas de olivo en fondo blanco). Al otro lado, los colores cambian, y las banderas tambi¨¦n. Domina el rojo: el del s¨ªmbolo de la naci¨®n turca (una estrella y una media luna blancas en fando rojo). Junto a ¨¦l, la bandera (le la Rep¨²blica Turcochipriota, proclamada en noviembre de 1983 y reconocida s¨®lo por Turqu¨ªa. Es casi una r¨¦plica en negativo: media luna y estrella rojas en fondo blanco, con dos bandas horizontales rojas. Imposible olvidar que el conflicto de Chipre es algo m¨¢s que una disputa intercomunitaria. La sombra de Atenas y de Ankara no se borra ni siquiera cuando se pone el sol.
Sin llegar a la partici¨®n, los sectores turco y griego de Nicosia estaban ya claramente diferenciados antes de 1974. La l¨ªnea verde se traz¨® en 1963, cuando los enfrentamientos entre las dos comunidades causaron un ba?o (le sangre.
La l¨ªnea verde es un laberinto de calles, conocido anteriormente como l¨ªnea Mason-Dixon (r¨¦plica contempor¨¢nea de la frontera entre los Estados esclavistas y antiesclavistas en EE UU antes de la guerra civil), que corta la ciudad vieja, encerrada en una muralla veneciana circular.
Al llegar a la calle de Papho, desde la zona griega, se toca a la izquierda uno de los bastiones, y al levantar la vista se ve una bandera y un soldado turcos. Pero unos metros m¨¢s all¨¢ se puede dominar un panorama que resume la situaci¨®n de la ciudad y de la isla. A la entrada de la iglesia cat¨®lica de la Santa Cruz hay una imagen de la Virgen de Lourdes, y apenas tres metros por encima, un puesto turco con tres soldados que sonr¨ªen a los fieles que acuden a misa en este domingo de una primavera adelantada. Uno de ellos incluso se atreve a pedir un cigarrillo. Enfrente, al otro lado de la calle, en el tejado de un edificio que albergaba a un servicio de taxis y un bar (a¨²n son visibles, descoloridos, los anuncios de Coca-Cola), hay un puesto de observaci¨®n de la ONU, en el que dos cascos azules canadienses, con los fusiles al lado, vigilan con prism¨¢ticos. A su izquierda, en un edificio semidestruido en el que apenas hay cristales, pero s¨ª muchos sacos de arena, est¨¢n los soldados grecochipriotas. Al fondo, la calle se corta bruscamente: una valla de cemento, tina vieja reja, varias planchas de hierro oxidadas y placas de uralita, Otro soldado turco monta guardia en una terraza.
El padre Massimino, p¨¢rroco de la Santa Cruz, templo de fundaci¨®n. espa?ola, lleva en la isla desde 1949, pero no quiere hablar de los d¨ªas dif¨ªciles de 1974. "Nosotros nunca hemos tenido problemas", repite insistentemente, pero en el patio, en el que crecen los naranjos y los limoneros, todav¨ªa se ven las huellas de muchos disparos. El prudente franciscano no lo dice, pero las obras de restauraci¨®n. no han podido ser completadas porque los obreros grecochipriotas rechazan trabajar a unos metros de los fusiles turcos.
La calle de Ledra es, junto a la Phaneromeni, la principal arteria comercial de la Nicosia grecochipriota. Quiz¨¢ por ello el espect¨¢culo de la partici¨®n resulta all¨ª especialmente dram¨¢tico. El puesto azul y blanco es una gran casamata de madera, con una escalerilla y una especie de porche elevado. En medio hay un cuadro de vivos colores y dudoso gusto art¨ªstico, que representa a un soldado de pie junto a una alambrada, preparado para disparar. Unos metros m¨¢s all¨¢, la misma calle tiene ya, como es l¨®gico, un nombre turco, Arasta.
Cuando se entra en el sector turcochipriota, la primera impresi¨®n es que se ha cambiado de continente.
En la calle de Ledra-Arasta, dos testimonios que hablan de odio. Emir Hussein Kainak tiene su bazar a escasos metros de la l¨ªnea verde. Procede de Murataga. "?ramos 15 de familia", dice, "y s¨®lo pude salvarme yo, porque estaba ausente del pueblo cuando los griegos atacaron, en 1963. Si alguna vez veo a los asesinos, los matar¨¦. Prefiero que vivamos separados. Si no, volveremos a luchar".
Spyros no se llama as¨ª, pero prefiere no dar su nombre. Aparenta m¨¢s de 70 a?os. "Cuando los turcos atacaron, en 1974, apenas si pude ponerme los pantalones y la camisa para huir de la matanza. Todo cuanto ten¨ªa qued¨® al otro lado. Jam¨¢s aceptaron devolver nada, ni siquiera objetos de valor sentimental. Fue algo m¨¢s que pillaje, fue odio irracional".
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