Una derrota trascendental
LA GUERRA irano-iraqu¨ª podr¨ªa haber llegado en las dos ¨²ltimas semanas a un punto de inflexi¨®n importante, que deber¨ªa hacer m¨¢s f¨¢cil la contemplaci¨®n del fin de la contienda. En las marismas de Howeiza, zona fronteriza entre los dos pa¨ªses, el poder iran¨ª se ha desangrado ante las l¨ªneas defensivas de Bagdad. No se trata, simplemente, de que la ofensiva haya quedado detenida, como, m¨¢s o menos oblicuamente, han reconocido las propias fuentes de Teher¨¢n, sino de que una fuerza compuesta al menos por cinco divisiones y ocho brigadas iran¨ªes ha quedado pr¨¢cticamente destruida, con una p¨¦rdida de vidas humanas quiz¨¢ no inferior a los 40.000 muertos o heridos. Las bajas iraqu¨ªes, aunque importantes, han sido comparativamente mucho menores, puesto que los defensores de la l¨ªnea de comunicaciones Bagdad-Basora se hallaban formidablemente atrincherados, as¨ª como protegidos por una excelente cobertura a¨¦rea y artillera. Por el contrario, los tenaces atacantes iran¨ªes carec¨ªan de apoyo a¨¦reo digno de tal nombre y su cobertura artillera era claramente insuficiente. As¨ª, una masa compuesta en gran parte de reclutas con apenas unas semanas de entrenamiento se met¨ªa en una trampa cuyo desenlace era la matanza m¨¢s indiscriminada.Excepcionalmente, esa batalla ha sido registrada por la m¨¢s moderna tecnolog¨ªa norteamericana. Un sat¨¦lite de EE UU ha archivado la derrota de los soldados de Jomeini, de forma que no es preciso acreditar la mayor o menor veracidad de los partes de guerra iraqu¨ªes para valorar militarmente lo sucedido.
Algunas conclusiones pueden sacarse de la terrible batalla de Howeiza: Teher¨¢n carece de fuerzas regulares en suficiente n¨²mero para iniciar una nueva ofensiva en un plazo de tiempo prolongado que tuviera probabilidad de forzar las l¨ªneas iraqu¨ªes; aunque el alto mando de Jomeini a¨²n puede contar con divisiones avezadas, ¨¦stas se hallan probablemente en la retaguardia, como reserva para futuras contingencias; un nuevo ataque con tropas sin preparaci¨®n como el ocurrido en las marismas reeditar¨ªa el desastre de d¨ªas pasados. Pese a ello, Irak no tiene la capacidad de decisi¨®n militar en un tipo de guerra ofensivo, muy distinto del que lleva librando desde hace m¨¢s de dos a?os, para llevar de nuevo los combates a territorio iran¨ª. De ello se deduce no ya la consolidaci¨®n del punto muerto en el que se hab¨ªan mantenido las operaciones en los ¨²ltimos meses, sino el fin probable de la capacidad ofensiva iran¨ª y del sue?o de derribar al presidente Sadam Husein como consecuencia de una victoria militar.
?ste deber¨ªa ser el momento m¨¢s apropiado para que los esfuerzos mediadores, en especial de los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico -principales afectados por la lucha que se libra a sus puertas y en sus aguas costeras-, tradujeran ese agotamiento de Teher¨¢n en alguna clase de armisticio que abriera el camino a soluciones m¨¢s duraderas. Tambi¨¦n ¨¦ste ser¨ªa el momento para que Bagdad diera facilidades a la detenci¨®n de la lucha. Si el alto el fuego no es posible en las pr¨®ximas semanas no cabe esperar m¨¢s que una guerra, probablemente est¨¢tica, pero no por ello menos destructiva, de la misma duraci¨®n que la supervivencia de quien la ha erigido en un instrumento de sus designios de hegemon¨ªa pol¨ªtico-religiosa en la zona: el ayatollah Jomeini.
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