Israel, a la caza del periodista
Los portavoces militares israel¨ªes cuentan orgullosos c¨®mo las primeras cr¨®nicas sobre la matanza de palestinos en Sabra y Chatila fueron transmitidas a trav¨¦s del centro de Prensa del Ej¨¦rcito israel¨ª en Baabda, en los suburbios de la capital libanesa. L¨ªbano estuvo en aquellos d¨ªas de septiembre de 1982 completamente aislado del mundo, con t¨¦lex y tel¨¦fonos cortados, y si a los oficiales destacados en Baabda se les revolv¨ªan las tripas cada vez que o¨ªan a los corresponsales mencionar "la complicidad pasiva" de los israel¨ªes ante esa tragedia, no por eso les impidieron llamar a sus redacciones v¨ªa Tel Aviv.
BeirutIsrael demostraba una vez m¨¢s que, adem¨¢s de vencer en el campo de batalla, sab¨ªa ganar la guerra de la informaci¨®n, y no en balde algunos periodistas europeos a los que las tropas sirias hab¨ªan obligado en a?os anteriores a abandonar Beirut, aprovecharon la invasi¨®n del Ej¨¦rcito israel¨ª para regresar a su antiguo destino.Aquel L¨ªbano aliado de Israel so?ado por Men¨¢jem Beguin y Ariel Sharon, fue una ef¨ªmera realidad que dej¨® paso a la m¨¢s vehemente resistencia que los militares israel¨ªes hayan jam¨¢s conocido en un territorio ocupado, y a medida que aumentaban los muertos israel¨ªes en los atentados y las v¨ªctimas shi¨ªes de la represi¨®n, la Prensa experimentaba crecientes dificultades para moverse por el Sur.
Antes incluso de que el Ej¨¦rcito israel¨ª se retirase, a mediados de febrero, de Sid¨®n y prohibiese a los periodistas procedentes de Beirut penetrar en su zona de ocupaci¨®n, los soldados israel¨ªes recurr¨ªan a veces a curiosos m¨¦todos disuasivos, consistentes en abrir fuego por encima de las cabezas de los equipos de televisi¨®n, a los que en m¨¢s de una ocasi¨®n requisaron sus cintas de v¨ªdeo.
M¨¦todos disuasivos
Con el inicio, a partir de febrero, de las grandes operaciones de rastreo en los alrededores de Tiro se generaliz¨® la pr¨¢ctica de la retenci¨®n para interrogatorio de los pocos periodistas que lograban pasar las l¨ªneas israel¨ªes, y en la incursi¨®n que hace exactamente una semana llev¨® a cabo, en una zona recientemente evacuada, el Ej¨¦rcito israel¨ª inaugur¨® una nueva t¨¢ctica: el disparo directo al periodista.Dos libaneses que trabajaban para la cadena de televisi¨®n norteamericana CBS, el c¨¢mara Tufic Ghazaui y el t¨¦cnico de sonido Bahige Metni, fueron las primeras v¨ªctimas mortales -y acaso tambi¨¦n las ¨²ltimas, gracias a la reacci¨®n internacional que preocupa a Tel Aviv- de los intentos israel¨ªes por disimular una represi¨®n en la que el ej¨¦rcito de ocupaci¨®n no duda en abrir fuego sobre terroristas desarmados.
Dos testigos presenciales, Alain Menargues y Marine Jacqueline, de la radio y televisi¨®n francesa, de los que no podemos imaginar que la solidaridad profesional les incite a distorsionar los hechos, sostienen que un carro de combate israel¨ª estaba estacionado a tan s¨®lo 500 metros de distancia de la peque?a concentraci¨®n de periodistas en Kfar Milki. Sus tripulantes pod¨ªan, por tanto, divisar, a trav¨¦s de sus instrumentos ¨®pticos, la palabra Prensa escrita en las pegatinas de los coches, la c¨¢mara de televisi¨®n, las grabadoras y el cabello rubio de la periodista, a pesar de lo cual dispararon dos veces, hiriendo primero gravemente al ch¨®fer de la CBS y dando despu¨¦s muerte a los dos t¨¦cnicos.
Tanto los comunicados militares como el propio Sim¨®n Peres refutaron esta versi¨®n asegurando que los periodistas se mezclaron con un grupo de hombres armados, convirti¨¦ndose en candidatos al suicidio, un argumento tan absurdo que el portavoz del Gobierno israel¨ª lo desminti¨® el martes.
Peres, probablemente, haya querido olvidar un hecho sucedido hace tambi¨¦n una semana a una decena de fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n que desde la terraza de una casa de Anquin segu¨ªan una intervenci¨®n israel¨ª en el pueblo de Humine el Tahta.
Si el grupo pod¨ªa ver a los israel¨ªes a trav¨¦s de sus teleobjetivos, ¨¦stos, equipados con un material m¨¢s perfeccionado, les divisaban, sin duda, con mucha m¨¢s precisi¨®n. Apenas bajaban, sin embargo, de su puesto de observaci¨®n, un proyectil de carro de combate estall¨® en la terraza del edificio de una aldea donde no se hab¨ªa registrado actividad antiisrael¨ª. Cuando se produjo la tercera explosi¨®n, los habitantes pidieron a los fot¨®grafos que se marchasen.
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