Los dulces sue?os de un violinista en el tejado
Con la muerte de Marc Chagall, cuando estaba a punto de alcanzar el siglo de existencia apasionada y fecunda y cuando era objeto de un ferviente homenaje popular con motivo de la magna exposici¨®n retrospectiva a¨²n abierta de la Royal Academy de Londres, desaparece uno de los m¨¢s sorprendentes y parad¨®jicos artistas supervivientes de la vanguardia hist¨®rica. Chagall fue, sin duda, un vanguardista extra?o, porque no creo que se pueda practicar m¨¢s antivanguard¨ªsticamente el lenguaje y las ideas de la vanguardia que como ¨¦l, lo hizo.Esta contradicci¨®n no tuvo otra causa que la obstinada oposici¨®n de Chagall a renunciar al argumento literario como eje vertebral del cuadro, tal como exig¨ªa hacerlo el exacerbado formalismo de la primera vanguardia, la corriente anal¨ªtica del cubismo, el movimiento que triunfaba al instalarse en Par¨ªs el a?o 1910, procedente de su Rusia natal.
No debe extra?arnos, pues, que sus camaradas de la bohemia art¨ªstica parisiense se chancearan un tanto de la desbordante fantas¨ªa de este joven ruso de raza hebrea con ojos so?adores e ingenua jovialidad. Le llamaban, al parecer, el poeta, apelativo cari?osamente ir¨®nico para alguien al que consideraban empachado en exceso con la literatura.
A comienzos de la segunda d¨¦cada del siglo estaba en su apogeo la est¨¦tica cubista, volcada a conquistas anal¨ªticas, puramente formales, que impugnaban la pervivencia de cualquier residuo declamatorio en pintura. Es cierto, sin embargo, que exist¨ªa, en cuanto a expresi¨®n espont¨¢nea de un mundo personal ingenuamente elocuente, el precedente del aduanero Rousseau, pero el simbolismo de ¨¦ste era menos complejo y ex¨®tico que el del apasionado hebreo eslavo que por lo dem¨¢s, en el terreno puramente pl¨¢stico, no iba ni mucho menos de na?f.
Pintura narrativa
El caso es que Marc Chagall, que supo extraer toda la fuerza expresiva y arbitraria contenida en la revoluci¨®n crom¨¢tica del fauvismo y que se aprovech¨® no poco de la composici¨®n cubista, no se despreocup¨® jam¨¢s del tema, del contenido narrativo de la pintura. De hecho, el encanto y atracci¨®n que siempre ha suscitado su obra fuera de los c¨ªrculos especializados han sido debidos a la fuerza po¨¦tica de los asuntos y s¨ªmbolos por ¨¦l manejados y al tratamiento l¨ªrico-sentimental con que los empleaba. Era Marc Chagall el portavoz privilegiado de los sencillos sue?os ¨ªntimos del hombre llano, que siempre ador¨® su pintura incluso sin interesarse ni entender nada del arte de vanguardia. Y es que la imaginaci¨®n de Marc Chagall configuraba anhelos y fantas¨ªas poderosamente arraigados en el folclor tradicional.
Un repaso a lo largo de la evoluci¨®n art¨ªstica de Chagall pone de manifiesto efectivamente la existencia de unos temas recurrentes, una buena parte de los cuales proceden de cuentos y leyendas tradicionales de Rusia, pero tambi¨¦n de la Biblia y otras fuentes de la religi¨®n jud¨ªa en su vertiente m¨¢s popular.
As¨ª, en los cuadros de Chagall alternan ciertos mundos peculiares, como el del circo, los amantes, los campesinos o los animales dom¨¦sticos, con asuntos m¨¢s trascendentales, que exorcizaban el dolor y la muerte. Los ¨¢ngeles, los m¨²sicos, los rabinos y hasta, de cuando en cuando, alg¨²n tema de la mitolog¨ªa cl¨¢sica, como la ca¨ªda de ?caro, son otros tantos protagonistas frecuentes de la dramaturgia l¨ªrica de Chagall. La celebraci¨®n del nacimiento y la maternidad, as¨ª como el matrimonio, forman, a su vez, importantes series, al igual que la dedicada a la muerte, que interpret¨® a trav¨¦s del simbolismo de la crucifixi¨®n o del juicio final.
La afici¨®n que tuvo por representar animales, mujeres e, sencillas gentes r¨²sticas nos confirman no s¨®lo su exaltaci¨®n de los valores instintivos, sino su actitud ¨¦tica. Respecto a la continua presencia en sus cuadros de animales dom¨¦sticos, y muy en especial de los caballos, caballos de carga, nos ha dejado ¨¦l mismo una explicaci¨®n muy elocuente: "Toda mi vida he dibujado caballos que parecen m¨¢s burros o bueyes que otra cosa... Al contemplar los caballos, que parecen estar siempre en un estado de ¨¦xtasis, pienso: ?no son quiz¨¢ m¨¢s felices que nosotros? Se puede uno tranquilamente arrodillar ante un caballo y ponerse a rezar. ?l siempre mantendr¨¢ m¨¢s bajos sus ojos, en un rapto de modestia. El eco de los relinchos de los caballos resuena en la boca de mi est¨®mago. Podr¨ªa estar corriendo sobre un caballo desde el principio hasta el fin a lo largo de la brillante plaza de la vida".
Imaginaci¨®n po¨¦tica
"Me gustar¨ªa ser consciente de la trascendencia de no estar m¨¢s tiempo solo entre esas criaturas silenciosas cuyas opiniones sobre nosotros s¨®lo Dios es capaz de conocer. Estos animales, caballos, vacas, cabras en bosques y colinas, permanecen todos en silencio. Nosotros murmuramos, cantamos, escribimos poemas y dibujamos, que ellos ni leen, ni ven, ni entienden. Me gustar¨ªa subir hasta esa amazona que cabalga a pelo sonriendo; su traje, un ramo de flores. Quisiera abarcarla con mis a?os floridos y no floridos. Sobre mis rodillas la expresar¨ªa deseos y sue?os que no son de este mundo. Me agradar¨ªa correr tras su caballo para preguntarla c¨®mo vivir, c¨®mo escapar de m¨ª mismo, del mundo, a qui¨¦n seguir y a d¨®nde dirigirse".
El texto fue escrito por Chagall hace apenas cuatro a?os, ya nonagenario avanzado, y en ¨¦l se expresa la cualidad l¨ªrica e intuitiva de su imaginaci¨®n po¨¦tica. Alarga los seres y las cosas a la medida de sus sentimientos con la fuerza m¨ªstica de un visionario. No es raro que amara sobremanera a un pintor como El Greco, aunque ¨¦l nunca perdi¨® cierta bondad jovial, incluso en las situaciones m¨¢s extremadamente tr¨¢gicas. Sus met¨¢foras, f¨¢cilmente comprensibles y aleccionadoras, est¨¢n llenas de una sensatez elemental muy eficaz.
Esto le hizo estar siempre a contrapelo de las sucesivas vanguardias, incluso respecto a aquellas que aceptaban m¨¢s libremente Ia fantas¨ªa y los sue?os, como el superrealismo. Ha sido, sin embargo, el m¨¢s popular de los vanguardistas y logr¨® ser comprendido incluso por quienes jam¨¢s acertaron a comprender nada de la vanguardia. La fluidez de su universo multicolor tiene el profundo encanto de un cuento infantil conmovedor. En realidad, el atractivo de sus im¨¢genes fant¨¢sticas est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la pintura: son, parafraseando a Mir¨®, del color de los sue?os, sue?os de color de rosa, los dulces sue?os del violinista en el tejado.
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