El f¨²tbol ingl¨¦s, un campo de batalla
Margaret Thatcher instar¨¢ ma?ana a los directivos: o buscan soluciones al vandalismo de los hinchas o lo har¨¢ su Gobierno
Un magistrado de Londres decret¨® la pasada semana la puesta en libertad bajo fianza de un joven de 23 a?os con residencia en el t¨ªpico Soho londinense. ?Las condiciones para la fianza? Que el joven se comprometa a no asistir m¨¢s a ning¨²n partido de f¨²tbol. La sentencia no ser¨ªa noticia si no hubiera concurrido en el joven, William Ross, una circunstancia especial. Ross es miembro de la Polic¨ªa Metropolitana de la capital brit¨¢nica, con destino en la comisar¨ªa de Rochester Row, cerca de la estaci¨®n Victoria, y a pesar de su condici¨®n de polic¨ªa, aparentemente particip¨® junto a cientos de j¨®venes en los grav¨ªsimos disturbios que se produjeron el pasado 4 de marzo durante el encuentro valedero para la Copa brit¨¢nica entre el castizo Chelsea y el Sunderland, en Stanford Bridge, el famoso campo del Chelsea.La situaci¨®n es de tal gravedad que la primera ministra, Margaret Thatcher, uno de cuyos puntos claves de su programa electoral es la defensa de la ley y el orden, se ha visto obligada a establecer un verdadero gabinete de guerra para estudiar qu¨¦ medidas puede adoptar la Administraci¨®n para combatir la violencia en los campos de f¨²tbol. El gabinete de guerra, criticado por la oposici¨®n laborista, para quien un organismo similar deber¨ªa establecer para combatir el paro, est¨¢ presidido por la propia Margaret Thatcher, y de ¨¦l forman parte los pesos pesados del Gobierno en pol¨ªtica interior, tales como el secretario del Interior, Leon Brittan; el de Medio Ambiente, Patrick Jenkin; el de Transportes, Nicholas Ridley, y el ministro de Deportes, Neil Mac Farlane.
El establecimiento de este gabinete, encargado del seguimiento de la violencia en los campos de f¨²tbol, se debe a la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica cerca del Gobierno.
Nombre por los suelos
El ingl¨¦s medio est¨¢ harto de que el buen nombre del pa¨ªs ande por los suelos en toda Europa cada vez que un equipo ingl¨¦s sale a jugar un partido m¨¢s all¨¢ del canal de la Mancha. Un pa¨ªs que pr¨¢cticamente ha inventado o ha readaptado casi todos los deportes, desde el f¨²tbol al rugby y del tenis al golf, y en el que el t¨¦rmino sportsmanship (deportividad) est¨¢ incorporado al lenguaje com¨²n de cada d¨ªa, no puede soportar las escenas de salvajismo que se producen en torno al f¨²tbol.
La Comisi¨®n de Disciplina de la Football Association (equivalente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol) alega que la violencia no constituye exclusivamente un problema del f¨²tbol, sino que es un mal que afecta a toda la sociedad. Pero la verdad es que la Football Association toma muy pocas medidas contra los clubes en cuyos campos se registran disturbios.
Una prueba de esta afirmaci¨®n se encuentra en el hecho de que el presidente de la Football Association, Bert Millichip; el secretario, Ted Croker, y el presidente de la Football League, Jack Dunnett, presenciaron desde la tribuna y la batalla campal que se desarroll¨® en Stanford Bridge durante el partido de vuelta entre el Chelsea y el Sunderland. En su tribuna pudieron ver c¨®mo un acomodador del Chelsea era derribado por un proyectil, probablemente una piedra, cuando iba a recoger un asiento arrancado de cuajo y arrojado al campo desde las tribunas. Cuando Clive Walker marc¨® el segundo gol para el Sunderland, los aficionados arrancaron materialmente la alambrada y se lanzaron como fieras al c¨¦sped para intentar llegar al otro extremo, donde se encontraban los partidarios del Sunderland. La polic¨ªa tuvo que cargar a caballo mientras que la multitud les lanzaba los postes de madera que sosten¨ªan la alambrada.
Despu¨¦s del partido, el tr¨¢fico estuvo interrumpido durante m¨¢s de media hora en las calles clave de Kings Road y Fulham, mientras que la polic¨ªa enviaba refuerzos a todo el oeste de Londres para separar a diversos grupos de gamberros enzarzados a pu?etazos en plena calle.
Despu¨¦s del partido, la Comisi¨®n de Disciplina de la Football Association realiz¨® una encuesta. El resultado de la encuesta fue calificado por el p¨²blico de verdadero esc¨¢ndalo.
A pesar de que la comisi¨®n encontr¨® al Chelsea culpable de "no adoptar precauciones razonables", el club se libr¨® con una sola nota de censura y con la orden de realizar algunas obras en las tribunas. Como declar¨® un diputado conservador, "los gamberros se estar¨¢n partiendo de risa".
Los clubes brit¨¢nicos se ganaron la peor reputaci¨®n de Europa como consecuencia de dos incidentes serios en los setenta: la final de la Copa de la UEFA en Rotterdam entre el Tottenham y el Feyenoord y el partido de triste memoria entre el Barcelona y el Glasgow Rangers en la capital catalana, donde los escoceses des trozaron el Nou Camp y arrasaron las calles c¨¦ntricas de la Ciudad Condal y de algunas localidades de la costa. A ra¨ªz de esos incidentes casi todas las actuaciones del Manchester United estuvieron marcadas por la violencia.
Despu¨¦s de la batalla de Chelsea del pasado 4 de marzo, la violencia se ha recrudecido en los campos de este pa¨ªs. Dos semanas despu¨¦s de Stanford Bridge, el centro de Norwich fue arrasado por los seguidores del Ipswich en otra semifinal de Copa, mientra que la polic¨ªa de Viena acus¨® de cometer actos de vandalismo y robo durante su estancia en la capital austriaca.
El peor incidente se registr¨® hace dos semanas en un encuentro entre el Luton y el Millwall, en el campo del primero, apropiadamente llamado la guardia (the den). En Luton, la violencia alcanz¨® l¨ªmites indescriptibles, hasta el punto de que el partido estuvo suspendido durante 25 minutos ante la invasi¨®n del c¨¦sped por los partidarios del Millwall, que hab¨ªan acudido en n¨²mero de 8.000 desde Londres. Cuando termin¨® el juego con la victoria del Luton, los partidarios de ¨¦ste se lanzaron al terreno y arremetieron contra la polic¨ªa armados de los asientos que previamente hab¨ªan arrancado.
El trato benigno que la Football Association da a los clubes ha sido objeto de fuertes cr¨ªticas por parte de parlamentarios, pero seg¨²n su secretario, Croker, "poco podemos hacer si los clubes cumplen las medidas en vigor". Estas medidas generalmente hacen referencia al establecimiento de alambradas en torno al terreno de juego.
Naturalmente, tambi¨¦n hay gestos en¨¦rgicos por parte de algunos dirigentes del f¨²tbol brit¨¢nico. La Prensa londinense ha recordado recientemente un mensaje del presidente del Millwall a sus socios en el que dec¨ªa, entre otras cosas: "Ya est¨¢ bien de arrastrar el buen nombre de nuestro club por el barro. A menos que se produzca una mejora inmediata del comportamiento de nuestros aficionados, prometo que no esperar¨¦ a que la Asociaci¨®n de F¨²tbol cierre nuestro campo. Lo cerrar¨¦ yo mismo". El mensaje ten¨ªa fecha del 28 de noviembre de 1982. Dos a?os y medio despu¨¦s, los socios del Millwall siguen lo mismo.
Soluciones
Una soluci¨®n que se est¨¢ barajando es la prohibici¨®n de consumir alcohol en los terrenos de juego ingleses y galeses, como ha hecho la Federaci¨®n Escocesa de F¨²tbol. Salvo incidentes espor¨¢dicos, como el registrado recientemente en Edimburgo en la celebraci¨®n del partido Hibernians-Aberdeen, la paz ha renacido en el f¨²tbol escoc¨¦s a ra¨ªz de tomar esa determinaci¨®n.
Otra medida que podr¨ªa tener un efecto inmediato ha sido propuesta por el presidente de la Federaci¨®n de Polic¨ªa, Leslie Curtis, para quien el coste de la vigilancia policial durante los partidos de f¨²tbol debe ser sufragado por los clubes en cuesti¨®n y no por el contribuyente. Lo que es evidente es que la paciencia del p¨²blico y del Gobierno se est¨¢n agotando. A ra¨ªz de la ¨²ltima ola de violencia, el Ministerio del Interior ha advertido de la posibilidad de introducir legislaci¨®n destinada a penar algunos excesos de los gamberros con cadena perpetua.
La primera ministra ha citado a las autoridades m¨¢ximas federativas del f¨²tbol brit¨¢nico para ma?ana por la ma?ana en su residencia oficial de Downing Street. El mensaje del gobierno es muy claro: "Si ustedes no hacen nada para poner fin a esta ola de violencia, lo haremos nosotros".
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