Ropas, frutas, carnes
Las boutiques, con los escaparates cuidadosamente decorados en la calle peatonal Vac¨ª, tienen muy pocos clientes de otros pa¨ªses socialistas. Sin embargo, clientes h¨²ngaras agotan aqu¨ª las ofertas de vestidos o botas de hasta 4.000 forintos. Esto es casi el sueldo de un mes, si alguien es tan ingenuo como para pensar que estos h¨²ngaros tienen solo un sueldo.
Junto al Ministerio de Asuntos Exteriores, en la calle de F?, a pocos metros de los magn¨ªficos ba?os turcos Kiraly, que, herencia de la ocupaci¨®n otomana, siguen funcionando como anta?o, incluso alg¨²n que otro efecto ¨¢rabe, est¨¢ la tienda de fruta de Ida Kovacs. Una peque?a tienda, como existen hoy centenares en todo el pa¨ªs. La familia se turna en atender el establecimiento. Las cajas, cuidadosamente ordenadas en el exterior de la tienda, muestran una enorme variedad de frutas y verduras grandes y sanas. Alguno de los propietarios sale de cuando en cuando y moja los productos con un pulverizador de agua para mejorar su aspecto y atractivo. Habr¨ªa que ser muy forofo de tiempos pasados y doctrinales montaraces para a?orar las frutas raqu¨ªticas y cubiertas de manchas, aquellas zanahorias que parec¨ªan fosilizadas y que, procedentes de cultivos estatales, se vend¨ªan aqu¨ª y a¨²n tienen que consumir algunos pueblos vecinos m¨¢s sufridos.
El aumento de la oferta y de la calidad de los productos se ha visto correspondido por una evidente mejora en los productos y la presentaci¨®n de las tiendas estatales. Las de la cadena Kozert, llenas de carnes de calidad, no tienen parang¨®n en el este de Europa. Los mercados de Budapest, algunos magn¨ªficas construcciones, ofrecen todo tipo de productos alimenticios posibles.
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