Una oportunidad para innovar
Los j¨®venes somos un colectivo social con numerosos problemas (desempleo, inestabilidad, no cualificaci¨®n ... ) e inquietudes reprimidas (relaciones personales, valores sociales, derechos civiles), todo ello interrelacionado en torno al bloqueo a nuestra inserci¨®n social y aspiraciones, como consecuencia de esta crisis basada en la irracionalidad que destruye empleo, ecosistemas, riqueza, futuro, etc¨¦tera.La marginaci¨®n juvenil constituye un problema de Estado, y como tal debe ser abordada. Sobran las intenciones y la superficialidad, urge abordar la transformaci¨®n de las estructuras y los valores responsables de esta situaci¨®n. No porque seamos el futuro de esta sociedad, sino porque somos una amarga realidad en el presente.
As¨ª, el A?o Internacional de la Juventud es un buen pretexto para superar las limitaciones de una insuficiente pol¨ªtica de juventud que cercena sus posibilidades al reducirse al tiempo libre, e iniciar entonces una pol¨ªtica juvenil cuyos objetivos sean la modificaci¨®n de las condiciones de vida de los j¨®venes (empleo; cooperativismo; ense?anzas medias; vivienda; dignidad en el servicio militar y en el derecho a la objeci¨®n de conciencia; prevenci¨®n, asistencia y reinserci¨®n de los toxic¨®manos ... ) y el est¨ªmulo a nuestro protagonismo social.
Todo ello dentro de una opci¨®n sincera por una pol¨ªtica de neutralidad activa, de solidaridad internacional, de freno a los procesos de militarizaci¨®n del pensamiento y de la sociedad; una pol¨ªtica de ocupaci¨®n y formaci¨®n estable para los j¨®venes, y la creaci¨®n de los mecanismos de participaci¨®n efectiva de los j¨®venes.
El A?o Internacional de la Juventud es tambi¨¦n una oportunidad para articular un movimiento juvenil progresista que impulse esa pol¨ªtica juvenil alternativa, lo cual exige un serio esfuerzo de renovaci¨®n de las experiencias asociativas y el est¨ªmulo a otras expresiones desde una inequ¨ªvoca identidad juvenil y un compromiso unitario. Las actuales asociaciones est¨¢n condicionadas por la estrechez y el sectarismo; hay una ?l¨®gica competitividad entre organizaciones identificadas con ideas progresistas, quiz¨¢ porque todav¨ªa pervive ese esp¨ªritu totalizador de los j¨®venes y sus aspiraciones. Es, esta tendencia la que los movimientos juveniles precisan renovar. Es necesario recuperar el car¨¢cter unitario, ¨²nico capaz, como la experiencia as¨ª nos indica, de multiplicar por cien la influencia, de recuperar nuestro propio lenguaje, nuestras aspiraciones, sin condicionarlas a estrategias m¨¢s de fondo.
Por otra parte, existe todo un desierto asociativo, una disgregaci¨®n en distintas sensibilidades juveniles (estudiantil, barrios ... ), y otras son muy d¨¦biles; en cualquier caso, promover el encuentro de asociaciones, la unidad de acci¨®n, puede permitir superar las limitaciones actuales. Al margen de perspectivas particulares, a la mayor¨ªa de los movimientos juveniles nos une tal cantidad de aspiraciones que el no coordinarnos supondr¨ªa una irresponsabilidad, pues nuestro sectarismo estar¨ªa siendo coartada de nuestra propia marginaci¨®n.
En ese sentido, una propuesta a debatir ser¨ªa la posibilidad de poner en marcha un proceso sectorial y descentralizado de encuentro de colectivos y asociaciones para elaborar propuestas concretas, concluyendo en un foro juvenil donde se recogiera todo ese proceso, constituyendo as¨ª una alternativa a las burocr¨¢ticas comisiones del ministerio del A?o Internacional, que aparcan a medio plazo iniciativas urgentes por falta de voluntad pol¨ªtica.
Y, por ¨²ltimo, el A?o Internacional de la Juventud es un reto para los propios j¨®venes. Los mismos que nos dedican este evento son los sordos a nuestras inquietudes, y ellos han movido su pieza. Ahora nos toca a nosotros mover la nuestra, decir la nuestra; para ello hemos de pasar de la frustraci¨®n, la impotencia y reivindicar el derecho a disentir... de la irracionalidad y la locura nuclear, de un futuro de pl¨¢stico y tecnocracia, de una econom¨ªa basada en la explotaci¨®n del hombre y en los desastres ecol¨®gicos, del hambre y los gastos militares, del c¨ªrculo de las multinacionales del disco, de las relaciones patriarcales, del tiempo no ocupado -que no libre-; en suma, disentir de una sociedad que nos ofrece todo y al mismo tiempo nos lo niega.
Por si acaso se acaban los 365 d¨ªas de jauja, comencemos a pedir un Siglo Internacional de la Juventud; ahora bien, si nos ponemos a currar, a movernos con ilusi¨®n y unidad, no har¨¢ falta ese siglo porque habremos empezado a cambiar nuestra vida cotidiana, y con ello las; realidades actuales. Es, pues, una invitaci¨®n al placer... de renovar una pol¨ªtica sin vitalidad y urta sociedad caduca.
es secretario general de la Uni¨®n de Juventudes Comunistas de Espa?a.
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