Terrorismo de Estado en Chile
LOS TRES nuevos asesinatos de personalidades democr¨¢ticas que acaban de ser cometidos en Chile han levantado una ola de indignaci¨®n en todos los sectores de la poblaci¨®n, y en la opini¨®n p¨²blica internacional, particularmente en Am¨¦rica Latina. Han sido ya muchos los muertos como consecuencia de la represi¨®n gubernamental en los m¨¢s de 11 a?os que el general Pinochet lleva al frente del poder. Pero en este ¨²ltimo: caso, los procedimientos utilizados han sido particularmente macabros. Manuel Guerrero, el presidente metropolitano de la Asociaci¨®n Gremial de Educado res; el soci¨®logo Jos¨¦ Manuel Parada, colaborador de la Vicar¨ªa de Solidaridad de la Iglesia cat¨®lica, y el dibujante Santiago Nattino fueron secuestrados y sus cad¨¢veres aparecieron al d¨ªa siguiente, degollados, en un camino rural pr¨®ximo a Santiago. No existen pruebas, por ahora, de que los autores del crimen sean miembros de la polic¨ªa. Un portavoz del Gobierno ha declarado incluso que ¨¦ste desea esclarecer los hechos y en tregar los culpables a la justicia. Pero diversas circunstancias, incluido el interrogatorio al que fueron sometidos otros cuatro dirigentes de la Asociaci¨®n de Educadores, secuestrados, torturados y liberados al cabo de unas horas, indican que se trata de un nuevo paso en la escalada del terror fomentado desde el poder contra la oposici¨®n. La semejanza es obvia con los m¨¦todos empleados en otras dictaduras latinoamericanas por grupos parapoliciacos. En ese sentido han reaccionado todas las fuerzas de la oposici¨®n, desde la Democracia Cristiana a los comunistas, partido al que, pertenec¨ªan Guerrero y Parada. El cardenal Ra¨²l Silva Enr¨ªquez ofici¨® una misa en memoria de los tres asesinados. Los funerales se convirtieron en la mayor concentraci¨®n de masas, desde hace mucho tiempo, de las fuerzas de la oposici¨®n democr¨¢tica. En este agravamiento de la represi¨®n aparecen rasgos que tienen, sin duda, un significado pol¨ªtico. En reiteradas ocasiones, Pinochet ha demostrado que es capaz de aplicar procedimientos represivos de suma crueldad sin ning¨²n disimulo, de manera oficial. Si ahora se recurre a m¨¦todos indirectos, organizando la acci¨®n de grupos parapoliciacos, la causa m¨¢s probable reside en el creciente aislamiento de la dictadura; y en la existencia de dificultades en el seno de su propio aparato de poder.
Durante una etapa de su r¨¦gimen, aproximadamente hasta 1981, la pol¨ªtica econ¨®mica de Pinochet facilit¨® el enriquecimiento de una minor¨ªa de la poblaci¨®n; otros amplios sectores tuvieron esperanza en una mejora de su nivel de vida. Cuando estas perspectivas se hundieron, cuando el descontento empez¨® a generalizarse, la dictadura inici¨® una operaci¨®n liberalizadora. Hubo incluso un momento en que parec¨ªa que las ampl¨ªsimas; movilizaciones populares iban a desembocar en una liberalizaci¨®n del r¨¦gimen m¨¢s o menos negociada. Sin embargo, la declaraci¨®n del estado de guerra, en noviembre pasado, signific¨® m¨¢s bien un nuevo golpe: para enterrar los brotes de democracia. Pinochet ha reforzado desde entonces el terror. Frente a una sociedad cada vez m¨¢s desesperada, con una miseria y paro crecientes de las masas trabajadoras y un descenso del nivel de vida de la clase media, la dictadura se mantiene s¨®lo gracias al apoyo de las fuerzas armadas, principalmente del ej¨¦rcito de tierra. Esta situaci¨®n pone de relieve hasta qu¨¦ punto es err¨®nea la pol¨ªtica de EE UU en la cuesti¨®n chilena, tal como la defini¨® el secretario de Estado adjunto, Langhome Motley, durante su reciente visita a Santiago. Sus consejos a la derecha de la Democracia Cristiana fueron que deb¨ªa negociar con Pinochet, aceptando el marco fijado por ¨¦ste, y romper toda relaci¨®n con los comunistas y con la izquierda de la oposici¨®n. Pero la realidad chilena va por un camino diametralmente distinto. Una prueba clara es la actitud cr¨ªtica de la Iglesia; la colaboraci¨®n en los sindicatos, en la Universidad, entre comunistas, cristianos y otros sectores socialistas y democr¨¢ticos.
La ¨²nica estrategia que puede acercar el triunfo de la democracia es aislar a Pinochet, promover una toma de conciencia incluso en las fuerzas armadas; y para ello, irealizar la unidad m¨¢s amplia posible de todas las fuerzas democr¨¢ticas. EE UU tiene posibilidades de presi¨®n imuy eficaces sobre la situaci¨®n chilena. Si la siguen utilizando en un sentido continuista, para prolongar la dictadura, las consecuencias pueden ser graves. Despu¨¦s ole los ¨²ltimos cr¨ªmenes, la oposici¨®n prepara nuevas acciones de masas; contar¨¢n con la solidaridad de las fuerzas democr¨¢ticas de Espa?a y de Europa en general. Pero una dictadura atrincherada en m¨¦todos terroristas puede durar; eso s¨ª, sembrando la desesperaci¨®n y vientos de violencia incontrolados en el pa¨ªs. EE UU dice temer la repetici¨®n de una experiencia inspirada en el sandinismo. Pero su postura contribuye a provocarla.
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