Los 'seiscientos' del aire
Sin carn¨¦ de piloto tambi¨¦n se puede disfrutar del placer de volar
Si los hermanos Wright levantasen la cabeza sonreir¨ªan. Y no s¨®lo porque el principio del tim¨®n delantero, tipo canard, que ellos inventaron se haya adaptado al Concorde, sino porque disfrutar¨ªan viendo a esos peque?os avioncitos, similares a los cacharros que ellos constru¨ªan, que hoy constituyen la reinvenci¨®n de la aeron¨¢utica. Legalmente, el nombre de estos aviones resulta cursi: aerodino ultraligero motorizado. Los tripulantes prefieren dejarlo en ultraligero, nombre con el que son conocidos com¨²nmente esos peque?os aviones. Por aquello de la leyenda de ?caro y del af¨¢n humano por emular a los p¨¢jaros, un estadounidense aficionado al ala delta, pero al parecer algo perezoso para remontar las laderas por las que se lanzaba, decidi¨® poner un peque?o motor a sus alas y as¨ª invent¨® este tipo de aviones.Eso fue en 1979. Desde entonces, la t¨¦cnica se ha perfeccionado mucho y los aparatos de ahora son m¨¢s sofisticados. Dentro, claro est¨¢, del escaso nivel de sofisticaci¨®n que aceptan estos sencillos aviones que, por dise?o y aspecto, recuerdan mucho a los primeros modelos construidos por los hermanos Wright, pioneros de la aviaci¨®n. El primer ultraligero biplaza vol¨® el 13 de octubre de 1981.
En Espa?a, la fiebre de los ultraligeros comenz¨® en 1982. Desde entonces se han vendido unos 250 aparatos y se han titulado 2.000 tripulantes. El 9 de abril de 1983, el Bolet¨ªn del Estado public¨® la normativa sobre ultraligeros, lo que le daba car¨¢cter oficial a esta afici¨®n. Esta normativa es una de las m¨¢s avanzadas de Europa.
Aluminio y nailon
Un avi¨®n ultraligero no es m¨¢s que una estructura de tubos de aluminio, cuyos planos o alas van recubiertos de dacr¨®n, a la que se le ha incorporado un peque?o motor (desde 27 caballos, hasta 64). Suelen llevar aluminio del grupo 6 (muy duro y sin problemas de corrosi¨®n), tapones de nailon en los tornillos para que no se aflojen con la vibraci¨®n y una forma especial de coser el dacr¨®n. Su peso total ronda los 100 kilos.
La h¨¦lice suele ser de madera y los asientos forrados en piel. Adem¨¢s del instrumental b¨¢sico, se le pueden incorporar anem¨®metros, alt¨ªmetros, vari¨®metros, br¨²julas, cuentarrevoluciones y term¨®metros, m¨¢s o menos sofisticados. Los motores de los monoplazas pueden alcanzar hasta 90 kil¨®metros por hora y 100 los de los biplazas, pero a partir de 40 kil¨®metros por hora ya pueden despegar.
Los tripulantes suelen guardar sus aviones en el campo donde vuelan, pero, desmontando los planos, son f¨¢ciles de transportar en un remolque. Se venden en forma de kits que se ensamblan en menos de una hora.
C¨®mo hacerse piloto
Una escuela para la formaci¨®n de pilotos de ultraligeros la puede formar una sola persona. Seg¨²n las normas dictadas por la Direcci¨®n General de Aviaci¨®n Civil, el personal de la escuela estar¨¢ compuesto por "un director de la escuela, que deber¨¢ ser Tripulante Instructor" y por "un Tripulante Instructor que, en principio, puede ser la misma persona que act¨²e como director".
Estas normas tambi¨¦n obligan a poseer dos aeronaves, una de ellas, al menos, biplaza; un campo adecuado (150 metros de longitud m¨ªnima, por 10 de ancho, aunque estos aviones, tanto el despegue como el aterrizaje, lo pueden hacer en 40 ¨® 50 metros); material contraincendios; botiqu¨ªn de urgencias; comunicaciones visuales (banderas y luces) y sistemas de enlace tierra-aire; manga de vientos y anem¨®metro, y un local adecuado para impartir las clases te¨®ricas.
Un curso de piloto puede costar entre 60.000 y 80.000 pesetas, seg¨²n el instructor y el avi¨®n empleado. Seg¨²n Jos¨¦ Antonio Garvia, de la escuela de Fuentemilanos (Segovia), "de momento, en Espa?a no hay ninguna escuela autorizada, aunque est¨¢n en activo m¨¢s de 50, donde han obtenido el t¨ªtulo 40 pilotos.
El precio de volar
El mantenimiento de un avi¨®n ultraligero es barato. Adem¨¢s, puede realizarlo el tripulante, que recibe esas ense?anzas de su instructor de vuelo. Un avi¨®n de fabricaci¨®n nacional puede costar entre 200 y 300 pesetas por cada hora de vuelo, en el cap¨ªtulo de mantenimiento y reparaciones. Volar no es tampoco excesivamente caro. Un ultraligero biplaza, por poner el ejemplo con el aparato que m¨¢s consume, gasta unas 1.000 pesetas, por cada hora de vuelo, en aceite y gasolina de 96 octanos.
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