Que vienen
Hay muchas y poderosas razones para manifestarse contra Reagan. Cas? tantas como para manifestarse contra el Tribunal Constitucional, la Conferencia Episcopal, el Ej¨¦rcito, el Ministerio del Interior, Hacienda, la ley Antiterrorista y el Grupo Popular, para s¨®lo citar algunos productos caseros donde no es que la reaganom¨ªa sea la inspiraci¨®n cotidiana, es que se queda corta al lado del modelo original. Lo que pasa es que seguimos despreciando los productos nacionales y sucumbimos como papanatas ante el prestigio de lo que viene de fuera, aunque, ya digo, poco nuevo tiene que ense?arnos Reagan en asuntos de pol¨ªtica reaccionaria, excepto la ya c¨¦lebre pericia militar del emperador en el arte de invadir playas caribe?as.Es l¨®gico que si la izquierda espa?ola traslada el viejo concepto de revoluci¨®n a escenarios cada vez m¨¢s ex¨®ticos y lejanos, donde no perturba la paz del cementerio de ideas, tambi¨¦n practiquemos la misma lontananza geogr¨¢fica con el modelo de reacci¨®n. Es m¨¢s f¨¢cil ser progresista a muchos kil¨®metros de casa. Por eso es de agradecer a los socialistas este detalle con las izquierdas, al invitar a Reagan a pasear el pa¨ªs, con el fin de engrasar el deca¨ªdo esp¨ªritu contestario con esas alegres manifestaciones que organizaremos en su honor. Si con los cat¨®licos tuvieron la elegancia de traer al Papa para enfervorizarlos, qu¨¦ menos que sacar en procesi¨®n el cuerpo incorrupto de Reagan para que la progres¨ªa enarbole de nuevo las deste?idas pancartas.
El problema es el eslogan de la manifestaci¨®n. Habr¨ªa que buscar algo as¨ª como aquel Totus tuus, pero en castizo. El error idiota ser¨ªa caer en antiamericanismo primario y confundir la parte con el todo. Se lo he advertido a los del comit¨¦ de mi barrio. Estoy dispuesto a redactar pancartas ingeniosas contra el se?or y la se?ora Reagan, el Pent¨¢gono, la CIA, Milton Friedman, Gilder George, las publicaciones National Review y Communitary, Von Hayek, George Bush, el reverendo Falwell Jerry, la antifeminista Schlafly Phyllis, Clint Eastwood, la doctrina del Supply side Economics y la curva econ¨®mica de Laffer; pero de ah¨ª no paso. Ni siquiera paso por los lagartos antrop¨®fagos de V o las lagartas adulterinas de Dallas.
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