La URSS y Occidente
Algunos comentarios que, con motivo de la muerte de Konstant¨ªn Chernenko, se han escrito sobre los problemas actuales y futuros de la Uni¨®n Sovi¨¦tica suscitan m¨¢s de un interrogante.1. Las libertades pol¨ªticas que nosotros conocemos y que nos son tan esenciales, ?se echan de menos por los ciudadanos de la URSS, que no las han conocido jam¨¢s y para quienes esa ausencia queda justificada por una teor¨ªa pol¨ªtica que aprenden desde peque?os? Toda sociedad que perdura tiene mucho de consenso y parte de coacci¨®n, y no parece que la sovi¨¦tica sea excepci¨®n. Aunque muchos occidentales crean que, si pudiesen, millones de sovi¨¦ticos se ir¨ªan a vivir al para¨ªso capitalista, es m¨¢s l¨®gico pensar que casi todos los habitantes de la URSS est¨¢n contentos con su sistema y orgullosos de su papel en el mundo. As¨ª ocurre tambi¨¦n en Estados Unidos.
2. Comparar econom¨ªas comunistas con econom¨ªas capitalistas es dif¨ªcil, por emplear ambos sistemas contabilidades nacionales de conceptos y contenidos distintos. Aunque el Banco Mundial daba para la URSS, hace unos 10 a?os, una renta per c¨¢pita del orden de la tercera parte de la estadounidense (y an¨¢loga a la espa?ola), en sus ¨²ltimos informes sobre el desarrollo mundial no figuran esos datos, a la espera, seg¨²n dice el propio banco, de preparar un m¨¦todo de c¨¢lculo aceptable. Los cotejos hist¨®ricos, adem¨¢s, dependen del per¨ªodo que se elija. Con todo, las diferencias que exist¨ªan entro la Rusia zarista y los Estados Unidos de entonces parecen haberse acortado a pesar de la enorme sangr¨ªa que supuso para la URSS la II Guerra Mundial. ?C¨®mo se explicar¨ªa, si no, que la Uni¨®n Sovi¨¦tica pueda mantener su ingente poder¨ªo militar, igual o parecido al de Estados Unidos con toda su riqueza? En cuanto a las comparaciones en materia social, son todav¨ªa m¨¢s peliagudas. ?Qu¨¦ es mejor? ?Podemos adquirir muchos bienes de consumo o tener educaci¨®n y sanidad gratuitas en todos los niveles y para toda la poblaci¨®n? ?Qu¨¦ es preferible? ?Una sociedad igualitaria m¨¢s bien gris o una m¨¢s brillante, pero tambi¨¦n m¨¢s injusta?
3. Incluso observaciones de comentaristas justamente reputados por sus conocimientos y objetividad sorprenden. Cuando K. S. Karol dec¨ªa en estas mismas p¨¢ginas (EL PAIS del 12 de marzo) que "la URSS no ha sabido efectuar esa revoluci¨®n t¨¦cnica y cient¨ªfica. . ., mientras que Occidente, al contrario, est¨¢ en camino de lograrla" ?no resulta poco convincente la idea de que los sovi¨¦ticos se quedan constantemente a la zaga en ciencia y tecnolog¨ªa? ?C¨®mo pueden, entonces, igualar -o ?a veces adelantar- a EstadosUnidos en campos tan complejos como la conquista del espacio o las armas modernas? Se dice que vuelcan sus mejores recursos humanos y materiales en esas esferas. Es probable, pero en tal caso ser¨¢ s¨®lo cuesti¨®n de tiempo que pueden aplicar tecnolog¨ªas avanzadas que ya tienen a otros terrenos. Al turista occidental le parece prueba indiscutible de la inflerioridad sovi¨¦tica el que escaseen los bol¨ªgrafos en la URSS; sin embargo, cabe pensar que quienes son capaces de fabricar motores para cohetes espaciales podr¨¢n llegar a establecer otras industrias algo mas sencillas.
4. Afirmaciones m¨¢s de detalle tambi¨¦n chocan. Dec¨ªa un por lo dem¨¢s excelente editorial de este peri¨®dico, en la misma fecha ya se?alada, que la corrupci¨®n est¨¢ muy extendida en la burocracia sovi¨¦tica. No s¨¦ qu¨¦ datos podr¨¢n aducirse, pero la experiencia de los espa?oles que en los ¨²ltimos a?os han tenido relaciones culturales, comerciales o pol¨ªticas con aquel pa¨ªs mostrar¨ªa m¨¢s bien que sus funcionarios -al menos los de nivel mediano y alto- y sus diplom¨¢ticos suelen ser competentes y eficaces. Aspecto ¨¦ste en el que se parecen igualmente a los norteamericanos.
5. Hace un par de a?os tuve una larga conversaci¨®n en el Comit¨¦ Central del PCUS, en Mosc¨², con el n¨²mero dos de la pol¨ªtica. exterior sovi¨¦tica. La impresi¨®n que saqu¨¦ fue la misma que tengo cuando hablo con mis buenos amigos de la Administraci¨®n norteamericana. Son gente toda ella realista, sensata, inteligente, pero cuando se les pregunta por qu¨¦ no creen en la sinceridad de la otra parte en materia de desarme, las respuestas resultan tan tajantes como poco convincentes. La historia, el sistema, las necesidades pol¨ªticas y econ¨®micas, son argumentos para explicar por qu¨¦ los otros no piensan lo que dicen cuando hablan de paz. Ante la promoci¨®n de Gorbachov hay que preguntarse, por tanto, con un suspiro de esperanza, si empiezan a surgir en la URSS gobernantes nuevos que alg¨²n d¨ªa creer¨¢n en la buena fe de sus adversarios. Ahora bien, tan leg¨ªtima pregunta, ?no habr¨ªa que hac¨¦rsela en t¨¦rminos parecidos respecto de Estados Unidos? La inmovilidad que con harta raz¨®n se ha achacado a la gerontocracia del Kremlin, ?acaso no se da tambi¨¦n en EE UU?
Respuestas distintas
6. En suma, por m¨¢s que desde la ya lejana Revoluci¨®n de Octubre se venga hablando en Occidente vez tras vez de los insuperables problemas de la sociedad sovi¨¦tica, ?no ser¨ªa bueno m¨¢s realismo? Con todos sus problemas del presente, con todo su tremendo pasado, donde se mezclan hero¨ªsmo, tes¨®n y terror estalinista, ?no convendr¨ªa aceptar el hecho m¨¢s bien evidente de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica seguir¨¢ ofreciendo un sistema filos¨®fico, social, econ¨®mico y pol¨ªtico distinto... y viable? La fe del carbonero que tienen algunos en la mano invisible del mercado como panacea para allanar los serios obst¨¢culos que se alzan ante el progreso humano, ?no conducir¨¢ a querer deformar o ignorar otras soluciones? Incluso algo tan leg¨ªtimo como la defensa de la libertad, ?no puede llevar a empeque?ecer deficiencias e insuficiencias propias ya magnificar las ajenas?
7. Ciencia en construcci¨®n, la historia demuestra, sin embargo, dos cosas: la riqueza de respuestas que ha dado el ser humano a los retos que le plantea su dimensi¨®n social, y el hecho de que todas ellas, sin excepci¨®n, siguen siendo imperfectas. Tenerlo presente, ?no ser¨ªa obligado al hablar de la URSS?
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