Algunos dirigentes sindicales colaboran t¨¢citamente con los militares procesados en Argentina
El juicio oral contra las tres primeras juntas militares ya est¨¢ sirviendo, cuando menos, para un m¨¢s adecuado reparto de papeles en la sociedad argentina. As¨ª, en la sesi¨®n del mi¨¦rcoles qued¨® bastante clara la tibieza de la c¨²pula gremial peronista ante el drama de la desaparici¨®n de personas y su t¨¢cito colaboracionismo con la dictadura militar. Por otra parte, las declaraciones de la vista anterior efectuadas por altos jefes navales, en el sentido de que los cad¨¢veres recogidos en el r¨ªo de la Plata durante los a?os de la represi¨®n "eran normales por su n¨²mero" quedaron por los suelos.
El fiscal Strassera present¨® un escrito, firmado por un ex funcionario judicial, en el que se abr¨ªa una causa ante los tribunales de San Mart¨ªn. Se trataba de la aparici¨®n, en los canales de San Fernando -octubre de 1976-, de ocho tambores met¨¢licos rellenos con cemento. En su interior se encontraron ocho cad¨¢veres con un tiro en la nuca. El tribunal acept¨® que fuera llamado a declarar el funcionario firmante.Particularmente dram¨¢ticas resultaron las declaraciones de los cient¨ªficos estadounidense Eric Stover, miembro de la Asociaci¨®n Americana para el Avance de las Ciencias, y Clay Colin Snow, miembro de la misma sociedad y destacado bi¨®logo y antrop¨®logo.
Ambos fueron en su d¨ªa reclamados por las Abuelas de la Plaza de Mayo como consultores cient¨ªficos en la identidad de cad¨¢veres NN (Ning¨²n Nombre) y para la pr¨¢ctica del abuelismo, estudio gen¨¦tico que puede establecer el parentesco de un ni?o por sus abuelos vivos en el caso de desaparici¨®n de los padres.
Ambos cient¨ªficos, apoy¨¢ndose en la proyecci¨®n de diapositivas, presentaron los casos estudiados en Argentina, la identificaci¨®n de ni?os por el abuelismo (aceptada por la justicia) y de cad¨¢veres NN correspondientes a personas dadas por desaparecidas; cad¨¢veres que presentaban orificios de bala efectuados siempre a muy corta distancia.
Defensores obtusos
Los 21 abogados defensores -entre los cuales los m¨¢s obtusos defensores del juicio de Campamento a los golpistas del 23-F brillar¨ªan como luz del Derecho- quedaron algo confusos en cuanto se pas¨® de las disquisiciones precedentes sobre las acepciones ideol¨®gicas y jur¨ªdicas del verbo aniquilar y otros extremos.El abogado del ex presidente teniente general Viola, doctor Orgueira, intent¨® descalificar al testigo Eric Stover:
-Ya que el testigo dijo que los miembros de esa asociaci¨®n que integra son 123...
El presidente de la C¨¢mara: "No, doctor; el testigo dijo 123.000".
Orgueira: "?Podr¨ªa facilitar el testigo los nombres de los miembros de su asociaci¨®n?".
El presidente: "?El de los 123.000 cient¨ªficos que la integran?".
Orgueira: "?Ah, pero son cient¨ªficos ... ?".
El defensor de Viola adujo en su descargo que pensaba que la Asociaci¨®n Americana para el Avance de las Ciencias estaba integrada por entidades y no por profesionales de la materia.
Otro letrado de las defensas, el doctor Enrique Munilla, abogado del ex presidente teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, intent¨® recusar al testigo Van Boven, ex director de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, declarante la v¨ªspera, por tener conocimiento de que hab¨ªa viajado a Argentina a cuenta del Gobierno y con fondos provistos por el Estado. La recusaci¨®n fue rechazada por irrelevante.
Los principales testigos restantes en la tercera vista oral fueron el doctor Ra¨²l Matera, prestigioso neurocirujano y dirigente peronista, y siete dirigentes sindicalistas, entre ellos Jorge Triaca y Ram¨®n Valdassini, dos de los cuatro secretarios generales de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT).
Estos dos ¨²ltimos se quedaron muy tranquilos testificando que desconoc¨ªan por completo que, entre 1976 y 1982, se hubiera secuestrado, torturado, detenido ilegalmente o asesinado a alg¨²n gremialista.
El doctor Matera reconoci¨® que en agosto de 1980 hab¨ªa concurrido, en compa?¨ªa de otros dirigentes peronistas, a una reuni¨®n con el entonces ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, para dialogar pol¨ªticamente con la dictadura.
Y que a aquella reuni¨®n hab¨ªa concurrido con listas de desaparecidos de las que posteriormente el ministro adujo carecer de informaci¨®n.
Murmullos
Valdassini y Triaca motivaron murmullos entre el p¨²blico y los periodistas, por unas declaraciones que apuntalaban a la defensa. El primero fue incapaz de recordar que en el per¨ªodo investigado desapareciera alg¨²n l¨ªder obrero. Se lo tuvo que recordar el fiscal: el dirigente gremial ?scar Smith, desaparecido el 11 de febrero de 1977, amigo del declarante.Triaca acept¨® esta desaparici¨®n -no le quedaba otro remedio-, pero se apresur¨® a testificar que cuando ¨¦l permaneci¨® detenido por la dictadura militar hab¨ªa recibido un trato "ejemplar".
El fiscal Strassera tuvo que recordar al jefe del sindicato de los trabajadores del pl¨¢stico, que su detenci¨®n hab¨ªa sido ilegal y que hab¨ªa olvidado denunciarla ante los tribunales de la restaurada democracia.
Tuvo que ser el propio fiscal quien presentara ante la C¨¢mara la denuncia de oficio por esta nueva detenci¨®n ilegal de la dictadura. No en balde Triaca dirigi¨® la fracci¨®n de la CGT colaboracionista con los militares. Y no en balde estos l¨ªderes obreros peronistas han sido llamados a declarar por las defensas de los presuntos genocidas.
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