Los nuevos hijos
Felicidades por el editorial del domingo 21 de abril titulado Los nuevos hijos. Alguien, tarde o temprano, ten¨ªa que intuirlo: los hijos somos los represores. Todos sabemos que la sociedad espa?ola se ha distinguido siempre por el particular mimo que dedica a sus miembros m¨¢s d¨¦biles, por lo que no nos ha de extra?ar que se haya producido esta grave degeneraci¨®n moral: los (nuevos) hijos, emancipados ya de la autoridad moral paterna -es bien sabido que el poder econ¨®mico sobre una persona no implica el poder ejercer sobre ella ning¨²n tipo de presi¨®n o autoridad-, nos hemos lanzado al mundo como ¨¢vidos depredadores.No s¨®lo ya no somos los reprimidos, sino que hemos pasado a ser los represores: ejercemos toda nuestra autoridad y todo nuestro poder en angustiar, oprimir y explotar a nuestros progenitores. No s¨®lo no nos da por trabajar, sino que adem¨¢s arg¨¹imos "la impermeabilidad de la sociedad a lo que podr¨ªa ser nuestro trabajo" como c¨ªnica excusa para poder seguir disfrutando de todas las maravillas que la sociedad de consumo pone en nuestras manos sin necesidad de tener que producir por ello, y disfrutar as¨ª de un nirv¨¢nico ocio eterno que prolonga la adolescencia hasta extremos nunca antes imaginados,
Tambi¨¦n es cierto que nos marginamos deliberadamente -todos sabemos que el marginado lo es porque quiere y la sociedad no tiene nada que hacer al respecto-, porque hemos nacido en la civilizaci¨®n de la abundancia y pretendemos con ello hacer que nuestros padres paguen durante toda su vida -con su abundancia- el hecho de habernos depositado en una sociedad emergente, pr¨®spera y equilibrada, y en una cultura milenaria.
Exhibimos "una resistencia heroica al aprendizaje": esto me parece a todas luces indiscutible. De hecho, leemos su peri¨®dico.
Nos parece muy bien que a los progenitores separados o divorciados les fastidien sus hijos: es el primer paso hacia su liberaci¨®n a trav¨¦s de un camino que -si hacemos caso a las palabras que el editorialista pone en mano de Christiane Collange- pasa por el "desprendimiento moral", "la nueva actitud de defensa". Mucho ha tenido que evolucionar esta sociedad. Y nosotros sin darnos cuenta.
Es evidente que los hijos de separados o de divorciados "arrojamos viciosamente" la culpabilidad de nuestras madres a su cara "con objeto de obtener algunos beneficios materiales". Es l¨®gico que, habiendo mamado nosotros de una civilizaci¨®n que rinde culto al falo, reaccionemos con total indignaci¨®n ante una madre -una hembra- que ha conseguido librarse del "infierno de la pareja", destruyendo con ello la c¨¦lula b¨¢sica de la sociedad. Todos sabemos que cuando esto sucede el culpable es, invariablemente, la hembra. Y a¨²n m¨¢s si tiene prole. Es por ello l¨®gico tambi¨¦n que las explotemos al m¨¢ximo y tratemos de vivir, a costa de sus desorbitadas pensiones, una vida f¨¢cil y holgada. Lo que no entiendo a¨²n es por qu¨¦ somos tan obstinadamente necios tratando de buscar un acomodo a nuestra vida sentimental basado en las relaciones de pareja, cuando sabemos que, en esta sociedad, las relaciones interpersonales est¨¢n tan mercantilizadas que "el infierno de la pareja" es s¨®lo una reproducci¨®n, miniaturizada, del infierno general que constituyen las relaciones sociales. Es que no nos enteramos.
Y, por si fuera poco, volvemos a casa de madrugada "arrastr¨¢ndonos por las calles, tirando del cord¨®n umbilical que nos conducir¨¢ infaliblemente al hogar, donde velan los padres angustiados, para recibir el lecho tibio, el vasito de leche y la caricia l¨ªrica". Y es que somos unos desagradecidos. Ahora s¨ª: ?s¨¢lvese quien pueda!- .
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.