Los m¨¢s fieles de entre los fieles
El nombramiento de 28 cardenales por Juan Pablo II ha sido calificado por 'Il Manifesto' como nepotismo
El nuevo consistorio que tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo 25 de mayo ser¨¢ el tercero del pontificado de Wojtyla. Con el nombramiento de sus 28 nuevos cardenales, Juan Pablo II lograr¨¢ el m¨¢ximo hist¨®rico del colegio cardenalicio, 152, aunque ha respetado el l¨ªmite m¨¢ximo de 120 electores del Papa, es decir, con menos de 80 a?os. De sus tres consistorios, ¨¦ste ¨²ltimo es el m¨¢s importante y significativo, no s¨®lo por el n¨²mero de nombramientos -en el primero, el 30 de junio de 1979, cre¨® 14, y en el segundo, el 2 de febrero de 1983, 18-, sino por las tendencias que revela. Se puede decir que, con poqu¨ªsimas excepciones, ha nombrado a los suyos, hasta el punto de que el diario Il Manifesto ha hablado de nepotismo.Los cardenales son suyos por varios motivos: porque a algunos los ha hecho exclusivamente por amistad, caso del polaco Andr¨¦s Mar¨ªa Deskur, ya retirado de la pontificia Comisi¨®n de Comunicaciones Sociales y muy enfermo; otros han sido nombrados claramente para reforzar su l¨ªnea de pontificado de moderada restauraci¨®n y de aplicaci¨®n conservadoraci¨®n y de aplicaci¨®n conservadora del concilio. Y ha privilegiado las iglesias de la Europa del Este.
Wojtyla ha tenido en cuenta, sobre todo, a obispos que hab¨ªa nombrado ¨¦l -por eso se les llama suyos--, mientras que en los dos primeros consistorios se ad vert¨ªa una l¨ªnea m¨¢s pluralista y algunos de los cardenales no estaban a¨²n en la l¨ªnea wojtyliana, o porque no los conoc¨ªa bien o por que a¨²n no estaba clara su trayectoria pontifical.
En esta ocasi¨®n, por el contrario, todo ha estado m¨¢s estudia do. En Polonia, Gulbionowicz es el polo opuesto del diplom¨¢tico y dialogante cardenal Glemp, el duro del Episcopado. En Nicaragua el Papa ha hecho un cardenal, por vez primera en la historia de aquella iglesia, y ello es positivo. Pero ha nombrado al personaje que en este momento est¨¢ m¨¢s en contra de la experiencia que est¨¢ viviendo aquella iglesia, mientras se le ha quedado en el tintero otro personaje de primera plana de la iglesia de Centroam¨¦rica: el arzobispo de El Salvador, Ribera y Damas, el sustituto del heroico Arnulfo Romero, asesinado por la extrema derecha. Ribera y Damas es el hombre del dif¨ªcil di¨¢logo con la guerrilla revolucionaria. El nombramiento de cardenal hubiese podido fortalecer su postura de vanguardia, y, sobre todo, hubiese sido un reconocimiento a la sede episcopal de un obispo reconocido como m¨¢rtir por todo el mundo.
En Espa?a ha hecho cardenal al nuncio apost¨®lico, Antonio Innocenti, mientras que se han que dado sin cardenalato las di¨®cesis de Sevilla y Tarragona. Y eso que este Papa en tres consistorios ha hecho cardenales s¨®lo a dos nuncios. Si pensaba cambiar de Madrid a Innocenti, bastar¨ªa recordar que el anterior nuncio, Luigi Dadaglio, sali¨® del puesto sin el capelo cardenalicio, que recibe ahora.
Mientras en Estados Unidos se han quedado sin el honor del cardenalato di¨®cesis muy importantes, como Washington o Boston, les ha tocado el capelo a dos personajes a quienes curiosamente el te¨®rico del movimiento Comuni¨®n y Liberaci¨®n, Rocco Buttiglione, amigo personal de Juan Pablo II, defin¨ªa hace muy poco como los dos obispos norteamericanos que "con mayor fuerza defienden la fe". Y, como se sabe, el arzobispo de Nueva York, John J. O'Connor, fue el opositor de la mayor¨ªa episcopal norteamericana cuando el famoso documento contra el desarme y el mediador ante el Papa para endulzar el citado documento.
Algunos observadores han destacado que muchos de los nombramientos eran obligados, porque corresponden a sedes cardenalicias. Pero el verdadero problema es otro: que antes de nombrarles cardenales el Papa Wojtyla les hab¨ªa escogido ya para dichas di¨®cesis importantes. Por eso no tiene relevancia si la di¨®cesis de Utrecht es una sede que pide un cardenal. Lo importante es que, como arzobispo de Utrecht y, por tanto, como candidato al capelo cardenalicio, Juan Pablo II hab¨ªa designado con antelaci¨®n a Adriano J. Simonis, el personaje de la restauraci¨®n en la iglesia holandesa, el hombre m¨¢s conservador de aquel episcopado. Algo parecido se podr¨ªa decir respecto a la di¨®cesis de Madrid y de otras muchas, como, por ejemplo, la de Bolonia, en Italia.
Un africano muy europeo
Tambi¨¦n se comenta que el paquete de 11 curiales, n¨²mero de nombramientos dom¨¦sticos desconocido desde hace muchos a?os, se debe al hecho de que muchos cargos de la curia que otras veces estaban presididos por cardenales ahora no lo estaban. Pero es cierto tambi¨¦n que en el consistorio anterior muchos se hab¨ªan quedado sin el cardenalato en dichos cargos y que esta vez ha dado el capelo a cargos curiales que antes no lo ten¨ªan, como al secretario permanente del S¨ªnodo.
De los dos nuevos cardenales africanos, el de Etiop¨ªa supone un gesto positivo, porque dicho pa¨ªs nunca hab¨ªa tenido tal honor. Pero el otro africano es m¨¢s europeo que los europeos, por ser muy occidental y estar en la curia, mientras se ha quedado sin cardenalato, por ejemplo, Sur¨¢frica.
Es verdad que Juan Pablo II est¨¢ siendo fiel a la internacionalidad del colegio cardenalicio y que en ninguna de las etapas de su pontificado han estado representados m¨¢s pa¨ªses en el Senado de la, iglesia. Pero eso s¨®lo no basta, porque lo importante es que los cardenales sean representativos no s¨®lo de los pa¨ªses, sino de las tendencias m¨¢s vivas de la iglesia.
En la curia, por ejemplo, es importante la internacionalizaci¨®n, pero a veces es un arma de doble filo, ya que pueden venir a Roma personajes extranjeros m¨¢s conservadores que muchos italianos.
Un ejemplo concreto de este consistorio es el nombramiento del checoslovaco Tomko como presidente de la congregaci¨®n m¨¢s importante de la curia: la de la Evangelizaci¨®n de los Pueblos, la antigua Propaganda Fide, que controla todas las di¨®cesis de misiones, y, por tanto, casi todo el Tercer Mundo.
El nuevo presidente se hab¨ªa revelado, en su puesto de secretario permanente del S¨ªnodo, como un hombre conservador y de poca personalidad. Su mayor m¨¦rito es su total sumisi¨®n al papa Wojtyla.
Muy importante ha sido, sin embargo, el nombramiento del sucesor de Tomko como secretario permanente del S¨ªnodo, cargo que no implicaba el cardenalato. Para este cargo, y pensando ya en el importante pleno extraordinario convocado para noviembre, en el que se har¨¢ al balance del concilio, el Papa ha elegido a uno de sus hombres: el salesiano belga Jan Schotte, que actualmente estaba en la comisi¨®n Justicia y Paz. Se trata de un personaje inteligente y vivo, muy en la l¨ªnea del papa Wojtyla en la defensa de los derechos humanos, pero completamente homog¨¦neo a su l¨ªnea de pontificado. Es quien le est¨¢ resolviendo en este momento el espinoso problema de los empleados del Vaticano, que amenazan con la huelga si no se escuchan sus reivindicaciones sociales.
Reforma de la reforma
La importancia de este consistorio, con tanto peso en la curia romana, consiste, adem¨¢s, en que est¨¢ ya casi ultimada la famosa reforma de la curia, anunciada desde el principio de este pontificado. Ser¨¢ una reforma de la reforma, ya que reestructuraci¨®n a fondo la hab¨ªa hecho ya Pablo VI con la De regimine ecclesiae. Para hacer su reforma, Juan Pablo II ha consultado a todas las conferencias episcopales. Y ahora tomar¨¢ sus decisiones. Parece ser que lo m¨¢s importante ser¨¢ la reforma de la Secretar¨ªa de Estado. Se habla incluso de la hip¨®tesis de nombrar dos secretarios de estado o algo semejante: uno que acompa?e al Papa en sus viajes y otro que se ocupe a fondo de la curia.
El hombre de la reforma es el salesiano Jos¨¦ Castillo Lara, que era el segundo de a bordo o propresidente de la comisi¨®n para la interpretaci¨®n del derecho can¨®nico. El Papa acaba de hacerlo cardenal, y se rumorea que est¨¢ muy cercano al Opus Dei y al movimiento integrista Comuni¨®n y Liberaci¨®n.
Esta reestructuraci¨®n de la curia podr¨ªa afectar al mismo sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, el arzobispo espa?ol Eduardo Mart¨ªnez Somalo, de cuya sustituci¨®n se empieza a hablar con insistencia, aunque de lo que no cabe duda es de que Somalo es hoy una de las personas de mayor confianza de Juan Pablo II y quien m¨¢s despacha con ¨¦l. Ya el sustituto ve, por su cargo, todos los d¨ªas al Papa, y a veces m¨¢s de una vez. Pero con Juan Pablo II el sustituto asiste adem¨¢s al encuentro diario, o casi diario, que tiene Wojtyla con el secretario de Estado, Agostino Casaroli. Por eso el puesto de Somalo es muy apetitoso, y los franceses le hacen especialmente la corte, sobre todo desde que perdieron, con la muerte del cardenal Villot, la Secretar¨ªa de Estado.
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