La noche de los extreme?os y de los Montoya

Y ocurri¨® lo inaudito. Cuando La Manuela sali¨® para cerrar el espect¨¢culo, en el escenario -ya invadido por atriles y alg¨²n artilugio electr¨®nico- aparecieron cuatro se?ores vestidos de rojo en la mejor tradici¨®n de una sala de fiestas hortera. A los sones de teclados, bater¨ªa, saxo y bajo, m¨¢s dos guitarras flamencas que no pintaban nada all¨ª y las palmas de dos muchachos, quien cantaba -me niego a llamarla cantaora- comenz¨® a soltar sus gritos mientras paseaba micr¨®fono en mano, agitando de vez en cuando a su cuerpo algo as¨ª como un estremecimiento epil¨¦ptico pretendidamente dram¨¢tico. ?sto nunca debi¨® subir a la cumbre flamenca.Antes hab¨ªamos asistido al desfile de otros diversos artistas extreme?os. La Marelu dio su versi¨®n de los estilos aut¨®ctonos, tangos y jaleos, adem¨¢s de alegr¨ªas y buler¨ªas, con desgarro y nervio. Guadiana, que es un excelente cantaor para baile, tuvo una actuaci¨®n digna, d¨¢ndonos una correcta versi¨®n de ese duro y dif¨ªcil palo que es la ca?a. Salvador Suero se fue por un extra?o tercio de sole¨¢, romance y fandangos.

Ram¨®n El Portugu¨¦s, con ese eco tan peculiar de voz, que le distingue de la mayor parte de los cantores actualmente en activo, se centr¨® con sobriedad en un cante por siguiriyas que a m¨ª me gust¨®, por tangos y por buler¨ªas. Indio Gitano, otro hombre con mucho rajo gitano y buen int¨¦rprete de los estilos b¨¢sicos, respondi¨® perfectamente a esa l¨ªnea cantando con jondura por sole¨¢, por buler¨ªas, por seguiriyas y por fandangos

Los guitarristas supieron cumplir Juan Salazar, hijo de Porrina, acompa?¨® cante y baile con sobriedad y eficacia. Carrete, que inici¨® un toque en un concierto de buena factura, no termin¨® su actuaci¨®n al parecer por sentirse indispuesto. Curro de Jerez, brillante y con calidad, como es habitual, sintiendo el toque, poni¨¦ndolo generosamente al servicio del cante.

El secreto de las buler¨ªas

Lo mejor de la noche no vino, sin embargo, de los extreme?os. La familia Montoya tuvo tina de las mejores actuaciones que recuerdo haberle visto. Con el toque extraordinario de Ni?o Jero y El Roto, que en ¨¦sto de las buler¨ªas son dos fen¨®menos, los Montoya hicieron uno de sus cl¨¢sicos recitales. El escenario teatral se convirti¨® en aut¨¦ntico templo del mejor arte festero, del que los miembros de esta familia gitana son oficiantes de excepci¨®n. La Negra, Carmelilla... todos ellos est¨¢n en el secreto de una forma de cantar y bailar muy propia. Son art¨ªfices excepcionales de uno de los g¨¦neros m¨¢s complejos del arte flamenco, las buler¨ªas, con su esplendor fulgurante, su duende, su arrebato pasional. Cuando Carmelilla Montoya agradec¨ªa las ovaciones cerradas del p¨²blico, lloraba.