El disparo del general Loan
Seg¨²n cuenta, con alg¨²n retraso, el pulitzer Eddie Adams (EL PAIS, 21 de abril de 1985), el guerrillero del Vietcong asesinado a sangre fr¨ªa por el entonces general survietnamita Nguyen Ngoc Loan "acababa de asesinar a. un polic¨ªa, uno de los mejores amigos de su verdugo, a su mujer y a sus seis h?jos".Le escribo esta carta porque considero de cierta importancia simb¨®lica el desmentir la falsa (o, cuando menos, falsamente atribuida) historia que pretende justificar, aun parcialmente, la salvajada.
Hace a?os tuve la oportunidad de leer un reportaje sobre el general Loan y una entrevista suya de la ¨¦poca en que todav¨ªa. era jefe de la polic¨ªa de Vietnam del Sur. No recuerdo el a?o (entre 1969 y 1975) ni el medio en que se public¨®; creo recordar que era un muy conocido peri¨®dico franc¨¦s. No ser¨ªa muy dif¨ªcil encontrar la entrevista: no debieron ser tantas las concedidas por ese asesino y ¨¦sta fue bastante conocida en su momento.
El guerrillero hab¨ªa sido capturado en Saig¨¢n durante la ofensiva del Tet del Vietcong en 1968 y llevado ante el general Loan, que se encontraba, hay que suponer, en alg¨²n sector relativamente seguro de la capital. Se acerc¨® al prisionero -que ten¨ªa las manos atadas-, levant¨® el brazo y le dispar¨¦ a la cabeza a pocos cent¨ªmetros, como todo el mundo pudo ver gracias a la famosa filmaci¨®n de Adams. Todo el gesto de Loan denotaba tranquilidad y hasta h¨¢bito y rutina; ning¨²n asomo de obnubilaci¨®n o ataque de furia.
Al ser preguntado en la entrevista en cuesti¨®n acerca del horrible episodio, Loan dio la siguiente explicaci¨®n, m¨¢s o menos: "?Y qu¨¦ quer¨ªa usted que hiciera? De lo contrario cumplir¨ªa dos o tres a?os (seguro que habl¨® de no m¨¢s de cinco) en un campo, saldr¨ªa en libertad y volver¨ªa a tomar las armas contra nosotros".
Adem¨¢s de no mencionar ning¨²n m¨²ltiple asesinato, las palabras del general (pese a toda su hipocres¨ªa) lo exclu¨ªan radicalmente: la condena en Vietnam del Sur por un hecho semejante hubiese sido de muerte, sin ning¨²n peligro de que el tribunal militar exigiera demasiadas pruebas. El guerrillero era un prisionero de guerra, sin m¨¢s. Lo que tampoco le dejaba muchas posibilidades de salvaci¨®n. ?O es que no hubo ejecuciones extrajudiciales, no ya de guerrilleros, sino de simples sospechosos?
Para m¨¢s se?as, en aquella entrevista se relataba el siguiente y caracter¨ªstico detalle. En un momento de la conversaci¨®n, Loan saca una pistola, la acerca a la cabeza del periodista y... aprieta el gatillo. Encendido el cigarrillo (era un mechero en forma de pistola), se echa a re¨ªr, muy satisfecho de su broma. El pobre periodista se qued¨® por unos instantes mudo de terror.-
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