Un 'tercer partido' en Inglaterra
LAS INDICACIONES que se desprenden de las elecciones regionales que acaban de celebrarse en diversos condados de Inglaterra y el Pa¨ªs de Gales son interesantes. Estaban convocados a las urnas unos 24 millones de personas, es decir, los dos tercios, aproximadamente, del electorado brit¨¢nico. Con dos circunstancias que eran particularmente favorables para el Partido Conservador: por un lado, en esas elecciones no participaba la aglomeraci¨®n londinense, ni otras zonas de gran densidad urbana, en las que la implantaci¨®n laborista es particularmente fuerte; han votado sobre todo distritos rurales, de mentalidad tradicional. Por otra parte, en las elecciones regionales anteriores, en 1981, los tories hab¨ªan sufrido un grave retroceso; su mayor fracaso en 20 a?os; despu¨¦s hab¨ªa venido la marea conservadora de 1983; pero ten¨ªan un punto de referencia bajo, en el piano regional, y contaban en mejorarlo.Ha ocurrido lo contrario; los resultados colocan al Partido Conservador como el gran derrotado de la consulta; ha perdido la mayor¨ªa en 10 consejos de condado. Por otra parte, tampoco los laboristas pueden cantar victoria; su retroceso es menor, pero han perdido la mayor¨ªa en cinco consejos de condado. En todo caso, estos resultados electorales confirman recientes sondeos de opini¨®n seg¨²n los cuales, de convocarse actualmente elecciones parlamentarias, los laboristas obtendr¨ªan una superioridad sustancial, un 38% de los votos frente a un 33% para los conservadores. En estas condiciones, el l¨ªder del Partido Laborista, Neil Kinnock, ha pedido que se disuelva el Parlamento y se celebren elecciones; pero es una prerrogativa que corresponde al primer ministro y nadie cree que a la se?ora Thatcher se le ocurra dar semejante paso. Los conservadores se esfuerzan por quitar carga pol¨ªtica a las elecciones regionales e insisten en que el actual Parlamento tiene vida hasta 1988.
En todo caso, el dato pol¨ªtico m¨¢s sorprendente de estas elecciones -y sin duda el de mayor trascendencia de cara al futuro- no se refiere ni a tories ni a laboristas, sino a la afirmaci¨®n de un tercer partido en la escena pol¨ªtica inglesa, la alianza de los liberales y socialdem¨®cratas; estos ¨²ltimos, desprendidos del laborismo en 1980. La alianza ha obtenido la mayor¨ªa absoluta solamente en un condado, el de la isla de Wight. Pero en 27 (sobre un total de 47) ha conquistado una posici¨®n determinante, entre los otros dos partidos. Para medir lo que esto significa conviene recordar que el sistema electoral ingl¨¦s, ¨²nico en Europa, mayoritario con circunscripciones unipersonales, impone de hecho el bipartidismo. Que un nuevo partido logre abrirse un espacio es un fen¨®meno extra?o, dificil¨ªsimo de lograr. Despu¨¦s de las elecciones del 2 de mayo no cabe duda de que la alianza ha realizado en ese sentido un progreso notable. Por otra parte, no es algo nuevo; ya en las elecciones parlamentarias de 1983, liberales y socialdem¨®cratas hab¨ªan obtenido, en conjunto, el 25% de los votos; pero con un impacto escas¨ªsimo en cuanto al n¨²mero de diputados. Ahora, con una implantaci¨®n seria en los condados, se crean condiciones m¨¢s favorables para futuras convocatorias electorales.
El factor principal que ha determinado el voto de los electores ingleses ha sido sin duda el fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica de la se?ora Thatcher; sobre todo la existencia de un desempleo que afecta a m¨¢s de tres millones de trabajadores, el 13% de la poblaci¨®n activa. La intransigencia y dureza del Gobierno ante la huelga minera, de casi un a?o de duraci¨®n, no han elevado el prestigio de la dama de hierro. Incluso en los sectores de la poblaci¨®n con mentalidad tradicional, en medios rurales -que son los que han votado en las ¨²ltimas elecciones- se observa un cansancio hacia pol¨ªticas de hierro; y una mayor inclinaci¨®n hacia pol¨ªticas moderadas, que superen las rigidices del monetarismo y tengan en cuenta los problemas de los ciudadanos. Ello se refleja dentro del propio Partido Conservador; la se?ora Thatcher gobierna con el apoyo de su sector m¨¢s duro, pero con cierta rebeld¨ªa interna. La afirmaci¨®n de un tercer partido introducir¨¢, sin duda, elementos imprevisibles en la pol¨ªtica brit¨¢nica. Por ahora -y contrariamente a lo que hab¨ªan sido las especulaciones iniciales al surgir el proyecto- parece atraer sobre todo a una parte del electorado tory deseoso de moderaci¨®n.
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