El eje Washington-Bonn y la marginaci¨®n francesa
La visita del presidente norteamericano, Ronald Reagan, a la Rep¨²blica Federal de Alemania ha dejado al Gobierno de Bonn m¨¢s fuertemente "unido al carro de Washington". Pero al mismo tiempo, ha empeorado las relaciones de la RFA con Francia, ha ensombrecido las perspectivas de una pol¨ªtica unitaria europea, ha provocado un grave desaire a la oposici¨®n socialdem¨®crata (SPD) y dificultar¨¢ todav¨ªa m¨¢s el entendimiento y distensi¨®n con el este de Europa. Entre Reagan y el canciller democristiano, Hel¨ªnut Kohl (CDU), parece haberse conseguido una sincronizaci¨®n perfecta en los seis d¨ªas que el presidente norteamericano permaneci¨® en la RFA. Los dos pol¨ªticos han sabido superar la crisis provocada por la decisi¨®n de incluir en el programa del viaje la visita al cementerio de Bitburg, donde est¨¢n sepultados miembros de las SS nazis. Algunos peri¨®dicos de la RFA se preguntan ahora cu¨¢nto costar¨¢ este favor que Reagan le hizo a Kohl. La cumbre de los siete en Bonn ha servido para dar una respuesta. El eje Par¨ªs Bonn, hasta ahora b¨¢sico en la pol¨ªtica comunitaria europea, ha quedado da?ado en beneficio del alineamiento de la RFA con Washington en cuestiones tan esenciales como son la celebraci¨®n de una ronda del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y la participaci¨®n europea en la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) norteamericana.
De fuentes de la canciller¨ªa de Bonn trasciende que la RFA dar¨¢ una respuesta a EE UU sobre la participaci¨®n en la SDI en los pr¨®ximos seis meses. El presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, ya ha dicho que no a Reagan. La idea de conseguir una l¨ªnea unitaria europea. ha quedado hecha a?icos.
La declaraci¨®n solemne de la cumbre de Bonn y los diferentes discursos de Reagan provocar¨¢n, sin duda, seria preocupaci¨®n en los pa¨ªses del este de: Europa, sobre todo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Polonia -Y la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, que ahora incrementar¨¢n su desconfianza respecto al revanchismo de Bonn. Esto dificultar¨¢ las posibilidades de una ostpolitik de la RFA.
En todos sus discursos, Reagan no pronunci¨® ni una sola referencia a los da?os causados por la Alemania nazi a Polonia -seis millones de muertos- y a la URSS -20 millones de muertos- en la II Guerra Mundial. S¨®lo alusiones a las tinieblas del totalitarismo y a la necesidad de superar la divisi¨®n de Europa, eso s¨ª, por medios pac¨ªficos.
En la argumentaci¨®n de Reagan est¨¢ latente la idea de acabar con los acuerdos de Yalta, pero no por la v¨ªa de un entendimiento con el Este, al que el presidente norteamericano no ces¨® de fustigar. Kohl se ha sumado plenamente a esta l¨ªnea pol¨ªtica, que s¨®lo puede cimentar todav¨ªa m¨¢s la divisi¨®n de Europa en bloques.
El escritor alem¨¢n G¨¹nter Grass declar¨® hace cuatro d¨ªas que la divisi¨®n alemana es la obra conjunta del "separatista renano Konrad Adenauer y el estalinista de Sajonia Walter Ulbricht". El alineamiento sin cr¨ªticas de Kohl con las posiciones de Reagan no har¨¢ m¨¢s que confirmar lo que, hace ahora 40 a?os, signific¨® la divisi¨®n de Alemania.
Reagan ha dado muestras de falta de generosidad y estrechez de miras con su negativa a recibir al jefe de la oposici¨®n socialdem¨®crata, Willy Brandt (SPD). No deja de ser sintom¨¢tico que el presidente norteamericano no haya vacilado en absolver a los alemanes de la culpa colectiva del nazismo -e incluso de honrar en cierta forma a los muertos de los cuerpos armados de las SS- y que al mismo tiempo se haya negado a recibir a un alem¨¢n con una trayectoria de antifascista absolutamente limpia, como es el premio Nobel de la Paz Willy Brandt.
Si la negativa a recibir a Brandt responde al desacuerdo manifestado en los ¨²ltimos 19 meses por el SPD con la pol¨ªtica norteamericana, Reagan habr¨¢ puesto en evidencia que no cree en una palabra que utiliza con gran frecuencia en su discurso pol¨ªtico, la libertad. En definitiva, la libertad exige ni m¨¢s ni me nos que el respeto a las posturas de los que piensan de otra forma.
Un rasgo peligroso del viaje de Reagan a la RFA fue la insistencia en la grandeza alemana. El af¨¢n de Reagan de cerrar filas con la RFA y formar un basti¨®n anticomunista en el centro de Europa coincide con una peligrosa corriente pol¨ªtica dentro de las filas democristianas (CDU/CSU), que parecen la mentar que la II Guerra Mundial concluyera hace 40 a?os con la capitulaci¨®n alemana, y no con un alianza entre la Alemania de entonces y Estados Unidos para una cruzada contra el comunismo.
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