Madrid, "capital" del contento de Europa"
Vecinos de Madrid:Hemos de estar en extremo contentos y satisfechos porque Madrid se haya convertido en la f¨¢bula de Europa. Voces extranjeras la llaman la capital de la alegr¨ªa y del contento de Europa. Nada puede producirnos mayor gozo, siempre ajeno a cualquier soberbia o vanidad, porque titular as¨ª a nuestra ciudad significa que es acogedora, cordial, libre, apacible y universal, todos cuyos adjetivos son muchos y muy ilustres y pocas veces se han dado reunidos en la historia de una villa tan populosa y concurrida como es la nuestra.
Aprox¨ªmanse grandes y sonadas fiestas, de grande pompa y aparato, bajo la advocaci¨®n del santo patr¨®n de la villa, san Isidro. Era san Isidro var¨®n de bon¨ªsimas prendas, obediente y sosegado, que cumpl¨ªa con bondadosa resignaci¨®n con las exigencias que consigo conllevan el trabajo y la familia. Hizo cuantiosos milagros, algunos en favor del bien comunal, como cuando se apareci¨®, vestido de pastor, para ayudar a las huestes cristianas a que alcanzasen un terreno propicio para combatir contra los enemigos en la renombrada batalla llamada de Las Navas de Tolosa. Otros milagros hizo, entre ellos uno que causa la mansa envidia de la mayor¨ªa de los madrile?os, pues mientras ¨¦l estaba en oraci¨®n, los ¨¢ngeles, trabajando por ¨¦l, labraban sus tierras.
Estas grandes fiestas, bajo el nombre de tan singular santo, son famosas en toda Espa?a, y de toda concurren aqu¨ª forasteros, a los que llamamos isidros, que vienen a compartir con nosotros esos d¨ªas de alegr¨ªa, de paz y de maravilla, pues maravilloso es, en este mundo inquieto y a veces desquiciado, que haya ciudad que promueva tan alegres y gozosas fiestas.
Pero debe este corregidor advertir a los madrile?os para que tengan tino y tiento en cuanto se refiere a gozar de las fiestas. El gozo desmedido lleva a la querella, hija casi siempre de la exageraci¨®n. Hemos de gozar de nuestras fiestas con fruici¨®n. Tanto en lo que el regimiento de esta villa ofrece como en lo que el solaz privado permite, hemos de concurrir todos a la mayor fastuosidad y encanto de estos d¨ªas alegres, pero, repito, con el cuidado que la vida en com¨²n pide, teniendo siempre presente que la convivencia es respeto mutuo y que salirnos de este camino lleva a la desobediencia civil y a que los hombres se descarr¨ªen y sigan perversos principios que dan al traste con sus virtudes.
Conf¨ªa este regidor especialmente en la juventud de esta villa, que es tranquila y tolerante, pues acepta la opini¨®n y el ejercicio c¨ªvico de los dem¨¢s, sin querer imponer su propia voluntad o criterio sin m¨¢s motivos que la voluntad irracional. Este regidor ama a la juventud y sabe que es buena, limpia, con la conciencia transparente, por no haber en ella ni envidia ni maldad, y conf¨ªa en que se comporte durante las fiestas sin salacidad ni groser¨ªa, sin irreverencias, sin deslenguarse en la conversaci¨®n, prestando cuidadosa atenci¨®n a los adultos y atenci¨®n, respeto m¨¢ximo y ayuda a los que han llegado a la vejez. La juventud es cuerda, y en esta cordura pone su confianza el regidor de esta villa. Y si los j¨®venes han de hacer bromas, como su propia edad pide, h¨¢ganlas con donosura y gala, pero sin da?o, y si de retozar se trata, retocen, porque es propio de la juventud el glorioso retozar, pero h¨¢ganlo sin da?o para los bienes p¨²blicos, respetando los lugares en los que haya flores y c¨¦spedes, que hermosean la ciudad, y todo aquello cuanto al bien com¨²n ata?a.
Invita a todos este Ayuntamiento al concurso de las fiestas, y hace esta invitaci¨®n a los pr¨®ximos y ajenos, a los m¨¢s inmediatos y a los remotos. Que en toda Espa?a se sepa que la villa del oso y del madro?o, en sus fiestas de San Isidro, llama a espa?oles y extranjeros para que concurran a ellas y convivan con la ciudad que es hoy capital del contento de Europa.
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