Homenaje al desaparecido Joseph Losey y presentaci¨®n de su pel¨ªcula 'Steaming'
Joseph Losey fue uno de los grandes descubrimientos del cine franc¨¦s que supo sacar al director americano del anonimato forzoso al que hab¨ªa sido condenado por la caza de brujas. Esta admiraci¨®n tambi¨¦n se vio reflejada en el Festival de Cannes, que en siete ocasiones seleccion¨® cintas del director de El mensajero. Una Palma de Oro, un premio especial del jurado y el honor de presidir el mismo fueron la expresi¨®n de este reconocimiento art¨ªstico. No es, pues, extra?o que el filme de Losey Steaming figure en 1985 como uno de los t¨ªtulos merecedores del privilegio de la selecci¨®n oficial al margen de cualquier competitividad.
Steaming no es otra cosa que una versi¨®n cinematogr¨¢fica de la obra de teatro hom¨®nima de Neil Dunn un texto cuya acci¨®n transcurre en unos ba?os p¨²blicos amenazados de cierre por presiones inmobiliarias y que sirven para que un grupo de mujeres descubra su identidad. La obra de Dunn es mediocre, banal, t¨®pica, de un feminismo simplista y previsible; pero Losey, en la que fue su ¨²ltima pel¨ªcula antes de morir, supo dignificarla a base de frialdad, elegancia y un reparto formidable. El filme mantiene la estructura teatral, pero no es un drama televisivo, sino una pel¨ªcula. Su inter¨¦s es escaso, pero las performances de las actrices son espl¨¦ndidas, llegando a sobreponerse a la evidente pobreza de sus papeles, que no son otra cosa que los m¨¢s rancios clich¨¦s del teatro naturalista, modernizados por un discurso que no se quiere machista, pero que acaba por girar siempre alrededor del ausente: el hombre.Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Diana Dors y Patti Love bordan sus intervenciones, muy c¨®modas en el excelente decorado natural elegido, dotadas de un poder de convicci¨®n y una profesionalidad que trascienden la vulgaridad de los or¨ªgenes.
Otac na sluzbenom putu (Pap¨¢ est¨¢ en viaje de negocios), de Emir Kusturica, elegida para el concurso oficial, es una estimable cr¨®nica de costumbres yugoslava contada desde el punto de vista infantil, enla que se muestran las vicisitudes de una familia atrapada no por el estalinismo, sino por la obsesi¨®n antiestalinista del Gobierno de Tito. El relato est¨¢ contado con la suficiente objetividad como para no caer en el dogmatismo; no faltan los instantes dotados de poes¨ªa, y la mirada de la c¨¢mara refleja muy bien la desorientaci¨®n de los peque?os protagonistas, que no saben lo que pasa, pero se agarran a los mitos de la ¨¦poca -como el f¨²tbol asociado al nacionalismo- para conseguir sobrevivir a la miseria de una existencia uniforme. La pel¨ªcula est¨¢ repleta de anotaciones precisas que describen muy bien la ¨¦poca, y la realizaci¨®n es lo bastante apasionada como para que el filme se beneficie de esas ganas, de esa necesidad de contar.
Toda la poes¨ªa que hay en la modesta pel¨ªcula de Emir Kusturica falta en Birdy, del ingl¨¦s Alan Parker, el hombre de El expreso de medianoche. Como es costumbre en su cine, el relato tiene ambiciones po¨¦ticas, hay una voluntad manifiesta de trascendentalizarlo todo. Seg¨²n el propio Parker, Birdy habla de "nuestro deseo de ser libres, de escapar de las murallas que rodean nuestra vida". Para explicar esto, Parker se ha basado en una novela de W. Wharton, en la que el h¨¦roe es un jovencito obsesionado por los p¨¢jaros y el vuelo. Su adolescencia y juventud, compartida con otro amigo, est¨¢ dedicada a eso, a tener la cabeza llena de p¨¢jaros: tan pronto se hacen un traje con plumas de ave como pretenden poner al d¨ªa las m¨¢quinas voladoras de Leonardo, empe?o que culmina ya en un terreno ¨ªntimo, por determinar la sexualidad del protagonista, que pronto adquiere algo que podr¨ªamos bautizar como tintes ornitol¨®gicos, ya que s¨®lo las caricias de los canarios le excitan.
Pero la pel¨ªcula no se conforma con este disparate, sino que ha de justificarlo a trav¨¦s de varios flash back de prop¨®sito terap¨¦utico. Birdy arranca con el fan¨¢tico de los p¨¢jaros encerrado en un manicomio y con su amigo visit¨¢ndole para que recupere la cordura que nunca tuvo. Si uno tiene el alma enferma, el otro, el cuerpo herido: ambos han pasado por Vietnam, un c¨®modo recurso para enloquecer en las ficciones. Parker, que es un virtuoso del efectismo, un director que siempre busca im¨¢genes de impacto y que es muy cuidadoso con la fotografia y el sonido, despliega aqu¨ª sus alas en busca de la poes¨ªa. Pero si definir lo que ¨¦sta es resulta dificil, no lo es saber cu¨¢ndo es mala o falsa, como es el caso de Birdy, que ha logrado ser acogida clamorosamente porque la ¨¦poca se conforma con poco: basta con que del parto de los montes nazca un canario en vez de un ratoncillo.
Babelia
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