"Cuanto m¨¢s inteligente se es, m¨¢s est¨²pido"
Jean Dubuffet, nacido en la ciudad portuaria de El Havre en 1901, hijo de un comerciante de vinos -oficio que ¨¦l mismo desempe?¨® durante una buena parte de su vida- e inventor del arte bruto, ha sido uno de los creadores franceses m¨¢s relevantes de este siglo, a la vez que un agitador enloquecido y fascinante. Su propia trayectoria vital no se parece en nada a una mesurada l¨ªnea cartesiana: instalado en Par¨ªs en 1918, siendo apenas un adolescente con inquietudes pict¨®ricas, se relacion¨® con la bohemia vanguardista: el poeta Max Jacob y los pintores Suzanne Valadon, Raoul Dufy y Fernend L¨¦ger.
Dubuffet, mientras ten¨ªa esos contactos, segu¨ªa los cursos de la academia Juli¨¢n. No obstante, en 1924 Dubuffet decide abandonar la pintura y convertirse en un hombre del mont¨®n. Esta tentaci¨®n rimbaudiana de tirar por la ventana sus inquietudes art¨ªsticas, que al parecer le resultaban demasiado excesivas para acomodarse a ning¨²n molde establecido, se le repetir¨¢ de nuevo en 1937, y, de hecho, s¨®lo mantendr¨¢ una dedicaci¨®n art¨ªstica continuada a partir de 1942 cuando ya estaba en plena madurez.?Por qu¨¦ este voluntario retraso? La obra desplegada desde los a?os cuarenta en adelante por Dubuffet nos lo explica: es una obra que quisiera estar al margen del arte, como ¨¦l mismo so?aba con adoptar el gesto creador espont¨¢neo de los primitivos, los ni?os, los alienados, un gesto que estuviera a salvo de la estereotipaci¨®n cultural. Esta apelaci¨®n a la espontaneidad ciertamente aprovechaba la lecci¨®n liberadora de la van guardia hist¨®rica, sobre todo a trav¨¦s de la l¨ªnea dad¨¢-surrealista pero va m¨¢s all¨¢ de ella porque trata de romper con cualquier forma art¨ªstica homologable. Dubuffet se coloc¨® siempre en un l¨ªmite de tensi¨®n parad¨®jica extrema, y no debe extra?arnos que adoptara entusiasmado el lema del polaco W. Gombrowicz: "Cuanto m¨¢s inteligente se es, m¨¢s est¨²pido".
En 1944, Dubuffet present¨® su primera exposici¨®n individual en la galer¨ªa Ren¨¦ Drouin, en medio de la m¨¢s violenta pol¨¦mica. No es extra?o, porque fue uno de los primeros en reaccionar provocadoramente en los a?os desconcertados y tibios de la inmediata posguerra. Siguiendo el ejemplo de Wols y un camino inicialmente paralelo al de Jean Fautrier, Dubuffet impuls¨® el informalismo mat¨¦rico, una de las corrientes m¨¢s fecundas y ricas de los a?os cuarenta y cincuenta.
Car¨¢cter espont¨¢neo
En 1948 fund¨® la sociedad Art Brut, a la que aport¨® su colecci¨®n personal de objetos ajenos a los medios art¨ªsticos profesionales. Eran, como ¨¦l mismo ha explicado, producciones de todas las clases -dibujos, pinturas, bordados, figuras modeladas, esculturas, y otros soportes-, que presentaban un car¨¢cter espont¨¢neo y fuertemente inventivo y cuyos autores eran "personas oscuras". Esta especie de museo alucinante, que tuvo que trasladarse a Am¨¦rica en 1951 por falta de medios y que s¨®lo regres¨® a Par¨ªs 11 a?os despu¨¦s, era la respuesta al renacido inter¨¦s de los a?os cuarenta por la psicolog¨ªa creadora de los pueblos primitivos y por cualquier otra forma de creaci¨®n anticonvencional.
No se puede olvidar al respecto el ejemplo tr¨¢gico de Antonin Artaud, la Exposici¨®n de obras de enfermos mentales, que se celebr¨® en Par¨ªs en 1946, las publicaciones de Andr¨¦ Bret¨®n -El arte de los locos- y de Marcel Griaule -Las artes del Africa negra-, manifestaciones todas ellas del deseo colectivo de llevar a una especie de t¨¢bula rasa de los horrores vividos, a la vez que una indagaci¨®n liberadora de las pulsiones m¨¢s ocultas.
Dubuffet fue mejor acogido inicialmente en Norteam¨¦rica, donde expuso varias veces a fines de los a?os cuarenta, que en su propio pa¨ªs. En los cincuenta, que fue cuando inici¨® la serie de Corps de dames, su prestigio se consolid¨® internacionalmente y desde entonces ha sido considerado como un punto de referencia esencial del arte de vanguardia de posguerra y le han sido dedicadas retrospectivas en los m¨¢s importantes museos del mundo.
En 1984, en la Bienal de Venecia, ocupaba en solitario el pabell¨®n franc¨¦s y ello nos puede servir como muestra de la vitalidad creadora exuberante de este artista que ha batallado hasta el final, incluso ya octogenario. Gran polemista y animador, hay tambi¨¦n una parte muy significativa de Dubuffet como te¨®rico y fue recogido en un volumen de escritos sobre arte que public¨® la editorial Gallmard en 1967 y, en parte, posteriormente traducido al castellano en 1975.
La aportaci¨®n de Dubuffet como creador vers¨¢til e inventivo al arte de nuestro siglo es dif¨ªcilmente evaluable por extensa y compleja.
Se le puede asociar al materismo, por haber empleado los materiales m¨¢s ins¨®litos, pero, en realidad es su actitud desenfadada y su forma libre de considerar el arte lo que continuar¨¢ inspirando a muchos.
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