Anto?ete, la lecci¨®n de ma?ana
Respeto a los toreros. A todos Admiro y envidio a quienes son capaces de ponerse delante de un toro, lidiarle, conocerle, mandarle y crear arte; un arte que mucha gente no logra entender, aunque lo intenta, o' no logra interpretar por que lo detesta. Ninguna profesi¨®n se puede comparar con la de torero: los de oro, los de plata y los del castore?o; los famosos y los discretos.Es bonito ser torero. Y duro, muy duro. El triunfo como objetivo final llega a la plenitud cuando es alcanzado como el torero desea: gust¨¢ndose a s¨ª mismo en la intimidad del sentimiento.
Los toreros tienen sus plazas y las plazas sus toreros, lo que no impide que en cualquier sitio, cualquier d¨ªa, se produzca la armon¨ªa toro-torero en sus m¨¢s altas cotas. Hay algo especial que identifica. Y la gente lo sabe y lo dice.
Pero en la historia hay toreros que, por encima de identificaciones, que las tienen, han tra¨ªdo a la fiesta una se?al que a lo peor no ha sido recogida como se merece. O como necesita la propia fiesta.
Cuando Antonio Chenel Anto?ete volvi¨® a los ruedos en 1981 empez¨® a aportar unos datos que, sin ser in¨¦ditos, han resultado esperanzadores en lo que tienen de ense?anza y porvenir.
Y como no hay m¨¢s remedio que contarlo con mucha concisi¨®n, aqu¨ª queda resumido en dos puntos: primero, que el toro venga hacia el torero, donde el torero dice; segundo, que hay que dar la distancia en el cite, la que cada toro tiene.
De estos dos puntos, que son sumandos en el dif¨ªcil conjunto de la tauromaquia, pueden desarrollarse largos an¨¢lisis, pero sirva anotar s¨®lo algunos ejemplos. Que el toro espere la salida del picador sin ser forzado a mantenerlo junto a aquel burladero; que se quede donde quiera y se le llamar¨¢ en su momento para ponerlo en suerte.
Banderilleado el toro, que se quede donde sea, que el matador le llamar¨¢ con la muleta, aunque haya mucha distancia para que acuda al terreno del dominio.
Calidad, profundidad
Con el toro parado, el torero en su sitio iniciar¨¢ la serie o el pase con la distancia medida que aqu¨¦l tiene, que es no ahogar ni aliviar.
?sta es la lecci¨®n que ha aportado en los ¨²ltimos tiempos Anto?ete, junto a la calidad, la profundidad y el buen gusto, que son su patrimonio personal de siempre, acrecentado con los a?os: el toreo a dos manos, la quietud, el pase largo en que se ven los tres tiempos, etc¨¦tera.
Cuando se unen, por tanto, esas virtudes, se alcanza la admirable conjunci¨®n de ciencia, valor y arte, porque hay que ver el valor que hace falta para expresar la iniciativa y el arte en perfecto juego con el conocimiento.
Y as¨ª llega ma?ana Anto?ete a la plaza de Madrid en el San Isidro 1985, con la retirada anunciada para el oto?o.
En Las Ventas empez¨®, junto a su cu?ado Paco Parejo, el mayoral de la plaza; y ahora, cuando se acerca a los 53 a?os de su vida y es el torero en activo con m¨¢s antigua alternativa, merece que centremos en su persona el respeto que merecen los toreros.
Es torero de Madrid y de muchos sitios m¨¢s y su lecci¨®n es para todo el toreo. Que le observen con atenci¨®n y reciban su ense?anza -sin intentar copiarle la personalidad, por supuesto- los que quieren ser toreros, los que llegan a la fiesta para ensalzarla, hacerse felices toreando y dar felicidad a los aficionados.
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