Los visitantes
De tanto leer en el metro, el madrile?o aturdido con ficciones de Lafuente Estefan¨ªa transfiere al asfalto, al adoqu¨ªn, el arquetipo propiciatorio del ovejero a quien los forajidos y el gomoso tah¨²r Tucson acusan de hediondez, convidan a leche con nesquik y desvalijan, merced a los ases ocultos en el tambor del colt, en la timba de p¨®quer subastado. Oriundo a su vez de latitudes labriegas, el petimetre de capital hostiga al paleto como rechazo de su propio abolengo sin arraigo y de sus cromosomas de pana, corteza de queso y aceite de estraperlo. Si el se?or Barrenechea, de aceros inoxidables, y el se?or Muntanyola, de textiles, dispon¨ªan en sus glebas respec tivas de maquetos y charnegos, qu¨¦ menos que inventar el isidro para que nadie fuera m¨¢s que nadie. As¨ª fue configur¨¢ndose, con la ayuda del neorrealismo retrechero, un personaje de Peckinpah que duerme en la Posada del Peine, con un ojo abierto y la cartera cosida a la bragueta, insomne v¨ªctima del vuelva usted ma?ana y del me ponga aqu¨ª la huella del pulgar, hombre de Dios.Como premonici¨®n a la serie de fantaciencia V, a los visitantes que alunizaban en la villa y corte por Delicias y Atocha se les confer¨ªa el don de ser "m¨¢s del campo que los lagartos". Mal se nos alcanza, no obstante, esa irrisi¨®n por el mujik de boina y chato entrecejo en una metr¨®poli inconclusa, donde, como quien dice, ayer a¨²n se orde?aba a flor de acera en las vaquer¨ªas, y en cuyos recovecos m¨¢s rom¨¢nticos persevera la industria intraducible de la casquer¨ªa, ritualde degollinas y despojos que se coagula entre los rascacielos.
Puede que alguna vez se le haya vendido un troleb¨²s a un palurdo, o se haya embelesado con estampas de curso legal al r¨²stico de paso; pero las misas, el nazareno y el d¨¦cimo premiado siempre fueron a parar a ese nativo tan cosmopolita como pardillo. Dejando a un lado la an¨¦cdota, lo cierto es que aqu¨ª los isidros segovianos se hicieron los amos de la restauraci¨®n; los manchegos, de los coloniales, y los serranos, de las carnicer¨ªas. La miel de la Alcarria, el botijo de Talavera, la berenjena de Almagro, junto al esp¨¢rrago de Aranjuez, el vino de La Ardosa y el eucar¨ªstico garbanzo de Ar¨¦valo, empedraron paso a paso Madrid hasta mudarlo en provincia. El isidro Kike Turmix amamant¨® la movida; preclaros isidros ocupan hoy cargos de relevancia en la autonom¨ªa, y hasta tenemos un isidoro en la Moncloa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.