Las volteretas de Hugo
Las dudas del mejor futbolista mexicano de todos los tiempos traen de cabeza a los presidentes del Atl¨¦tico, Barcelona y Real Madrid
Bota con una pierna, se enrosca en el aire y cae como un clavado de Acapulco, pero de pie. Saca pecho, todo tieso, y saluda al tendido con las dos manos, como un banderillero en forma. El equipo de enfrente ya tiene encajado, por lo menos, un gol.Desde que lleg¨® a Espa?a hace cuatro temporadas, en 1981, juega al f¨²tbol durante nueve meses, y durante tres le pelotean de un club a otro. En los comienzos pas¨® sus apuros. La amenaza de cambio de club no se deb¨ªa a sus habilidades, sino a unos halagos no cumplidos. El Atl¨¦tico dudaba en reexportarlo a su pa¨ªs, M¨¦xico. El club espa?ol se pensaba eso de pagar 75 millones. Cuatro a?os despu¨¦s, hoy mismo, equipos de Italia y Espa?a ponen 300 millones sobre la mesa.
Esta vez el que decide es ¨¦l, Hugo, uno de los seis hijos de S¨¢nchez. Por eso se llama Hugo, por la misma raz¨®n que sus hermanos se llaman H¨¦ctor, Horacio, Hilda, Herlinda y Haid¨¦e; por la misma raz¨®n que el beb¨¦ de Hugo se llama Hugo..., y sus sobrinos, ?a que no lo saben?, pues Horacio, Hern¨¢n y H¨¦ctor. Y hoy, ya mayorcitos, los hijos de S¨¢nchez quiz¨¢ dan gracias a Dios de que el nombre de su padre no empezase por uve doble, que el santoral anda fatal por ese lado. Porque pap¨¢ S¨¢nchez se llama, claro, H¨¦ctor.
Para la afici¨®n de Pamplona, Hugo es un provocador; para Arteche, el futbolista es un mexicano que se marchar¨¢ de Espa?a sin saber jugar a los chinos; para Mendoza es su sue?o; para Calder¨®n, su salvavidas; para Em¨ªna es su marido; para M¨¦xico, su primer futbolista que triunfa en Europa.
De un tiempo a esta parte, este C¨¢ncer sentimental, hogare?o, amable y que cultiva una imagen de correcci¨®n tiene todos los astros a su favor. Marca goles, est¨¢ en la flor de la vida deportiva, ha triunfado en el f¨²tbol m¨¢s duro del mundo, tiene estabilizada su vida sentimental, jam¨¢s se lesiona y levanta al p¨²blico de sus asientos. Es oro pulido; es, como dec¨ªa su madre cada vez que le ve¨ªa con la cabeza abierta, "la marabunta".
Hasta los 11 a?os, la marabunta se estuvo pegando en una calle sin tr¨¢fico de la colonia Jard¨ªn Valbuena de Ciudad de M¨¦xico. Era el peque?o del grupo, pero el mejor. S¨®lo hab¨ªa una forma de pararle, a patadas, y entonces sus hermanos mayores H¨¦ctor y Horacio ten¨ªan que salir a defenderle. A los 27 a?os le paran por el mismo procedimiento, pero para defenderse se las basta ¨¦l mismo. Ha aprendido a pegar sin ser visto.
Los tres hermanos siguieron la carrera futbol¨ªstica del padre. A causa de un menisco, Horacio se acaba de retirar de la porter¨ªa del Puebla. El padre, H¨¦ctor, tambi¨¦n se retir¨® prematuramente porque en sus a?os mozos con el dinero del f¨²tbol mexicano no se com¨ªa.
De su padre aprendi¨® el remate de tijera; de su hermana Herlinda, las volteretas. Pero la marabunta ya se jugaba la vida a los 11 meses andando a gatas por debajo del coche familiar. Luego creci¨® entre una familia casi de circo. De las seis haches, tres son ol¨ªmpicas. Horacio particip¨® como portero de la selecci¨®n mexicana en los Juegos Ol¨ªmpicos de M¨²nich de 1972; ¨¦l y Herlinda coincidieron en los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal de 1976. Hugo, a los 18 a?os, ya era internacional, y la hija del seleccionador, su novia formal. Hugo siempre fue muy ordenado.
El hombre met¨®dico
Por ejemplo, a Isabel M¨¢rquez, su madre, le reluc¨ªan los ojos cada vez que ve¨ªa las notas de sus estudios de primaria. Gracias a eso, su padre le llev¨® de la calle a un club. Y mientras crec¨ªa con el Universidad de M¨¦xico, estudiaba Ortodoncia, porque a sus amigos les hab¨ªa o¨ªdo hablar de dentistas a la edad en que las ni?as hablan de enfermeras. Quiz¨¢ a esa edad tambi¨¦n se le ocurri¨® que a ¨¦l no le enga?ar¨ªa nadie, que pondr¨ªa una cl¨ªnica dental en M¨¦xico, pero que mientras diera volteretas en Espa?a su negocio de ropa se lo llevar¨ªa su hermana Hilda, una buena jugadora de voleibol.Este hombre ordenado mide desde la cantidad de pasta italiana que puede soportar al n¨²mero de parientes que pueden visitarle: de espaguetis, una raci¨®n cada dos meses; de familiares, cuatro cada 12 meses -dos por parte del futbolista, dos por parte de la esposa, "para que no haya malentendidos"-; carne y pescado, una vez al d¨ªa; cine, dos veces a la semana. Tentar al marisco y a la fortuna son costumbres que ha adquirido en Espa?a. Desde que lleg¨® aqu¨ª le da a la loter¨ªa y al vino, siempre con comedimiento, como corresponde a un hombre ordenado.
Meses antes de ir a Montreal quedaron concentrados todos los ol¨ªmpicos mexicanos. El futbolista Hugo se entrenaba por las ma?anas, y la gimnasta Herlinda, ma?ana y tarde. En los ratos libres del futbolista, Herlinda le ense?¨® a dar volatines, piruetas y saltos mortales. La agilidad de la marabunta le facilit¨® el aprendizaje, pero hasta pisar el suelo de la madre patria no practic¨® la voltereta en un campo de f¨²tbol. En estos a?os ha ido perfeccionando el n¨²mero, que, en ocasiones, es mas espectacular que sus goles. ?Por qu¨¦ extra?arse de que en estas fechas, como cada a?o, d¨¦ saltos mortales de un club a otro?
En los tres a?os precedentes sali¨® de la pirueta quit¨¢ndose el polvo y diciendo eso de "aqu¨ª no ha pasado nada". Ahora es diferente. Durante dos a?os hizo m¨¦ritos, y el dinero era algo secundario. Ahora sabe que es el mejor, dice que gana menos que cuando lleg¨® y que es hora de asegurar el futuro de Huguito mordiendo parte de los centenares de millones de pesetas que vuelan por ah¨ª.
Pero su ¨²nico defecto f¨ªsico lo tiene entre los dientes. Para un odont¨®logo como ¨¦l tiene que ser muy duro llevar a sus a?os dos postizos. Son cosas del f¨²tbol. Todo va muy unido en este hombre calculador. Por las tardes, en el Centro Europeo de Ortodoncia se transforma en el doctor S¨¢nchez, especialista en pr¨®tesis. Practica un poco bajo manga porque sus estudios no est¨¢n reconocidos en Espa?a. No ha recibido queja alguna de sus compa?eros ni de sus novias, esposas y dem¨¢s familiares. Claro que ¨¦l arregla las bocas de la familia rojiblanca al precio de novena.
Quiz¨¢ en el fondo, Hugo S¨¢nchez lamenta no poder instalar su cl¨ªnica en Espa?a, con los precios que ponen los dentistas y las bocas que tienen los espa?oles, quiz¨¢ porque tienen terror al sill¨®n de la cl¨ªnica, que te hace mirar hacia el cielo como si estuvieras en mitad del volat¨ªn, y te empiezan a meter hierros por la boca. Casi como en la pel¨ªcula Marathon man, aquel nazi que torturaba a Dustin Hoffman con su instrumental odontol¨®gico. "Ya me acuerdo, ya, le tocaba el nervio; pero era sin anestesia. Con los adelantos que hay en el mundo ya no se sufre".
Para Hugo S¨¢nchez, m¨¢ximo goleador en la Liga espa?ola, durante unos a?os su mundo seguir¨¢ siendo una bola, una pelota que da vueltas, un volat¨ªn hacia adelante y un volat¨ªn hacia atr¨¢s. El domingo, la Pe?a Ultrasur te saca los ojos; el lunes, el mismo presidente radical se acerca a pedirte perd¨®n. No se han dado cuenta de que Hugo, pese a tantas vueltas que da el mundo, siempre hace lo mismo.
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