El dificultoso rodaje del transbordador espacial
Las incumplidas expectativas han obligado a replantear el programa m¨¢s importante de la NASA
JOHN NOBLE WILFORD (NYT), Hace una semana, el Challenger volvi¨® de su misi¨®n 171. Pasar¨¢n por lo menos dos a?os antes de que despegue la misi¨®n n¨²mero 37. La NASA estima ahora que, en el mejor de los casos, en 1991 habr¨¢ solamente 165 misiones, y no 500. "De cuando en cuando pienso en aquellas primeras expectativas, y tengo que cerrar los ojos y sacudir la cabeza", explica suspirando L. Michael Weeks, un funcionario del proyecto del transbordador espacial del departamento de la NASA en Washington.
La diferencia entre las promesas y los hechos, combinada con la creciente competici¨®n de Europa en el terreno de los lanzamientos, ha conducido a una nueva reconsideraci¨®n del programa del transbordador tripulado como la pieza central de las operaciones espaciales norteamericanas, militares, cient¨ªficas y, especialmente, comerciales. Los clientes potenciales, futuros competidores y otras agencias gubernamentales est¨¢n cuestionando abiertamente los antecedentes de fiabilidad del transbordador y desafiando la pol¨ªtica de precios para los transportes comerciales.
No son la seguridad y sofisticaci¨®n tecnol¨®gica del transbordador lo que se discute. Ni tampoco sus espectaculares logros, incluyendo tales muestras de posibilidades como la recuperaci¨®n y reparaci¨®n de sat¨¦lites y la operaci¨®n de un gran laboratorio cient¨ªfico durante la ¨²ltima misi¨®n. Son muy pocos los que volver¨ªan hoy la espalda a la idea original: el desarrollo de una nave tripulada reutilizable, capaz de realizar las operaciones m¨¢s pesadas y diversas que se puedan imaginar.
El a?o pr¨®ximo ser¨¢ crucial para el programa
Pero el pasado a?o, la NASA solamente consigui¨® lanzar cinco misiones de las 10 programadas. Este a?o se ver¨¢ forzada a poner en pr¨¢ctica 10 de las 12 propuestas. La cuesti¨®n est¨¢ entonces en cu¨¢ndo podr¨¢ la NASA, despu¨¦s de haber gastado miles de millones de d¨®lares, cumplir su promesa de unos servicios regulares, efi?aces y puntuales. Los representantes de la agencia espacial, haci¨¦ndose eco de las dudas sobre la viabilidad del transbordador, dicen que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ crucial. Cuatro de los veh¨ªculos alados estar¨¢n en operaci¨®n. Habr¨¢ dos nuevas plataformas de lanzamiento, una segunda en cabo Ca?averal, Florida, y la de la base de las fuerzas a¨¦reas en Vandenberg, California. Se dispondr¨¢ de instalaciones de hangares adicionales, adem¨¢s de una mejor disponibilidad de repuestos y servicios de mantenimiento en tierra. De esa forma se podr¨¢ reducir el per¨ªodo entre lanzamientos, para conseguir la meta final de 24 lanzamientos anuales en 1989. "No digo que vaya a resultar f¨¢cil", ha declarado Weeks, vicedirector adjunto de la NASA para vuelos espaciales, "pero el mes pasado hemos lanzado dos transbordadores con una diferencia de 17 d¨ªas, y eso ha representado un avance". Las fuerzas a¨¦reas, sin embargo, no pudieron esperar un a?o para reasegurarse. Preocupados con los retrasos, los mandos de las fuerzas a¨¦reas lucharon y ganaron una batalla por conseguir 10 nuevos cohetes Titan m¨¢s potentes, para cubrir el vac¨ªo de servicio del transbordador. Originalmente, los transbordadores se idearon para reemplazar todos esos cohetes no reutilizables.
Mediaci¨®n de la Casa Blanca
La Casa Blanca, para mediar en la discusi¨®n, consigui¨® recientemente que las fuerzas a¨¦reas, a cambio, utilizaran por lo menos un tercio de la capacidad anual de lanzamiento del transbordador, a partir de 1988. Esto no s¨®lo asegur¨® a la NASA un cliente regular, sino tambi¨¦n un cliente interesado en la continuidad de las operaciones del transbordador y la fuerza pol¨ªtica para seguir adelante con el programa. Adem¨¢s, la National Oceanic and Atmospheric Administration (Administraci¨®n Atmosf¨¦rica y Oce¨¢nica Nacional), preocupada por los costes del transbordador, est¨¢ amenazando con utilizar misiles Titan reacondicionados para lanzar tres nuevos sat¨¦lites meteorol¨®gicos. Capitalizando las dudas del transbordador, la Agencia Espacial Europea (ESA) se ha hecho con una posici¨®n s¨®lida en el lucrativo mercado del lanzamiento de sat¨¦lites de comunicaciones comerciales. Los europeos han conseguido para sus cohetes convencionales Ariane no tripulados clientes que de otra forma habr¨ªan utilizado el transbordador. James M. Beggs, administrador de la NASA, dijo que las perspectivas comerciales del transbordador se hab¨ªan visto .seriamente perjudicadas". Durante un per¨ªodo de 14 meses, dijo, Ariane ha conseguido cinco nuevos clientes de sat¨¦lites, igualando el n¨²mero de los nuevos clientes del transbordador. La NASAhab¨ªa confiado en conseguir una participaci¨®n del 75% del mercado.
Estas dudas y fracasos no parecen haber disminuido el apoyo de la Administraci¨®n Reagan al transbordador como "el principal sistema de lanzamiento espacial tanto para la seguridad nacional como para misiones gubernamentales civiles".
Retraso en la transferencia a la industria privada
Pero la Casa Blanca ha abandonado su idea de transferir "en un futuro previsible" el control de las operaciones del transbordador a la industria privada o a una corporaci¨®n semip¨²blica. Un informe del grupo de planificaci¨®n estrat¨¦gica de operaciones del transbordador de la NASA manifestaba en marzo que era prematuro pensar en transferir el control del transbordador porque los veh¨ªculos se encuentran todav¨ªa en una "fase de transici¨®n" entre la investigaci¨®n y el desarrollo para alcanzar "la plenitud de sus posibilidades a finales de los a?os ochenta".
Los consejeros de Capitol Hill dijeron que las comisiones del Congreso responsables de la NASA sab¨ªan que los fallos m¨¢s graves eran raramente debidos al transbordador propiamente dicho.
Los dos fallos m¨¢s serios, por ejemplo, estaban relacionados con el mal funcionamiento de los sistemas de propulsi¨®n de los sat¨¦lites portados por el transbordador. Cuando en 1983 fall¨® el Inertial Upper Stage (cohete de ¨²ltima fase inercial), un cohete desarrollado por las fuerzas a¨¦reas, envi¨® a un sat¨¦lite de comunicaciones de la NASA a una ¨®rbita err¨®nea y, lo que es m¨¢s grave, retras¨® en 21 meses el uso siguiente del cohete. Esto provoc¨® una cascada de retrasos y reprogramaciones que todav¨ªa est¨¢ entorpeciendo los planes mejor calculados de la NASA. Igualmente, el fallo en el encendido de los cohetes menores de otros dos sat¨¦lites de comunicaciones, Westar y Palapa, volvi¨® a entorpecer las misiones durante por lo menos otros siete meses. Pero en la recuperaci¨®n de sat¨¦lites errantes por astronautas que se mueven por el espacio, la NASA pudo demostrar la capacidad del transbordador- para hacer lo que ning¨²n otro sistema no tripulado puede lograr: mantenimiento y reparaci¨®n de naves en ¨®rbita y recuperaci¨®n de sat¨¦lites para su reparaci¨®n y reutilizaci¨®n.
Los continuos problemas con las pantallas antit¨¦rmicas han retrasado los programas, y las dificultades con los motores y frenos han complicado el mantenimiento en tierra y aumentado los costes.
Las decisiones a tomar en Washington durante los pr¨®ximos meses tambi¨¦n afectar¨¢n al futuro del transbordador. Se espera que el presidente Reagan intervenga este verano para resolver un conflicto burocr¨¢tico sobre los precios que impondr¨¢ la NASA al cargamento del transbordador a partir de finales de 1988. El precio actual se estableci¨® en 1977, cuando se cre¨ªa que el transbordador realizar¨ªa m¨¢s de 500 misiones, con lo que los gastos fijos de operaci¨®n quedar¨ªan m¨¢s repartidos. El nuevo precio en consideraci¨®n tampoco refleja el coste real de la misi¨®n del transbordador.
Un estudio reciente de la oficina presupuestaria del Congreso informa que "ning¨²n precio ¨²nico para los servicios del transbordador puede incluir todos los objetivos espaciales del pa¨ªs". Advierte que un precio alto para las cargas del transbordador "podr¨ªa dirigir el mercado hacia el mayor competidor actual del transbordador, el cohete europeo Ariane, y hacia tales posibles competidores extranjeros como los japoneses".
Isaac T. Gillam, jefe de los programas comerciales de la NASA, tambi¨¦n advirti¨® que unos precios altos desanimar¨ªan a muchas firmas que proyectan o tienen en estudio inversiones en temas dependientes del transbordador, como el procesado de materiales.
El doctor Brad Meslin, vicepresidente ejecutivo del Centro de Estudios Espaciales de Cambridge, Massachusetts, dijo que en la discusi¨®n de los precios se pasaban a menudo por alto los principales objetivos del programa del transbordador. "El transbordador", dijo, "se ha desarrollado y establecido como un recurso nacional y no debe considerarse simplemente como una cuesti¨®n comercial".
Imprescindible para la estaci¨®n espacial
Si el transbordador no es ni el ¨²nico ni el mejor m¨¦todo de enviar sat¨¦lites, dijo Meslin, sigue siendo crucial para los planes nacionales de llevar adelante los experimentos de la tecnolog¨ªa de la guerra de las galaxias, en el desarrollo de una estaci¨®n espacial permanentemente tripulada en los a?os noventa y animar el establecimiento de una potente industria fabril privada en las capas espaciales de baja gravedad. Un transbordador realizar¨¢ el mes pr¨®ximo su primer experimento directamente relacionado con la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI), o guerra de las galaxias, anunciaron el lunes portavoces de la NASA y el Pent¨¢gono.
Los expertos espaciales norteamericanos se?alan que incluso los europeos, que defienden las ventajas de los cohetes no tripulados Ariane, parecen reconocer que los transbordadores reutilizables operados por astronautas y capaces de transportar a cient¨ªficos e ingenieros al espacio tendr¨¢n un papel cada vez m¨¢s importante. La Agencia Espacial Europea est¨¢ haciendo planes para un transbordador tripulado propio que entrar¨ªa en operaci¨®n en los a?os noventa. Tambi¨¦n se cree que la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ desarrollando un veh¨ªculo que se parece mucho al transbordador norteamericano.
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