Un fen¨®meno social

Las primeras reacciones a la nueva orden ministerial dentro del mundo profesional acogen con ciertas reservas esta intervenci¨®n p¨²blica en la escena privada. Antonio Gala, presidente en Espa?a del Instituto Internacional del Teatro, matiza que ¨¦l es "con exclusividad de cualquier otra cosa, un escritor; un escritor que, de cuando en cuando, escribe teatro"; y a?adi¨®: "La pol¨ªtica teatral, por tanto, me afecta s¨®lo tangencialmente y me gustar¨ªa m¨¢s que nada que no fuera precisa: siempre corre el riesgo de ser exclusiva y de ser autoritaria. La intervenci¨®n p¨²blica en la iniciativa privada es, por lo menos, peligrosa. Parece que la ¨²ltima en el campo de lo teatral tiende a corregir dos desviaciones: la primera es suprimir la picaresca, tanto de los concesionarios de subvenciones cuanto de los concedentes; la segunda, suavizar la desmesurada y letal competencia de los teatros oficiales"."El teatro", a?ade Gala, "es un fen¨®meno social, no estatal. La sociedad no debe abdicar de ¨¦l. Y el Estado tiene que tener -como un simple administrador que es- el o¨ªdo m¨¢s atento del mundo para atender -no para desviar- las aspiraciones sociales respecto al teatro. El dirigismo en la pol¨ªtica cultural es un riesgo que debe ser previsto y evitado. En cualquier caso, las disposiciones han de ser ratificadas por su cumplimiento; los buenos prop¨®sitos, por las buenas realizaciones".