La fascinaci¨®n por el ritual en el consistorio vaticano
Todo consistorio ha mantenido, a trav¨¦s de los siglos, una especial fascinaci¨®n en el Vaticano y ha estado siempre lleno de simbolog¨ªa y ritualidad. El que se celebr¨® el pasado fin de semana en Roma no ha sido una excepci¨®n (ver EL PAIS de ayer). Cada nuevo cardenal, candidato a futuro Papa, llega al Vaticano seguido de una ristra de familiares, amigos y admiradores. Casi una tribu. Esta vez la m¨¢s numerosa fue la del nuevo cardenal de Nueva York; se not¨® por el aplauso que reson¨® en la plaza de San Pedro cuando se anunci¨® su nombre.
Todo consistorio acaba tambi¨¦n siendo muy goloso para la cr¨®nica menor vaticana por sus inevitables an¨¦cdotas. Los cronistas veteranos suelen recurrir a contar las de los anteriores, como cuando las monjas de Roma tuvieron que hacer una colecta para comprarle entre todas los capisayos de seda [vestidura corta que sirve de capa y sayo], que cuestan un dineral, al primer cardenal negro, ya que ¨¦l hab¨ªa llegado sin una moneda en el bolsillo. Tambi¨¦n este tercer consistorio del papa Wojtyla ha tenido sus an¨¦cdotas graciosas.La televisi¨®n italiana retransmiti¨® en directo la ceremonia de la entrega de los billetes de nombramiento por parte del secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli, a los nuevos purpurados y tambi¨¦n la imposici¨®n del birrete de manos del Papa. Ya se sabe que los primeros planos de la peque?a pantalla son a veces crueles e impertinentes, as¨ª pudo verse el apuro del cardenal Casaroli cuando al tener que entregar el billete al cardenal Tomko, nuevo prefecto de Propaganda Fide, algo no hab¨ªa funcionado y el billete no era el suyo, por lo que el nuevo cardenal se volvi¨® con las manos vac¨ªas. Las caras y los gestos del viejo y del nuevo cardenal, que son amigos, resultaban gracios¨ªsimas y quer¨ªan como significar: "?Da lo mismo, hombre!".
La sonrisa de los veteranos
Otras veces se ve¨ªa a los cardenales veteranos que asist¨ªan a la ceremonia sonre¨ªr divertidos como ni?os viendo el apuro de los ne¨®fitos en el momento crucial en que se arrodillaban ante el Papa para la imposici¨®n del birrete. Resulta que les pon¨ªa primero el peque?o solideo, como el que usan los jud¨ªos, pero de color rojo. Encima de ¨¦l el Papa, con sus fuertes manos, les colocaba el birrete o bonete para despu¨¦s abrazar y besar al nuevo cardenal. '?ste se pon¨ªa en pie para hacer la reverencia ante el Papa y se quitaba el birrete, pero al hacerlo se le ca¨ªa inevitablemente el solideo.El apuro en algunos casos era claramente visible. As¨ª el cardenal Innocenti no consigui¨® colocarse bien el solideo que se le hab¨ªa despegado de la cabeza en el momento de hacer la inclinaci¨®n, y mientras sujetaba con la mano derecha el birrete, intentaba inutilmente colocarse el solideo con la izquierda. Al final el solideo, tras varias tentativas, se le qued¨® pegado c¨®micamente en vilo en la parte derecha de la cabeza, casi sobre la oreja.
El cardenal ?ngel Suqu¨ªa prefiri¨® cortar por lo sano y se inclin¨® ante el Papa con birrete y todo, sin tocarse la cabeza para evitar que se le desbarataran bonete y solideo.
Durante el encuentro del Papa, con cada cardenal y "su familia" dentro del Vaticano, Juan Pablo II sonri¨® viendo a un joven obispo africano con todos sus capisayos de gala filmar la escena con una c¨¢mara de televisi¨®n propia que hab¨ªa arrastrado hasta los sagrados palacios.
Tampoco falt¨® la nota picaresca. Como dicha ocasi¨®n es para muchos el ¨²nico momento en el que pueden estar cerca del Papa, a un se?or se le ocurri¨®, para estar en primera fila, acudir montado en un cochecito de minusv¨¢lido como si estuviera impedido, ya que, en cierto momento, se le vio claramente ponerse en pie con agilidad, sacar su filmadora y rodar mientras el Papa se le acercaba. Enseguida volvi¨® a sentarse con presteza. Cuando Juan Pablo II pas¨® a su lado, escondi¨® la filmadora y recibi¨® devotamente la bendici¨®n del Papa que le puso las manos sobre la cabeza.
Si el Papa lo hubiese sabido le habr¨ªa perdonado y bendecido igualmente, porque un consistorio en el que la simbolog¨ªa habla siempre de martirio y de fusi¨®n de sangre es al sino tiempo una gran fiesta familiar en la que todo se perdona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.