Bernardo Moya,
un mago vecino de Sant Feli¨² de Llobregat, en los alrededores de Barcelona, condujo el pasado domingo un coche por las calles c¨¦ntricas de esa localidad con los ojos totalmente vendados y por espacio de 20 minutos. Moya llevaba los ojos vendados con un cart¨®n, una capa de plastilina, algodones y una capucha de color negro. Durante el recorrido, decenas de vecinos le animaron incesantemente y su veh¨ªculo fue escoltado por un motorista y dos coches de la guardia urbana local.
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