Las fuerzas de seguridad se vieron sorprendidas por los incidentes
"Mam¨¢, llama al negocio del padre de Antonio y dile que tanto ¨¦l como su hermano est¨¢n bien". Francesco, hijo de una familia de Abruzzo, localidad pr¨®xima a Roma, lloraba amargamente mientras hablaba con su padres desde una cabina de tel¨¦fono fuera del estadio Heysel. Hac¨ªa 20 minutos que la valla, la d¨¦bil alambrada que separaba las localidades del gol sur de la pista de atletismo que rodea el estadio de Bruselas, se hab¨ªa venido abajo. Cientos de personas hab¨ªan aplastado contra el tart¨¢n y la valla a decenas de compatriotas. Las fuerzas de seguridad se vieron sorprendidas por la magnitud de la cat¨¢strofe.
Todo sucedi¨® a las 19.20. Todav¨ªa faltaban 55 minutos para que, seg¨²n el horario previsto, los jugadores de uno y otro bando saltaran al terreno de juego. Producirse el accidente y, como si de una cadena de desgracias se tratase, empezaron a pasar cosas en el estadio Heysel.Una de las m¨¢s graves fue el corte de comunicaciones telef¨®nicas con el exterior de B¨¦lgica. Los tres operadores de la sala de prensa no cesaban de marcar el 00 con el fin de coger l¨ªnea internacional y poder informar a los familiares de las personas que se hab¨ªan salva-, do de la muerte.
Francesco fue uno de los m¨¢s h¨¢biles. Sali¨® fuera del campo y, aunque se perdi¨® la victoria de su equipo, tranquiliz¨® a su familia y a la de sus amigos. "Yo lo ve¨ªa venir, porque cuando llegamos los dos autocares d¨¦ Abruzzo al estadio, los ingleses, totalmente borrachos, nos recibieron a pedradas. All¨ª ya pudimos sufrir alguna desgracia".
Otro dato triste del suceso fue la falta de medios asistenciales. Se dir¨ªa que el acontecimiento que muchos presagiaron en las v¨ªsperas, y que sucedi¨® en breves minutos, pill¨® desprevenidas a las fuerzas de seguridad. Suerte hubo de que la ciudad estaba desierta y las ambulancias y coches de polic¨ªa pudieron llegar r¨¢pidamente a los centros hospitalarios.
Asistencia Improvisada
Lo cierto es que muchos de ellos debieron de quedar durante m¨¢s de 30 minutos extendidos sobre el asfalto de la puerta principal del estadio, recibiendo la asistencia m¨¦dica de enfermeros y ATS, mientras las ambulancias se acercaban al recinto.
Todo sucedi¨® en el gol sur. La grada en cuyo centro ondeaba la bandera inglesa. Y es que aqu¨¦l era el gol de los ingleses, aunque no totalmente ingl¨¦s, pues una tercera parte estaba destinada tambi¨¦n para los aficionados italianos. Justo en el centro, una peque?a franja de aficionados belgas, que a estas horas estar¨¢n maldiciendo no haber visto el partido por televisi¨®n.
Los ingleses, que llevaban ya m¨¢s de 24 horas pate¨¢ndose la ciudad y derrochando el poco dinero que se hab¨ªan tra¨ªdo, en cajas y cajas de cerveza -las compraban en los supermercados y tiendas de ultramarinos a docenas-, llegaron a sus localidades forrados de botellas. Algo incomprensible, despu¨¦s del serio y reiterado aviso policial de que iba a haber control de bebidas fuera del estadio. Ni control fuera, ni en la entrada. Todos entraron con botellas y botes, que fueron precisamente los que lanzaron, poco a poco, casi una hora antes de que diera comienzo el encuentro, contra sus compa?eros de gol? La lluvia sorprendi¨®, fundamentalmente, a los aficionados belgas de la zona, que fueron corri¨¦ndose poco a poco hacia el c¨®rner, empujando a la tranquila hinchada italiana, que hab¨ªa compartido con gran civismo con los habitantes de Bruselas las horas que precedieron al gran choque.
La polic¨ªa, que no ten¨ªa controlada la situaci¨®n, ve¨ªa el espect¨¢culo desde la pista atl¨¦tica y cuando quiso intervenir ya era demasiado tarde. Los jovenc¨ªsimos y bebid¨ªsimos seguidores rojos hab¨ªan llevado su gracia a una situaci¨®n extrema. Los tifosi hab¨ªan sido empujados hasta la pared de la tribuna y, en cuesti¨®n de segundos, se produjo el movimiento que provoca todas las desgracias.
En un segundo, casi todo lo malo sucede en un segundo, visto y no visto, el peque?o muro de seis metros que proteje a los aficionados de las alturas del gol de la ca¨ªda o as¨ª en vac¨ªo, se vino abajo y, lo que fue peor, la valla, de grandes cuadros y fr¨¢gil fijaci¨®n, cay¨® sobre la pista. Los de arriba, temerosos de caer por detr¨¢s, se vinieron abajo.
Cuando la polic¨ªa quiso intervenir ya se hab¨ªa producido el desas
Pasa a la p¨¢gina 50
Las fuerzas de seguridad se vieron sorprendidas por los incidentes
Viene de la p¨¢gina 49
tre. Lo primero que tuvo que hacer fue recoger a los muertos, ahuyentar a los ingleses -cosa que muchos consideran debi¨® hacer horas antes del inicio del encuentro- y m¨¢s tarde instalar un aparatoso despliegue: 300 agentes a pie, m¨¢s de 40 a caballo y dos centenares largos de cuerpos de seguridad, entre los que se encontraba el Ej¨¦rcito. Todo demasiado tarde Lo ¨²nico que pod¨ªa hacerse era preparar el inicio del partido y ayudar a conducir a los heridos al hospital.
Gran Incertidumbre
Los siguientes minutos -de 20 a 20.30- fueron de gran incertidumbre. El estadio se qued¨® en silencio. Los ingleses, porque acababan de presenciar e, incluso, asistir a otra de sus atrocidades y los italianos, porque hab¨ªan visto caer bajo las piernas de sus compatriotas a muchos seguidores adornados con alguna prenda bianconera. Todos quedaron mudos. El gol norte, adornado con la bandera italiana, esperaba su momento. Las tribunas, tanto la principal como la de enfrente del palco, hab¨ªan asistido a un espect¨¢culo detestable y no sab¨ªan si abandonar el campo o quedarse. Los polic¨ªas, ataviados con largas porras y ostentando un escudo transparente redondo de aproximadamente un metro de di¨¢metro, persegu¨ªan a los alocados por la pista, mientras decenas de espectadores que se hab¨ªan quedado sin localidad esperaban sobre el tart¨¢n o en el mismo centro del campo que los colocasen en alg¨²n rinc¨®n del recinto. Heridos y todo quer¨ªan asistir al gran espect¨¢culo del f¨²tbol.
A las 20.30, los jugadores del Juventus salieron de su vestuario y se dirigieron al gol norte. Fue un intento de calmar a su gente y la verdad es que, al principio, la excitaron todav¨ªa m¨¢s. Vista la situaci¨®n, las autoridades pidieron refuerzos a las comisar¨ªas y al propio Ej¨¦rcito. En cuesti¨®n de minutos aquello se llen¨® de porras, cascos y escudos.
La paciencia, el aburrimiento y, por qu¨¦ no tambi¨¦n, los irresponsables italianos, iniciaron una peque?a batalla con la polic¨ªa en el gol norte. Aquello s¨®lo lo pod¨ªan tranquilizar los capitanes Y tanto Phil Neal como Gaetano Scirea hablaron a las 21.30 horas por los altavoces del estadio. "Durante el partido", dijeron, "la polic¨ªa organizar¨¢ la salida. No hacer caso de las provocaciones", matiz¨® el italiano. "Jugaremos para vosotros".
El p¨²blico ya sab¨ªa que el partido iba a disputarse. A las 21.34 horas, mientras el comandante Boileau confirmaba la muerte de 41 personas, el Liverpool sali¨® al campo justo por el t¨²nel que hay en la intersecci¨®n del gol sur y la tribuna. Casi pisando cascotes de botellas y zapatos perdidos por los desafortunados aficionados que hab¨ªan sido v¨ªctimas de la avalancha.
Los heridos descansaban ya en esos momentos en diversas camas de hospitales, mientras sus familiares desconoc¨ªan, en Inglaterra o Italia, su tragedia. No todos han tenido la suerte de la familia de Francesco o Antonio. Ellos prefirieron tranquilizar a los suyos antes que asistir al triunfo de Platini y su gente. Ellos no estaban borrachos, aunque s¨ª manchados de sangre. Posiblemente vuelvan el a?o pr¨®ximo con la Juve o tal vez no viajen nunca m¨¢s. Acababan de asistir a un espect¨¢culo muy duro, absurdo, y fundamentalmente, tr¨¢gico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.